1- El vestido

24 0 2
                                    

Querido diario:

Mi nombre es Ana, y para mi edad, considero que es algo extraño comenzar a llevar un diario; pero, a esta altura de mi vida, creo que de algún modo debo sacar todo aquello de lo que me siento prisionera y más cuando mis recuerdos son los primeros en atormentarme.

¿Cómo decirlo de una manera lo más sutil posible? Tan sutil que no me ofenda a mi misma...

Pertenezco a la clase más baja de trabajos, un trabajo asqueroso, humillante...No le demos más vueltas al asunto, soy una puta...

Comencé en esté empleo por mi propia cuenta, bajo la influencia de mucho, pero mucho alcohol, y, aunque borracha, puedo decir que estaba más cuerda que cuando estoy en mis cinco sentidos, decidí involucrarme en todo este negocio del sexo fácil, en relaciones de una noche... Probablemente te preguntes el ¿Cómo una chica joven y hermosa, puede envolverse en todos esto asuntos así porque si?. Pues déjame decirte, que hay una respuesta, probablemente lo suficientemente ridícula...

Hace unos años, antes de que iniciara con este gaje del oficio, terminé una relación con el chico que creía podía ser el amor de mi vida. Mucho tiempo ese chico hizo de mi lo que el quiso, me tenia tan estúpidamente enamorada que siempre que me mandaba a la mierda, y regresaba, yo caía en sus juegos, en sus mentiras, y sentía que el regresaba porque me amaba y no podía vivir sin mi. ¡Pero que ingenua fui! Decidí ponerle fin a todo eso cuando: un golpe, dos golpes...perdí la cuenta después de tres...Solo me recuerdo en mi habitación a mitad de la noche, tirada en el piso, llorando, y con más de la mitad de mi cuerpo con golpes, me decidí a que entonces  yo iba a hacer de los hombres lo que me diera en gana.

Se que a lo mejor fue una decisión cargada de rabia, fue imprudente, lo hice sin pensar...Pero ¿Qué esperabas? Tenía lo intestinos hechos nudo, en mi pecho se juntaron costales de piedras y mis pulmones e hígado comenzaron a sufrir consecuencias que no merecían, pero que estaba dispuesta a pagar.

No soy como las putas de la calle, ¡pero por supuesto que no! Me considero un poco más discreta y con clase con respecto a ello.

Comencé acostándome con un chico, no recuerdo su nombre, lo conocí en un antro y los dos estábamos muy ebrios. Al amanecer en el hotel, me di cuenta que estaba yo sola, no solo en la cama, en la habitación, en la vida... Desperté y miré a todas la direcciones, vi un sobre en el tocador, me estiré un poco para tomarlo; este incluía un mensaje por la parte trasera:

"Ana, anoche fue sumamente delicioso, juro que lo gocé como nunca ¡Eres una diosa! Aquí está tu paga, hasta nunca."

Dentro del sombre había una fuerte cantidad de dinero, no recordaba que era lo que había pasado, pero me agradaba la idea de que el lo había gozado y yo también y que no tenía que volver a verlo. Además de que era una suma atractiva, y bueno, a las mujeres nos gustan las compras ¿no?

Salí del hotel con la cartera repleta de dinero, y me dirigí hacia la primera boutique que se me cruzó. Encontré una selección de vestidos provocativos pero que llevaban un toque de elegancia, esa clase de vestidos que hacen ver a una mujer sofisticada pero sensual a la vista. Tomé uno que en particular me llamó mucho la atención; rojo carmesí, entallado, con escote en "V" en la espalda. En la misma boutique, habían estantes con zapatillas de tacón, de muy buena calidad tomé unos que hicieron muy buen juego con el vestido y con un abrigo de piel que le quité a un maniquí del aparador. La señorita del mostrador me preguntó que si lo envolvía en caja o prefería llevarlo en bolsa.... Y yo dije:

-¿En una bolsa?...¡Por dios! Lo llevaré puesto. Saldré esta noche...

Un millón de hombresWhere stories live. Discover now