Extra.

235 14 3
                                    


   Carim se encontraba en su trabajo. Eran al rededor de las 12 medio día cuando vio que todos los clientes que pasaban al frente de la pantalla del supermercado se detenían horrorizados de lo que veían. Con cierta curiosidad, la hermosa joven se giró sólo para presenciar la muerte de David a manos del doctor Simons. Un video grabado con una cámara portátil le permitió ver la escena. Un Simons que incrustaba el enorme puñal en el pecho del héroe. Luego la cámara aumentó la altura del ángulo en que grababa y se pudo observar cómo unos enormes brazos golpeaban a algunos aldeanos y luego, este mismo sujeto se lanzó sobre otro y comenzó a golpearlo en la cara dejándolo fuera de combate. Ante lo fuerte de las escenas, el noticiero las quitó.
Carim tapó su boca y sus ojos comenzaron a llorar, poco a poco fue sintiendo un enorme vacío en su pecho. Un vacío que con la muerte de su amado novio, sería casi imposible llenarlo. Salió corriendo de su área de trabajo al estacionamiento a llorar con más fuerza. Segundos después, un auto que venía a toda velocidad frenó en seco frente a ella, unos sujetos enmascarados se bajaron de esta y la tomaron por la fuerza hacia dentro de la camioneta. Un fuerte golpe en la nuca fue lo último que ella recordó.

   Poco a poco ella fue despertando, un mal olor hizo que intentara moverse pero fue inútil, estaba atada de manos y pies. Miró al rededor buscando respuestas, respuestas que no consiguió. Entonces una ola de sentimientos le afloró y comenzó a llorar de nuevo.

—Señorita Jansen —habló una pesada voz. Con temor, giró su cabeza hacia el lugar de donde provino la voz— lamento todo esto. No es mi intención hacerle daño... no aún.
—¿Qué quiere usted de mí? —preguntó la joven.
—Que seas perfecta —contestó misteriosamente el doctor Simons— Verás Carim, te he estudiado desde hace ya algún tiempo y he encontrado un cuerpo perfecto para probar la cura de todos los males a través del iridio. Pero aún es una teoría sin comprobar.

   Carim comenzó a llorar con más fuerza. Saber que estaba encerrada sin ninguna esperanza de que alguien le ayudara, sólo hizo que todo se le derrumbara por dentro.

—¿Y... si no funciona? —preguntó con una quebrada voz.
—Bueno, eso ya ambos lo sabemos. ¿Comenzamos? —dijo Simons con una sonrisa tétrica.

   Tres doctores más ingresaron a la celda donde se encontraba la joven y comenzaron a instalar todo el equipo para experimentar con Carim quien gritaba de la desesperación.

—Descuida, Carim Jansen. Después de esto, nunca más volverás a sentir dolor —continuó el doctor y salió de la celda.

Omen 2: Doctor IridioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora