v e i n t e.

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—Sunhee—tocaron la puerta de la habitación más de tres veces. La madre de la chica se encontraba moviendo el pie impacientemente mientras sus golpes se hacían cada vez más fuertes al no oír respuesta alguna. No podía creer que aquello estuviera pasando otra vez.

Sunhee, al oír aquellos impactos en su puerta, se removió en la cama y abrazó con más fuerza la almohada que se encontraba entre sus brazos. Claramente, no quería despertarse; su plan era dormir todo el día sin interrupción alguna.

La puerta de la habitación se abrió y la señora Im daba pasos rápidos hacia la cama. No solía interrumpir el sueño de su hija con frecuencia, sólo lo hacía cuando realmente se necesitaba hacer.

—Sunhee—la sacudió. Un gruñido algo débil se escuchó por debajo de las sabanas—Jimin está abajo.

Al escuchar eso, la pelinegra abrió los ojos rápidamente y, de un sólo golpe, se reincorporó en la cama. Había olvidado por completo la cita que tenía.

—¿Qué?

Sunhee llevó la manos a su cara y la tapó mientras negada. Sus ganas de dormir habían desaparecido por completo y lo único que quería en aquel momento era saltar de la ventana. Se había quedado dormida por culpa de aquel tonto maratón de películas que había visto la noche anterior y se olvidó de colocar una alarma en su celular.

—Le diré que espere—avisó su madre y tocó su hombro, tratando de calmarla.

Sunhee apartó las manos de su cara y asintió, esperando que su madre fuera a hacer lo que dijo. Sus ojos la siguieron, observando cada uno de sus movimientos, y al quedar sola en la habitación, se levantó rápidamente de la cama sin tener cuidado, provocando que se tropezara unas cuantas veces pero, aún así, llegó al baño sana y salva. No podía ser que eso estuviera pasando de nuevo.

—¿Por qué soy así? ¿Por qué?—lloriqueó mientras se apresuraba a quitarse la ropa y darse una ducha rápida.

Siempre hacia lo mismo y ya comenzaba a pensar que no tenía remedio alguno.

[...]

Sunhee salió lentamente de su habitación mientras pasaba sus manos por los pliegues de la falda, tratado de evitar que ésta estuviera doblada o mal puesta. Se había vestido tan rápido que con suerte la ropa estaría elegida de manera correcta; ya le había sucedido el vestirse con dos prendas de ropa que no se veían nada bien juntas, por no prestar atención.

Jimin se encontraba hablando en la sala de manera animada con los padres de Sunhee, de vez en cuando escuchaban carcajadas.

Los padres de Sunhee adoraban a Jimin, y hasta la propia Youngmi decía que él le agradaba un montón.

¿Desde cuando lo quieren más que a mi? Hasta su propio padre, el señor que siempre odiaba a cualquier chico que se acercara a su hija y evitaba a toda costa algún novio, preguntaba constantemente por él y no paraba de decir en lo muy agradable, educado y buen muchacho que era.

Sunhee sólo rodó los ojos y comenzó a reír por aquel pensamiento. Sus pasos se dirigieron a la casa, y al acercarse, las miradas se posaron en ella, robándose la atención. Lo que menos quería.

—Oh, la bella durmiente salió de su castillo—comentó su padre de manera divertida y sacudió su mano levemente, saludándola.

Ella chistó con mi lengua.

—Jimin, ¿está es la...?—la madre de Sunhee esperó a que completara la frase. Sus padres no estaban ayudando en nada con la situación.

—La séptima vez que se queda dormida—soltó una risa.

Sunhee rodó los ojos nuevamente y se acercó más a ellos. Aunque ya era la septima vez que se quedaba dormida, no era para hablar tanto de aquello; pensaba que estaban exagerando. Pero si lo veía desde la perspectiva de los demás, aquello era demasiado.

Jimin se levantó del sofá y le dio un beso tímido en la mejilla para así saludarla. No estaba enojado ni nada por el estilo, aquello le causaba risa. Y aunque la chica se prometiera a si misma que la próxima vez iba a ser más puntual, nunca lograba cumplirlo. Su sueño pesado y profundo le ganaba por mucho.

—¿Ahora sí estás lista?—sonrió mientras ladeaba su cabeza. Sunhee infló sus mejillas y asintió, tratando de dar a entender que quería irse.

Jimin se despidió amigablemente de los padres de Sunhee y, al terminar, salieron juntos de la casa. El viento soplaba levemente y el sol iluminaba todo a su paso, era un día fresco y agradable.

Al momento en el cual ya no estaban en la vista de sus padres, Jimin rápidamente tomó la mano de Sunhee y le dio un beso en los labios. Ella soltó un pequeño respingo debido a la sorpresa de aquello.

—Lo siento—rascó su nuca con la mano libre—Me daba vergüenza hacerlo al frente de sus padres—se excusó con las mejillas coloradas.

Ella soltó una risa.

¿Ya he dicho lo tierno que es?

[...]

Sunhee corrió rápidamente mientras temía por su vida. Su corazón latía con fuerza y su respiración se entrecortaba con frecuencia, haciendo que tomara grandes bocanadas de aire.

—No mires atrás, no mires atrás, no mires atrás—se advirtió a si misma.

—¡Sunhee!—escuchó un grito detrás de ella. La chica trató de correr más rápido pero, a los pocos segundos, sintió como la tomaron por el brazo no muy fuertemente y pasaba de estar encima del suelo, a estar encima de un hombro.

—¡Bájame, idiota!

Ella sólo podía ver el suelo y la parte trasera de Jimin, más nada.

—No te voy a bajar hasta que te disculpes por haber tratado de lanzarme a esa fuente—sonaba serio, sereno y hasta un poco enojado, aunque estaba tratando de aguantar y morderse la lengua para no desbaratarse de risa ahí mismo—¿Cómo es posible que mi propia novia sea así conmigo?—se lamentó en voz alta. Estaba exagerando demasiado las cosas y, lo peor, es que la actuación se le daba bien.

Ella pataleó para que la soltara.

—¡Fue sin querer!—se excusó—Y bájame, pequeño tonto. Maldición, no quiero que nadie me vea la ropa interior.

—¿¡Sin querer!?—preguntó sarcásticamente—Pude ver tu cara de malicia antes de empujarme.

Ella soltó un suspiró largo y se relajó, derrotada.

—Lo siento por haber tratado de tirarte en una fuente—se disculpó de manera automática. Sonaba como a una niña que fue obligada a disculparse por hacer una travesura.

Él comenzó a reír y la bajó al instante de su hombro. La disculpa no era necesaria pero él sólo quería que lo hiciera para reírse.

Sunhee le brindó una mala mirada y se cruzó de brazos.

—Lo dices como si tu no hubieras hecho nada—dijo de mala gana, recordando que el chico le había llenado toda la cara de helado, y hasta una pequeña parte del cabello.

Él comenzó a reír y se acercó a ella para abrazarla. Sunhee permaneció quieta como una roca.

—Pero no te enojes, cariño—la abrazó más fuerte.

Ella gruñó, y a los segundos, sus brazos rodearon al chico.

—¿Ya te he dicho lo mucho que te odio?

—¿Ya te he dicho lo mucho que te quiero?—respondió con otra pregunta.

El ceño fruncido de Sunhee se convirtió al instante en una sonrisa boba.

—Te quiero muchísimo más—lo abrazó con más fuerza—Pero aún así no dejas de ser un idiota—al terminar de murmurar lo último, se separó bruscamente de él y comenzó a correr.

Aunque ella repitiera constantemente lo muy idiota que era el chico, en el fondo, sabía que él era lo más dulce que tenía. Y él no paraba de pensar en lo muy adorable que ella era, incluso con su gran mal humor.















Subway↠p.jiminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora