Contrato en pie

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Dominado por la inquietud, Sebastian no hacía más que observar a aquel niño.

De un color azul claro, el pelo de aquel comenzaba a teñirse con un azul oscuro.

Y sus ojos... Aquellos ojos que Sebastian tanto amaba se asomaban lentamente.

Ciel dejaba aquella taza de té encima de la mesa que se encontraba al lado de su cama.

- Te has tardado mucho en venir, ¿No lo crees? -

Ciel caminaba, Sebastian retrocedía.

A pesar de que Sebastian era un demonio y, en su larga vida como tal, había pasado por muchas cosas y había visto bastante, esto no podía parar de sorprenderle.

- Te estuve esperando aquí, día con día, teniendo que soportar a un niño inmaduro que no hacía más que fantasear, ¿Crees que ese ha sido un buen ambiente para tu amo? -

Sebastian retrocedió tanto que chocó con la puerta que se encontraba tras de él, Ciel lo tenía acorralado.

- ¿Por qué huyes? -

El símbolo del contrato brillaba amenazante, como si estuviera exigiendo algo.

- No es posible que te encuentres aquí, mi amor. -

Sebastian por fin se dispuso a hablar, puesto a que hace unos instantes no se atrevía a hacerlo.

- ¿Mi amor? -

Ciel lo miraba con furia, como si tan sólo haberlo escuchado decir aquel par de palabras lo hubiera asqueado como nunca en su vida.

- ¡¿Aún tienes el descaro de llamarme de esa manera?! -

Ciel tomaba con ambas manos el cuello de Sebastian, y apretaba.

Apretaba tan fuerte que cualquier ser humano normal ya hubiese muerto.

Su mirada demostraba un odio profundo y sincero, como si este hubiera estado escondido durante mucho tiempo y por fin estuviera siendo demostrado.

- Ciel, por favor, ¡Cálmate de una vez! -

Sebastian no tuvo otra opción que gritar, puesto a que no lograba comprender la razón de la rabia de Ciel.

- ¡Aún cuanto te di todo! -

Lágrimas salían de los ojos de Ciel, el contrato no paraba de brillar con fuerza y penumbra.

- Aún cuando te amé con toda mi alma... ¡Tú te fuiste! ¡Dejaste que me asesinaran! -

Sus uñas poco a poco comenzaban a encajarse en la piel del cuello de Sebastian.

- Por tu culpa... ¡Por tu culpa nunca fui feliz! -

Los ojos de Ciel se encendían, aquel rojo característico en los ojos de un demonio se mostraba ahí mismo.

¿Cómo era posible que Sebastian no hubiera notado antes? Aquella presencia demoníaca que había en esa casa. Hasta ahora era notable para él.

Kuroshitsuji: Hora del té [Yaoi] [Sebastian x Ciel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora