—Firma el permiso, mierda —________ suspiró—. No me gustan los hospitales.
Le sonreí burlón.
—Si te quedaras quieta y me dejaras terminar de ayudarte a vestir, estuviese en este momento firmándote el permiso.
________ se quejó, pero me ayudó a ponerte el vestido cuidadosamente. —Ya está —tomé su rostro entre mis manos y la besé—. A veces es bueno obedecer y quedarse quieta.
________ suspiró y se inclinó hacia adelante para que la besara. La puerta de la habitación se abrió, interrumpiéndonos. Era la enfermera. Vaya mierda, pues.
—Vengo a revisar el estado de la paciente —extendió una hoja amarilla hacia mí, la cual tomé—. Es el permiso del hospital.
Mientras llenaba y firmaba el permiso, la enfermera revisó una vez más a _________. Debe haberla encontrado, entre todas las cosas, bien porque nos dejó marchar.
—Recuerde las indicaciones que le di.
Asentí, lo que no debió haberle caído muy bien porque me fulminó con la mirada. Pasé el brazo por su cintura y la atraje con cuidado hacia mí. Caminamos muy lentamente hasta los ascensores y presioné el botón.
— ¿A dónde vamos? —me preguntó.
—Al departamento que compramos, claro. — ¿Ya no vas a quedarte con David?
Me estremecí.
— ¿Qué sucedió?
—David y yo nos peleamos —le sonreí triste—. Ya no nos vamos a hablar.
—Pero ustedes son gemelos, Luis. Siempre han...
—Pues resulta que mi gemelo ha estado asociado con tu ex para separarnos. No, _______. No puedo estar cerca de alguien que quiere separarme de mi chica. Tú y yo vamos a vivir juntos. Tenemos planes.
Ella sonrió abiertamente.
— ¿Te han dicho que puedes ser el tipo más romántico?
Las puertas del ascensor se abrieron. Los dos entramos con mucho cuidado.
—Puedo hacerlo porque puedo —le besé el pelo— y porque tengo a la chica más dulce, adorable, sexy, ardiente, sensual...
—Ya. Entendido.
Le sonreí burlón.
—Mientras dormías, estuve pensando en unas cosas.
— ¿Cuáles?
Hice una mueca.
—Como, por ejemplo, que tu padre ya debe saber que estás embarazada.
Los ojos de _______ se abrieron de golpe.
—Oh, mierda.
—Tu padre me matará. O como mínimo me dará la paliza de mi vida.—Yo puedo hablar con él para...
—Hablar con él te va a alterar —la besé— y es lo menos que puedes hacer. Déjame hablar con él.
—Pero, ¡te matará!
—Ya, mensaje recibido. Pero déjamelo a mí: es mi hijo el que llevas en el vientre.
—Puedes ser un abogado e igualmente te partirá la cara —protestó.
—Evítame la pena de saber que de una u otra forma tu padre va a dejarme totalmente jodido, nena.
—Pero es que papá.... —ella suspiró—. A papá lo que le importa es que la familia y sus amigos sigan pensando que soy, pues, virgen ¿Entiendes?
Le sonreí coqueto.
—Tú padre ni se imagina todas las cosas que te he hecho.
Ella sonrió burlona.
—Ni lo bien que te salen —dijo ella antes de besarme.
Cuando salimos del hospital, los flashes de las cámaras nos dejaron momentáneamente ciegos. Guié a _________ hasta el taxi.
— ¿Es cierto que su novia está embarazada?
— ¿Vinieron al hospital porque ________ sufrió un aborto?
— ¿Es cierto que _________ tenía un amante?
Presioné los dientes con fuerza.
— ¿Es cierto que el bebé no es tuyo?
_________ se deslizó al interior del taxi. Me giré hacia los buitres.
—No les pienso permitir que nos vuelvan a insultar de esa manera. ________ no tiene un amante. Sí, el niño es mío. Sí, _________ sufrió una amenaza de aborto. Sí, está embarazada ¿Ya? Ahora, ¡déjennos en paz!
Me deslicé al interior del taxi y este arrancó. _________ se acurrucó junto a mí.
— ¿Estás enojado?
—Pues claro, mierda. Acaban de decir un montón de estupideces.
________ rio.
—Pero se la viven inventando.
—Pero se metieron contigo.
—Pero no es la primera vez.
—Pero no me importa.
—Pero que sexy te pones cuando te enojas.
Bufé.
—No me cambies de tema.
—No lo hago.
—A ver, nena —le besé el pelo—. No voy a permitir que se metan con mi familia. Porque eres mi familia. Cuando el bebé nazca, nos vamos a casar. Ya quiero tenerte conmigo todo el tiempo para poder hacerte el amor las 24 horas del día.
_____ rio.
— ¿Qué hay de David?
Suspiré.
—La verdad le dije que no quería volver a verlo ni que se acercara a nosotros.
— ¿No crees que te pasaste un poquito?
—No. Esto que pasó es por su culpa: por querer separarnos.—Pero sigue siendo tu hermano. Creo que es demasiado.
—David nunca va a dejarnos en paz.
—Pero tampoco puedes decirle eso, Luis. David está dolido porque piensa que lo cambiaste por mí. Tienes que demostrarle lo contrario. Además esto ha sido culpa. Lo de la amenaza de aborto, yo...
— ¿De qué hablas?
—Ayer tropecé y caí. Sentí un dolorcito suave, pero no le tomé importancia. Quizá si hubiese venido a tiempo...
Besé su pelo.
—Todo va a estar bien, nena. No te preocupes. Tú, el bebé y yo estaremos bien.
— ¿Te pensarás lo de resolver lo de David?
Suspiré. —Sí, nena. Me lo pensaré.—Debiste decirme —se quejó Simón.
Al día siguiente de haber llevado a ________ conmigo, Simón me había llamado para que fuera a su casa a "platicar". Debí suponer que quería hablar de mi futuro hijo. O hija.
—Ya te lo dije: me enteré hace poco. — ¿Por eso es que estaban peleados?
Me vi tentado a decirle la verdad ¿Debería? La verdad quería hablarlo con alguien. Suspiré.
—Es complicado. Antes de pelearnos, le estaba preparando una sorpresa a _________. Resulta que el día que iba a terminar de prepararlo, ________ quiso salir a cenar. No sabía cómo decirle que no, sin que sospechara. Así que le pedí ayuda a mi gemelo.
Frunció el ceño.
—No entiendo.
—Yo le dije a David que se hiciera pasar por mí un rato mientras terminaba de prepararle la sorpresa. Parece que ________ le dijo a David que estaba embaraza, pero como buen patán supongo que la hizo enojar o no sé qué —suspiré—. Esa fue la razón por la que peleamos.
—Pero sabes que a tu hermano no le cae muy bien tu novia.
—Era la única manera de estar en "ambos lados".
—Lo bueno es que tú y ________ están bien. Porque lo están, ¿no?
—Pues sí, aunque ella insiste en que debo arreglarme con David.
— ¿Pelearon?
Suspiré.
—Le dije que no quería que se volviera a acercar a mí o a __________. Le dije que ya no era mi hermano.
Simón abrió los ojos como platos.
—Eso es algo muy serio, Luis.
— ¡Ya sé! —grité—. ¿Pero qué hago? David es mi hermano. ________ es mi novia. Está esperando un hijo mío. No me puedo decidir por uno o por otro.
—No es cosa de decidir.
— ¿Entonces?
—Debes dedicarle tiempo a los dos. Igual los dos son tu familia ahora.
—Pero David no quiere. Prefiere que me la pase todo el tiempo con él.
—Entonces tienes que hacerlo entrar en razón. No diciéndole que se aleje de ti ni diciéndole que ya no es tu hermano y bla bla bla. Acércatele. Que David vea que todavía tienen ese vínculo.
— ¿Pero cómo? Yo lo que veo es que ya no parecemos hermanos. Perecemos enemigos.
—Ve y habla con él. Negocia. Hagan un trueque. — ¿Crees que funcione?
—Al menos valdría la pena intentarlo.---
Casi media hora más tarde estaba frente a la puerta del departamento que hace apenas unos días compartíamos mi gemelo y yo. Me pregunté vagamente si esto sería buena idea. Si David me perdonaría después de todo lo que le dije. Me animé a tocar la puerta. Esperé. Esperé. Esperé. Esperé. Volví a tocar. Esperé. Esperé. Esperé.
Entonces abrió.
—Hola David —saludé
Se le veía sonriente. Dos rubias estaban con él, desnudas. Al verme, la sonrisa se le desapareció de inmediato.
— ¿Qué carajo quieres, Luis? —me espetó.
Tragué saliva.
—Vine a hablar contigo.
—Estoy ocupado, ¿no ves?
—Ya, entendido. Este...vine a disculparme. Por lo que te dije ayer.
Sonrió burlón.
—Que te den, Coronel. Ya es tarde. Vete que no quiero hablar contigo.
Fue a cerrar la puerta, pero yo lo detuve.
—Estaba molesto, ¿entiendes? ________ estaba mal. El bebé.
—Me importa un carajo el bebé. Me importa un carajo tu querida _________ y me importas un carajo tú. Vete de mi puta casa, imbécil. Yo a ti no te conozco.
—Pero...
—Vete, carajo ¡Vete! O te juro que llamo a la policía.
—David, yo...
—Lo dejaste clarísimo ayer, ¿no? Tú y yo ya no somos hermanos. Vete con tu novia y a mí déjame en paz.
Me cerró la puerta justo frente a mis narices. Mierda. Saber que había perdido a mi hermano dolía, pero más dolía saber que era mi culpa. Podría ser un cabrón insensible, pero David Coronel seguía siendo mi gemelo.Dejé el departamento de David y conduje sin saber a dónde ir. Estaba demasiado nervioso como para ir con _________. Sólo conseguiría preocuparla y poner en riesgo al bebé. No tenía ganas de ir con Simón, ni con mamá, ni con papá. Mi móvil sonó. Oh, no. _________.
—Hola, nena —respondí.
—Eh, ¿dónde estás? Dijiste que ibas a casa de Simón. Me aburro aquí sola. Te extraño.
Oh, nena. Perdóname.
—Es que Ryan me llamó —mentí—. Quiere que vaya un momento a su casa. No me tardo, cariño.
—Bueno, está bien. Este... ¿Me traes unas fresas?
Sonreí.
— ¿Y yogurt de vainilla también?
-Si puedes.
—Claro, nena. Yo te la llevo.
—Te amo, Luis
Oh, nena...
—Yo también, cariño —suspiré—. Eres mi vida, nena. Me muero si llego a perderte.
—No me vas a perder. A ninguno de los dos. Te lo juro.
— ¿Segura? —estacioné el auto. Las manos me temblaban—. ¿No te hartarás algún día de un bruto como yo?
— ¿Bromeas? El bruto del que hablas me ha tratado como una princesa. Ni siquiera mi padre en sus días buenos me había dado tanto cariño como tú. Eres mi héroe, Luis. Mi vida.
—Te amo, nena. Perdóname si alguna vez fui demasiado brusco, imbécil o si llegué a decepcionarte.
—Ya, nunca te pones tan sentimental ¿Qué tienes? Noto tu voz apagada.
Tragué saliva.
—No es nada importante. No te preocupes.
—Te amo. No lo olvides, ¿sí? Puedes hablar conmigo de lo que sea.
Apreté el móvil contra mi oído.
—Luis —murmuró ella—. Sé que tienes algo ¿Tiene que ver con el bebé? Todo va a estar bien, de verdad. Entre los dos vamos a poder.
Las manos me temblaban.
—No es el bebé, cariño. Claro que va a estar bien. Vas a ser la mejor madre que pueda tener.
—Y tú el mejor padre.
—Lo dudo. No puedo ser buen padre si no he sido buen hermano.
—Oh, Luis. Claro. Es por Davi ¿cierto? ¿Qué pasó?
—Nada, cariño. Tuvimos un problema.
—Oh ¿Pelearon?
Golpeé el guía con fuerza.
—La culpa es mía, __________. David fue al hospital a preguntar por ti, por el bebé, y yo lo traté como basura. Lo golpeé. Lo rechacé.
—David está enojado. Deja que se le pase. Tú no tienes la culpa. La culpa es mía.
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Mi Gemelo [ Luis Coronel ]
Fanfiction«¿En qué problema me metí?» Observaba a mi gemelo, David Coronel, sentado en el sofá de la sala viendo televisión. - ¿Qué fue lo que le dijiste, David? -le pregunté por tercera vez. -No sé, Luis. Ella estaba hablando mucho y le dije que se callara...