Capítulo 11.

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   Poco a poco voy despertando, entre cerrando mis ojos debido a la claridad del lugar. Luego de un momento, logro observar con detenimiento el lugar en el que estoy. Parece ser una habitación de hospital, está la cama donde estoy sentado, una mesa junto a la cama, una luz de noche, equipo médico y una silla al frente. Me giro para ponerme en pie y justo al dejar todo mi peso en los pies, caigo al suelo y me da una tremenda jaqueca. Gruño del dolor y me decido a levantarme una vez más. "¿Cuánto tiempo llevo aquí?" Era una pregunta que me hacía al notar lo debilitado que estaba. Tras unos segundos, logro levantarme. Algo adolorido me dirijo a la puerta y la abro. Al pasar por la puerta ya me siento un poco mejor y noto que en efecto, estoy en un hospital pero todo está desholado, no se escucha nadie cerca ni mucho menos se ve. Doy un suspiro y comienzo a caminar intentando buscar a alguien, sin embargo una voz... una voz que no escuchaba hacía 6 años suena a mis espaldas.

—Al fin despertaste —me dijo.
—... ¿Isaac? —pregunto con incredulidad — ¿Cómo es posible?
—Mi cuerpo murió pero hubo algo que rescató mi mente antes de que el traje detonara. Alguien.
—¿Dónde estoy?
—Físicamente, muerto. Ella te salvó mentalmente.
—¿Ella? ¿Quién?
—Se hace llamar Fatale, es una nativo que puede controlar las mentes de los demas y gracias a eso conoce mucho mejor a las personas que sí mismas. Todo esto es una ilusión mental, no se puede salir de aquí.
—Asumo que no está en el bando de los buenos si los tiene atrapados aquí.
—Ella tiene total poder sobre nosotros, nadie puede hacerle daño. Ni si quiera podemos acercarnos. Ven, ella quiere hablar contigo.

   Todo esto me resultaba extraño. ¿Atrapado en una ilusión mental? Isaac comienza a caminar pero había algo extraño en él, no era la misma persona que recordaba. Su forma de caminar, su tono de voz y su lenguaje corporal. Caminamos en un profundo silencio entre los pasillos de ese "hospital".

—¿Qué es este lugar? —pregunté al rato.
—Por decirlo de alguna manera, es donde todos nacen. Aquí es donde llegan todos los nuevos.
—¿Cuántos más hay?
—Cientos. Esto es como un mundo, una subrealidad o algo así.

   Giramos en un pasillo con una puerta roja al frente, Isaac la abrió y dimos en una selva. No podía creer lo que veía, me costaba trabajo asimilar todo esto. Seguimos avanzando en silencio por un par de horas hasta llegar a un lago donde nos detuvimos a descansar. Yo me agaché a tomar agua y luego me senté en el suelo.

—Todo esto es increible. Es como estar vivo, se siente tan... real —dije.
—No conoces nada aún. Esto es una pesadilla, un infierno —contestó Isaac.
—¿A qué te refieres?
—Me refiero a que esto es peor que estar vivo, con el tiempo lo entenderás Este es un punto que ella no vigila tanto, ahora que estamos "seguros" debo enseñarte algo.
—¿Si? Adelante —dije mientras me ponía en pie.

   Justo al hacerlo recibí un fuerte golpe de él en el estómago que me hizo arquearme y preguntarme dónde estaban mis poderes. Al instante recibí otro golpe hacia arriba en mi cara que me lanzó al suelo. Entonces Isaac se puso sobre mí y comenzó a golpearme la cara. Luego, con sus dos manos me tomó del cuello cortando mi respiración.

—Debes recordarlo, David. Debes recordar cómo vencerme —dijo Isaac.

   Inmediatamente golpee sus brazos haciendo que se doblaran y luego lo golpee con mi cabeza en su nariz y se apartó de mí. Me tomé unos segundos para recuperar el aire pero entonces recibí otro golpe en la cara y una patada en las costillas.

—¡Vamos Fisher! ¡Recuerdalo! —gritó Isaac.

   Este me lanzó un golpe más a la cara pero lo bloquee y le asesté otro en el estómago. Di un pequeño salto y le rodee el cuello con mis pies, de un giro lo tiré al suelo y rápidamente me puse sobre él a golpearlo en la cara hasta que entré en razón y me detuve.

—Bien hecho, no debes olvidarlo. Es importante, David —murmuró— Limpiate, debemos continuar.

   Él se levantó y yo me quedé unos segundos más ahí en el suelo pensando en lo que había ocurrido. Tras algunos minutos más de caminata, pude observar lo que parecía ser un coliseo y al acercanos más escuché también rugidos y gritos de ovación por un público que no veía aún.

—Prepárate para lo que sea que te depare una vez que la veas —me dijo Isaac.
—¿A qué diablos va tanto misterio? —pregunté con cierto enojo.
—Ya lo verás.

   Seguí a Isaac a la base de un muro y tras unos arbustos había una entrada secreta. Era algo estrecha y profundamente oscura, podía oír el sonido de las ratas cerca de nosotros, no tenía un olor agradable. Llegamos a unas gradas y comenzamos a subir por ellas, más de una vez tropecé debido a la oscuridad, conforme subiamos el olor se iba discipando y la claridad comenzaba a iluminar el sitio. Pude escuchar la risa de una mujer, el grito de un hombre y finalmente una espada realizando un corte. Isaac se detuvo y bajo su mirada, pude comprender su sentimiento. Pareció entrar en reacción de nuevo cuando Fatale le llamó.

—Isaac, querido. Ven, te estaba esperando.

   Una puerta sobre nosotros se abrió y pude observar una gran habitación como de un castillo, una estatua grande de la reina de ese lugar y varios soldados que estaban ahí para protegerla. Giré mi cabeza hacia la reina y vi algo opuesto a lo que esperaba... Era atractiva. Su cabello era de un rojo intenso, usaba su corona y tenía más accesorios de bisutería en sus manos, portaba un pequeño collar en su cuello. Su vestido era formal aunque de apariencia gótico de color negro, largo y con ciertos detalles en rojo. Sus hombros estaban descubiertos lo que hacia que resaltara su belleza. De tez blanca y sus ojos de un azul claro.

—La llegada que más he estado esperando. David Fisher o ¿Prefieres Cervix? —me dijo ella.
—Eso dependerá de ti —contesté.

   Fatale caminó hacia mí y puso su mano sobre mi pecho en forma de coqueteo y comenzó a rodearme sin quitar su mano.

—He escuchado y visto muchas de tus hazañas como héroe... pero aún te falta por superar la mayor de todas: tus miedos. La peor de las pruebas y las torturas no son físicas, eso lo sabes.
—Yo no tengo miedos —contesté.
—Por supuesto que sí —dijo ella en una risa— todo el mundo le teme a algo. ¿Tal vez un Adrian Castle? ¿Fallarle a la humanidad como héroe? ¿Un Moleq? O todas. El miedo es la verdad del mundo, todo lo que hacemos es basado en él. Es por eso que existe Omen.

   No sabía que responder, extrañamente sentía cierto temor de su presencia, sólo la veía fijamente a los ojos con seriedad pero a ella no le importaba. Puso sus brazos sobre mis hombros y acercó sus labios a los míos.

—Admito que eres fuerte de espíritu y no eres fácil de vencer ni mucho menos rendirse. Pero tu mayor miedo aquí será una realidad. Verás a todos y cada uno de tus seres queridos morir y no harás nada para detenerlo porque no podrás hacerlo, David Fisher —dijo en un susurro muy cerca de mis labios— No te dejaré morir hasta que pases todas las desgracias que tengo para ti.

   En ese momento pude sentir todo el miedo que nunca pude sentir. Sabía que ella lo infundía por lo que me mostraba lo más fuerte que podía. De pronto, un malestar comenzó a surgirme en el pecho. Poco a poco fue creciendo hasta que se volvió insoportable y caí de rodillas al suelo.

—Isaac, ¿Qué está pasando? —le pregunto Fatale.
—No lo sé —contestó.
—¡No,no, no,no, no! ¡Está reviviendo! ¿¡Cómo!?

   Isaac se tiró sobre mí con una expresión de felicidad.

—¡David, vuelve! ¡Ve con ellos! ¡Deben prepararse para esto! —dijo él.
—¡NO! —gritó Fatale.
—Isaac...

   Mi visión se vuelve borrosa, el dolor tan agudo que pierdo la movilidad. Finalmente me rindo, y todo se vuelve oscuridad.

Omen 2: Doctor IridioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora