Omen 2: Doctor Iridio

Capítulo 14.

   El presidente Arthur Goyer iba rumbo a Rusia en su avión presidencial, mediante las noticias se enteró que el resucitado Cervix impidió que Moleq atravesara el portal y el resto del equipo acabó con los Gravers restantes, deteniendo a Simons en su lucha por la tierra. Sin más recursos qué utilizar, Goyer entró en desesperación y tiró contra el suelo la pantalla que proyectaba el lugar. Gritando, comenzó a caminar de un lugar a otro, lo que preocupó a sus enormes guardaespaldas y llegaron donde él de inmediato. Una fuerte sacudida les hizo ponerse en guardia a todos en el avión. Arthur miró a sus protectores y miró la puerta con suma preocupación que se incrementó aún más cuando oyeron gritos de dolor y disparos ahí afuera. Los dos enormes sujetos sacaron sus armas y las apuntaron hacia la puerta, Goyer sacó su pistola con balas de iridio y se preparó. De una patada, la puerta se desprendió e impactó contra uno de los guardaespaldas del presidente dejándolo fuera de combate. Goyer disparó contra Gamma y justo antes de que la bala la tocara, Cervix la detuvo con su mano. El otro protector se abalanzó contra el héroe pero de la nada se detuvo y se oyeron varios huesos quebrados junto con su cara de inmenso dolor. Reign entró en la cámara y el sujeto cayó al suelo inconsciente.

—Es el final, Goyer. Sabemos todo lo que ustedes tres estaban planeando —lanzó Liam.
—Es bueno verte de vuelta, Cervix. Lamentamos tu pérdida pero nos reconfortamos al verte de nuevo —contestó Arthur.
—Cierra la maldita boca y pon las manos donde las pueda ver —le contestó el héroe.
—Deben saber que no impidieron su llegada. Sólo la retrasaron.
—Cuando venga a tocar la puerta, nosotros lo estaremos esperando. Y moriremos si es el precio de la libertad humana —respondió Kim.

   Arthur sólo sonrió e inmediatamente Karina le esposó para llevarlo a prisión.

—La humanidad está condenada. Hoy la salvan pero mañana tendrán otra guerra que librar —dijo molesto.
—Ese es nuestro trabajo. Proteger a los inocentes y asegurar su libertad, aunque siempre habrá alguno que atente en contra de ella —contestó Mara.