Cap - 8 Me estás jugando?

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—No, nena. Tú...

—Desde que aparecí en tu vida, David y tú se la pasan peleando —sollozó—. No quería causar tantos problemas. Perdóname, Luis. Nunca quise...

— ¡Ya lo sé, carajo! —grité—. Tú no tienes la culpa, pequeña. —Luis, voy a hablar con David. Te prometo que...

—No, no —suspiré—. Te lo agradezco, pero no. David estaba realmente molesto.

—Pero...

—No te preocupes por eso —sonreí cansado—. Iré por tus fresas y tu yogurt. Nos vemos en la casa, cariño.

—Ya, ¿pero estás más tranquilo?

—Escuchar tu voz es lo que más me tranquiliza.

—Te amo, Coronel.

—Yo a ti. Nos vemos en un rato.

Colgué. Suspiré y presioné con fuerza el guía. Un golpecito en el cristal llamó mi atención. Un arma plateada me apuntaba directamente a la cabeza.

—Baja del auto, Luis —Collins sonrió—. Tenemos que hablar

Abrí la puerta del auto y bajé. Collins sonreía, ocultando un poco el arma. Quien nos viera pensaría que estábamos charlando amablemente.

— ¿Qué quieres? —le espeté.

Collins sonrió.

—Ya, tranquilo. Estás muy arisco.

—Sí, ya sabes: un feto de mono me apunta con un arma.

Sonrió burlón, molesto.

—Bueno, ¿y qué tal está ________? No me hubiese imaginado que estaba embarazada —jugó con el arma, agitándola—. La verdad es que la idea era tener a _________, no a un paquete adicional.

—A mi hijo no le llamarás "paquete" —murmuré entre dientes.

—Me importa una mierda —acarició el arma—. Vine a proponerte un trato.

—Yo no hago tratos con...

—Cállate y escúchame —sonrió—. Te conviene.

—Dime lo que sea de una vez. ________ me está esperando.

—Es pre-ci-sa-men-te de la querida _________ de quien debo hablarte. Ah, claro: y del imbécil de tú hermano.

Apreté la mano en un puño.

— ¿Qué le hiciste a mi hermano?

—Nada, Luis. Todo depende de ti.

— ¿De mí?

—Yo te doy unas opciones y tú decides cual tomar.

Fruncí el ceño.

— ¿Qué opciones?

—Mira, Luis: la verdad es que __________ me sigue interesando, mucho.

— ¿Quieres que te patee el culo?

—Quiero que te calles y me escuches.

—Pues deja de hablar de mi novia como si fuera un de tin Marín de do pingue. —Cierra la puta boca y escucha —me apuntó discretamente con el arma—. Sólo tienes que decidir.

—Eso lo dijiste ¿Decidir qué?

—A quien quieres más —sonrió—. ¿_________ o tu hermano?

— ¿De qué mierda estás hablando?

—Es sencillo Luis: puedes elegir quedarte con tu ________, pero ya puedes despedirte de tu hermano porque ¡BAM! Será hombre muerto.

Abrí la boca para protestar, pero él me hizo callar.

—O puedes escoger a tu hermano y te aseguro que el paquetito de _________ estará perfectamente a salvo.

— ¿Y __________?

—Ah, ahí viene lo bueno. _________ regresa conmigo. Todo lo que tienes que hacer es decirle.

Fruncí el ceño, molesto.

—No —siseé.

—Si escoges a tu novia, te juro que van a morir los tres: tu estúpido hermano, _________ y el bebé —alzó el arma hacia mí—. Todos los que te importan se irán al carajo. Pero, si te portas bien, ellos tienen una oportunidad. Todo lo que tienes que hacer es lar-gar-te. ¿Qué vas a a hacer, Coronel?

Observé la puerta de mi departamento con furia. No tenía el valor de abrir la puerta y enfrentarme a __________. Me pareció escuchar la voz burlona de Collins decirme al oído: "Es sólo cuestión de decidir". Suspiré con dolor y la abrí. Una ___________ temblorosa y llorosa se me colgó al cuello. No le correspondí.

—Dios mío, Luis ¿Dónde estabas?

La aparté de mi de golpe. Oh, mierda. El bebé. Ella arrugó el ceño.

—¿Qué pasa? —preguntó.

—Me voy.

Ella contuvo el aliento.

— ¿En una gira o algo así? Porque yo puedo acompañarte.

—No, __________. Me voy del puto departamento.

—P-pero ¿Por qué?

—Porque... —suspiré—. No estoy enamorado de ti.

Se apartó de golpe. Las lágrimas comenzaron a salir de sus ojos.

—Me estás jugando una broma cruel.

—No. No te quiero. Ni a ti ni al bebé.

—P-pero t-tú...

—No quiero una familia ahora, menos contigo. Tú hiciste que me apartara de mi hermano. Entre tú y ese estúpido niño acabaron por joderme la vida.

__________ se tapó la boca con ambas manos y luego de mio una bofetada.

—Eres un maldito imbécil —señaló la puerta abierta—. Ya puedes largarte. Yo me haré cargo de mi hijo —chilló con fuerza—. Eres un hijo de puta.

Le lancé una última mirada, totalmente quebrado por dentro, y me giré hacia la salida.

—Perdóname, mi amor —murmuré para mí.

Una hora después de haber estado dando vueltas en el auto, descargando toda mi frustración y dolor, conduje hasta el departamento de David. Subí las escaleras de dos en dos, siendo incapaz de esperar por el ascensor, y al llegar a su departamento toqué la puerta con fuerza.

— ¡Voy! —gritó.

Volví a tocar la puerta con fuerza y noté como las lágrimas caían de mis ojos.

—Perdóname, __________. Perdónenme, por favor.

Volví a tocar la puerta, justo cuando David abrió, y acabé por golpearlo.

— ¡Jodido loco de la mierda! —gritó—. ¿Qué carajos quieres?

Lo empujé hacia adentro y cerré la puerta. Observé el interior del departamento. David estaba solo.

—¿Tú has hablado con Collins?

David palideció.

Mi Gemelo [ Luis Coronel ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora