Capítulo 18.

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Sé que la incomodidad se refleja en mi rostro porque Dave no ha dejado de mirarme en todo el tiempo que llevamos sentados fuera de un local corriente bebiendo batidos.

Trago saliva con dificultad y revuelvo el líquido dentro del vaso plástico con la pajilla, sintiendo un par de ojos oscuros sobre mí todo el tiempo. Los primeros minutos, Dave se esforzó en sacar un tema de conversación, preguntándome diferentes cosas pero se dio por vencido al darse cuenta que mis únicas respuestas eran afirmaciones con la cabeza y encogimientos de hombros.

—Ah... —miro hacia el frente, esperando oír lo siguiente que saldrá de sus labios— Hace frío, ¿no...?

Aprieto los labios pero la risa escapa de mi boca por sí sola. Al darse cuenta que estoy riendo, Dave ríe también y se pasa la mano por el cabello, optando una imagen más jovial y relajada.

—Tus intentos por sacar un tema de conversación son horribles.

—No me culpes —alza las manos en derrota y toma su batido, dándole un sorbo pequeño—. No me gusta estar en silencio.

—Si no me lo dices, no me doy cuenta. —ruedo los ojos, un poco más relajada. No tanto pero igual.

—Oye, no me respondas con sarcasmos.

Río —¿Por qué?

—Porque es de mala educación responder con sarcasmo, Natalie.

—Por qué no te gusta estar en silencio, idiota.

—Ah, te referías a eso —dice riendo—. Bueno, pues porque me siento incómodo. ¿Tú no, Natalie?

—No. Y por favor, no vuelvas a llamarme Natalie. Sólo dime Nat.

—¿No te gusta tu nombre?

—Sí. Es sólo que cuando me dicen «Natalie» siento como si la otra persona estuviera enfadada conmigo. Además, sólo mis padres lo usan cuando están enojados conmigo.

Es sorprende que la conversación esté fluyendo de esta manera. Jamás me imaginé estar en una mesa para dos, sentada junto a Dave, bebiendo unos batidos.

—¿Qué hay de ti? —le pregunto luego de beber un sorbo de mi batido de fresas—¿Dave es tu nombre o sólo es una abreviación?

—Abreviación. Mi nombre es David pero casi nadie lo sabe. Y no digas "abreviación".

—¿Por qué? —inquiero, la risa pica mi garganta.

—Porque me hace pensar en la palabra aberración y mi mente lo asocia de inmediato con que tú me estás diciendo que soy una aberración.

Suelto una carcajada tan fuerte que logra llamar la atención de varios clientes y los camareros que caminan entre las mesas. Mi rostro arde por la vergüenza pero no puedo parar de reír por lo que él ha dicho. El ataque de risa es tanto que tengo que quitarme los anteojos para secar las lágrimas que corren por mis mejillas.

Pasados unos segundos, el silencio nos rodea. Tengo la garganta seca así que bebo mi batido con rapidez hasta el punto en que siento un pequeño dolor de cabeza. Tomo los anteojos con la intención de colocármelos otra vez pero Dave me detiene, su mano está sobre la mía.

—No te coloques los anteojos.

Parpadeo —¿Por qué?

—Luces mejor sin ellos. Me gustan tus ojos.

Gracias al cielo no tenía nada en la boca porque sí hubiera sido así yo habría escupido todo frente a su rostro.

—Lo siento —se disculpa—, no quise hacerte sentir incómoda.

No respires cerca de mí » dave francoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora