Capítulo 25.

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Después de contarle a Charisma y Rick que me gustaba Dave, el resto de la semana fue bastante... estresante.

El martes tuve a mis amigos encima de mí todo el día, preguntándome sí lo que había dicho el día anterior había sido verdad. Los ignoré todo lo que pude y ya cuando estábamos en la última clase, exploté y les dije a ambos fuera del salón que dejaran de insistir con el mismo tema, que todo era verdad y como siguieran insistiendo de esa manera, Dave dejaría de gustarme. Ellos se quedaron tranquilos.

El miércoles, mi mejor amiga estuvo molestándome por mensajes todo el día. No pudo asistir a clases por el cumpleaños de su abuela y sus padres fueron a la casa de su abuela y la obligaron a ir. Me aburrí como el infierno todo el día sola en clases pero tuve un par de regaños por parte de los maestros por estar pegada al teléfono y no poner atención a las clases. Como sí los regaños no fueron suficientes, al final de la jornada Charisma me dijo que iríamos al centro comercial junto a Rick. Por un momento estuve dispuesta a aceptar pero cuando ella comentó que Dave nos estaría esperando allá, me rehusé a toda costa ganándome una mala mirada de parte de ella. Me enfadé mucho con Charisma por estar haciendo planes para esas tontas citas dobles y ella terminó diciéndole a Rick que yo era una aguafiestas y que llamara a Dave y le inventara alguna excusa del por qué no íbamos a ir.

Ella me pidió que la acompañara el día viernes después de clases y yo acepté una vez que la oí escuchar que juraba por su madre que esta no era una de sus trampas.

Y ahora estamos aquí. Yo sacó los cuadernos de mi casillero y mi mejor amiga golpea el piso con el zapato mientras que mira de forma incansable su teléfono celular.

—¿Te falta mucho? —me pregunta.

Tomo mi cuaderno de español y lo dejo dentro de mi mochila. La cierro y repito la acción con la puerta de mi taquilla.

—Ya estoy lista —anuncio. Cuelgo la mochila en mi hombro—. ¿Podrías dejar de mirar tu teléfono? Me pones nerviosa.

Ella ríe, desviando la mirada —Oh, sí. Lo siento.

—¿Qué diablos te pasa? Te noto demasiado intranquila. Como si...

—¿Cómo si sí...?

—Como si estuvieras atrasada y necesitaras llegar a un lugar con urgencia.

—Pues claro —me toma de la mano y me obliga a caminar por el largo pasillo lleno de estudiantes—. Iremos al centro comercial y como no nos apuremos, perderemos todas las ofertas.

Relamo mis labios, lista para protestar.

—Lo sé —se adelanta Charisma en hablar—. Sé que odias ir al centro comercial sobre todo cuando hay ofertas pero eres mi mejor amiga y es eso lo que hacen las mejores amigas: se acompañan. Además, Rick tiene práctica esta tarde y no se va a desocupar hasta las seis.

—Está bien.

Ella me sonríe y yo ruedo los ojos. Mi mejor amiga desactiva la alarma de su coche y los seguros se desactivan de inmediato. Nos subimos a la misma vez y lanzamos nuestras mochilas en el asiento del pasajero para ir más cómodas.

El viaje hasta el centro comercial es agradable. Conversamos de muchas cosas y Charisma se encarga personalmente en que el tema de conversación entre nosotras nunca muera. Ella me cuenta sobre las ganas que tiene de asesinar a algunos maestros y yo la convenzo de que si algún día sucede eso, no iré a delatarla con la policía. Ninguna de las dos se da cuenta que hemos llegado hasta que un hombre que está esperando dejar su coche en un lugar en el aparcamiento toca el claxon con insistencia.

No respires cerca de mí » dave francoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora