CUATRO.

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Ya era la hora de salir de clases, pero justo cuando estaba por cruzar la puerta del salón hacia el pasillo la maestra de español me detuvo con una mano en el hombro.

—López, espera a que tus compañeros salgan y dejen el salón vacío después apagas las luces y cierras la puerta, yo no puedo y tengo prisa.

—Yo igual profesora—respondí con un resoplido.

Y sí que tenía prisa, mis padres salían a trabajar en aproximadamente quince minutos y tenia que estar en casa en unos diez, además que mis padres ni locos contratarían a una niñera.

—Es una orden—dijo con autoridad y se fue.

Bufé y me crucé de brazos hasta que el salón quedó rápidamente vacío exceptuando a la ya conocida Michelle que se movía malditamente lento y no sabia si lo hacia a propósito.

—¿Te puedes apurar Michelle? Tengo que cerrar el jodido salón y no tengo todo tu tiempo.

Ella estaba tan concentrada en levantar sus cosas que cuando hablé ella se asustó y cayeron al piso su estuchera con todos sus lapices y bolígrafos fuera. Rodé los ojos y camine hacia ella y me acuchille para tomar su estuchera y recoger todo lo que se cayó. Metí el resto de sus cosas su mochila mientras Michelle sólo me miraba. Me levante y le di ligeros empujoncitos en el hombro.

—Vamos, fuera.

Prácticamente se fue corriendo del salón y pude apagar las luces y cerrar.

Compañera de clase.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora