No me siguieron, o al menos no los vi detrás de mí de camino a mi despintado Ford del 95. Era de segunda mano, pero era mío y quizás una de las pocas cosas que podían pertenecerme dentro de esa casa, aparte de mis dibujos y mis intentos de canciones.
Subí frente al volante y levanté todos los cristales, encendí la calefacción y las ruedas chirriaron contra el pavimento cuando
aceleré a fondo. Escapé, no estaba seguro de dónde ir, sólo quería desaparecer. De ser posible abrir un agujero en el suelo y enterrarme en él.
Mientras conducía sentía esa lacerante presión en el pecho que me hacía ver que estaba fuera de lugar, o incluso sobrando. Estaba ocupando espacio dentro de una familia, dentro de una casa, no hacía nada bueno ni tampoco nada malo, y ni si lo hiciera... mis padres jamás se darían cuenta de ello. Sólo respiraba, ni siquiera vivía.
¿Qué sentido tenía estar dentro de una familia donde tu nombre jamás había estado en una misma oración que las palabras "admiración" y "orgullo"? No tenía sentido.
Iba por una de las calles principales de Boston a unos ochenta kilómetros por hora, la nieve comenzaba a caer de nuevo en forma de pequeños copos blancos que terminaban estrellados en el parabrisas, y el auto resultaba más difícil de controlar con la fina capa de hielo que se había formado bajo las ruedas y sobre el asfalto.
No había mucho tránsito por lo que eso ayudaba un poco. Recordé a mi novia, la imagen de Marta me trajo una esperanza, si iba a visitarla de seguro me sentiría mejor, ella siempre lograba sacarme una sonrisa.
De sólo imaginarme su rostro angelical, con un par de mechones rubios y ondulados cayéndole a ambos lados, sus ojos castaños, su sonrisa blanca, su risita nerviosa y el rubor que invadía sus pómulos cuando le decía que la quería... todo parecía tan sencillo.
Lo estaba considerando cuando aceleré un poco más, la aguja del velocímetro casi llegaba a los noventa kilómetros.
Sólo oí el impresionante sonido que provenía de mi costado derecho, me giré a ver quitando a duras penas la vista del camino que bruscamente se giraba y vi que una camioneta negra había impactado con la parte trasera de mi auto logrando que perdiera completamente el control.
El ruido de la estructura de mi coche quebrándose por el choque aún resonaba en mis oídos cuando me vi dando tumbos, deslizándome y con las ruedas chillando contra el asfalto, era inútil tratar de domar al coche... era inminente. Cuando fui consciente de lo que tenía enfrente, ya era demasiado tarde.
Mi auto colisionó de lleno con el poste de luz ubicado en la esquina siguiente de la que había presenciado el choque, plegándose como si de un acordeón se tratara y rápidamente lanzándome fuera de mi Ford. Supe que perdí el conocimiento antes de llegar al suelo, porque lo último que escuché fue el sonido de los cristales de mi parabrisas quebrándose contra mi cabeza y sentí que algo caliente se deslizaba desde los cortes.
Aquel impacto me sumió en una completa oscuridad casi al instante, y supe que debía agradecerlo, aquello era más agradable que lo que sabía que me esperaba si seguía consciente.
Oscuridad que sería mi compañera por más tiempo del que cualquier persona cuerda sería capaz de soportar, aunque en ese momento no estuviera en condiciones de hacer otra cosa que no fuera aferrarme a ella con todas mis fuerzas, aferrarme a la única cosa que sabía que existía, porque lo que era mi cuerpo... simplemente no lo encontraba, no lo sentía.
Bien podría seguir cayendo al suelo, o quizás ya estaría sobre él, con los huesos rotos o quizás no... de repente olvidé todo. Todo cuanto había pasado desde unos segundos antes para atrás.
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Contigo La Oscuridad No Existe |Niall Horan & (Tu)___|
FanfictionSipnosis: La vida es dura, te quita todo hasta que la escuchas reír maquiavélicamente en tu cabeza, disfrutando de tu dolor. La vida es injusta, difícil, cruel y vacía... lo es cuando una oscuridad te cubre de pies a cabeza expandiéndose a todo c...