Qué es la vida sin un poco de sexo?....
Bueno un poco es muy poco.... amo el sexo...y me encantan los hombres musculosos, fuertes, con un carácter dominante.... y eso haré tendré sexo hasta encontrar a mi dueño!!!
Aquella imagen permanecía atada a mi memoria, me devolvía al estado de gracia que sentía cuando estaba a mi lado.
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Las luces de la ciudad jugaban con las formas de su cuerpo desnudo, dotado de un falso movimiento a cada pliegue de su piel.
Yo, sentada en la banquetita de la ventana, miraba distraída a la gente que sin sueño deambulan perdidos por las calles, sin saber que mis ojos observaban sin prestar atención las sombras oscuras que bajo ellos pasaban.
El humo de mi cigarrillo salía de mi boca, como sale el alma de un hombre moribundo, lentamente, sin prisa, sabiéndose al aire que impregnado de olor a sexo, cerveza y madera que combatía con el olor de tu delirante fragancia.
No sé porqué nos veíamos en aquella habitación de aquel viejo motel, que aunque limpio y discreto, no se comparaba en mucho del lujoso hotel donde me alojaba cada vez que viajaba a la playa y cuando no quería llegar a la casa de mis padres.
Mi cuerpo jadeaba aún por el esfuerzo de amarnos como nos amábamos, a veces pensaba que moriría de un infarto por aquellas largas sesiones de sexo, delicioso, suave, intenso… brutal.
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Amabas con dulzura, mas poco a poco ibas tornando toda esa dulzura en dureza, te entregabas a tus instintos, parecía que quisieras borrar algo tatuado en tu piel, frotándote contra mi cuerpo como poseído, para acabar derramándote de placer ante el asombro de todos mis sentidos, después te ibas a la ventana y encendías un cigarrillo con una mano mientras que con la otra jugabas con el semen aún caliente que salía de ti…
Te excita verme tocarme y maldecías no tener ni un gramo más de fuerza en todo tu cuerpo para poder seguir dándome todo el placer que necesitaba.
A veces hasta me hacías daño y me pedía que también se lo hiciera yo a el, agarrándole el cuello con fuerza, tirando hacia atrás de sus cabellos, penetrándome con dureza de forma rítmica y continua, arañando su piel, metiendo mis dedos en su boca.
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