13- Helado

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Aquella tade resultó ser bastante agradable; hacía mucho tiempo que no reía hasta que mi estomago suplicara que me relajase. Cuando llegó el momento de irme, Joe me siguió hasta mi transporte y antes de que pudiera entrar al vehiculo detuvo la puerta con una mano y me miró con tanta ternura que no pude decirle algo al respecto.

-La he pasado muy bien, creo que deberíamos vernos mas... me interesas, Ana.- Su mirada penetrante pero cautivadora a la vez, no me permitieron darle un "no" por respuesta.

-Te veo mañana, aquí, a la misma hora entonces...- Me limite a sonreír y en un atrevimiento le robé un beso en la mejilla, muy cerca de sus labios.

Se quedó allí parado, viéndome subir al auto; realmente era un chico muy emocional, podía notar de inmediato que era lo que sentía con solo verlo un par de segundos.

Al llegar a casa y hacer mis actividades nocturnas rutinarias, me di cuenta en que no podía borrar a Joe de mi mente. Navegaba entre mis pensamientos en muchas formas, lo veía sosteniéndome la mano, o dándome largos abrazos con sabor a un "te quiero". Imaginaba sus manos pasearse por mi cintura para finalmente tirarme hacia el y llenarme de besos, cálidos y dulces. Pude imaginarlo en una y mil formas románticas, pero jamás pasó por mi mente el tener que tener algún contacto sexual con el.

Por la mañana, amanecí de un humor muy especial, me sentía feliz pero nerviosa, algo así como cuando es tu primer día de clase, sientes que el estomago te da vueltas, sudas frío y tu corazón palpita cada vez más rápido. Hice mis actividades normales, lo mas rápido que pude ya que quería tener tiempo suficiente para poder elegir un atuendo adecuado, maquillarme y bañarme sin prisa alguna. Afortunadamente todo salió  bien en forma  tiempo, tomé mi bolso y salí de casa.

Ya en camino, comenzó a formarse el trafico. ¡Pero por supuesto! a veces todo es muy bello para ser cierto, no siempre todo va a salir como lo deseas, siempre debe de haber uno que otro detalle. Independientemente de eso, no iba a permitir que se arruinara todo, así que bajé del vehículo y camine directo a mi destino, con la esperanza de llegar. Mas que una necesidad de verlo, se convirtió en una competencia conmigo misma, de dejar atrás todo miedo y continuar caminando, para así sentirme satisfecha no quedarme en el maldito ¿Qué hubiera pasado si...?

A cada paso que daba le aumentaba cada vez mas velocidad, puedo decir que llegó un momento en el que sentí que no solo corría, pude percibir como mis piernas tomaban un ligero impulso y se elevaban. Llegué a mi destino una hora tarde, para mi suerte, no había señal alguna de Joe. Me senté un par de minutos en el piso, recargándome en una pared, lamentándome y reprendiéndome por dentro, diciéndome a mi misma que pude haber ido mas rápido. Había perdido toda esperanza de que en algún momento apareciera, así que decidí levantarme y regresar a casa defraudada de mi misma.

A penas avancé unos pasos y escuche que gritaron mi nombre.

-¡Ana! ¡Ana!- gritaba Joe mientras saltaba para que lo viera.

Sonreí aliviada, quitándome esa frustración que me comía el alma, camine lo mas rápido hacía el con el corazón queriendo salir de su lugar. Y cuando al fin lo tuve enfrente solo dijo:

-¿Creías que me iría sin verte?- ladeó la cabeza haciendo un gesto muy tierno y me lanzó la mas adorable de sus sonrisas mientras me rozaba la mejilla con su mano.

Fue una tarde maravillosa, fuimos a un museo de arte, y me habló de como le apasionaba la música y el baile. Me invitó un helado y puedo jurar que hice que durara horas solo por llenar ese espacio de mi que quería sentir placer solo por saber que el me había invitado ese helado.

Encontramos un par de amigos mas tarde, entre ellos, Antonio. Nos hicimos compañía un par de horas más, reímos y comimos pizza. Cuando empezaba a oscurecer, caí en cuenta que había salido tan aprisa de casa que había olvidado llevar una chaqueta conmigo.

Mientras caminábamos comencé a titiritar; Joe soltó mi mano y de su mochila sacó un suéter  lo colocó sobre mis hombros y me abrazó todo el camino de regreso. Fue el acto más caballeroso que alguien pudo haber tenido conmigo, de esos detalles a la antigua, sencillos, pero llenos de amor.

Caminamos un par de calles más hasta que llegamos a una estación de metro.

-Muy bien Joe, hora de despedirse...- dijo uno de los chicos tendiéndole los brazos para abrazarlo.

Yo no sabía que era lo que pasaba, no sabia porque todos se abrazaban y se despedían con tanto afecto, como si... como si no fueran a volver a verlo. Me quedé allí parada contemplando la escena, confundida, sin realizar ningún movimiento, viendo la gente pasar.

Joe me miró desde una esquina, apartó a todos de su camino y se dirigió a  mi; esperaba escuchar una explicación, pero no. Llegó, puso sus manos en mi cara, me tomó, me besó.

Querido diario, fue toda una escena de película, cuando me besó, inmediatamente las demás personas desaparecieron y solo éramos el y yo. Fue un beso largo, un beso con sabor a un "adiós", fue romántico, pero triste al mismo tiempo. No dijimos nada, solo nos miramos y me sonrió de la forma más dulce que pudo. Como dije antes, era un chico muy emocional, y pude notar como detrás de su sonrisa había tristeza reprimida; subió al vagón del metro, las puertas se cerraron y al comenzar a avanzar tuve la necesidad de detenerlo para besarlo una vez mas, solo me miró con un semblante triste, y se fue.

Tal vez creas que estos dos días fueron ridículamente cortos como para decir que me enamoré de el, pero te voy a decir algo querido diario, en esos dos días, el me dejó una agradable sensación, un suéter y un helado.

¡Sí, maldita sea!

Estos últimos meses, en dos horas, los hombres me invitaban una habitación de hotel; y él, en dos días tuvo el detalle de solo eso, invitarme un helado.


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⏰ Last updated: Sep 05, 2017 ⏰

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Un millón de hombresWhere stories live. Discover now