El de ojos azules

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Narra Jazmín

--Entonces saliendo vamos a mi casa-- propuso Zulú y yo asentí muy contenta. Estoy muy feliz, emocionada y nerviosa de saber que hay más información de la que me brindó Zulú en un tiempo atrás.

--Vamos ya-- le dije, para ingresar antes de que tocara el segundo timbre.

Durante el camino no hablamos nada, y mi cabeza pensaba en momentos banales de mi niñez, tales como antes de conocer a Zulú. Me acuerdo que corría por estos pasillos con mucha euforia con amigos que ahora desconozco, claro que era mi primer año y como a cualquiera la emoción me embargó.

Ya en segundo entro ella, he ahí donde comienza la historia de nuestra amistad. Conocer a Zulú hizo un gran cambio en todo mi entorno, desde que me hice su amiga muchos de los que se hacían llamar mis amigos se fueron alejando poco a poco. ¿Por qué? No lo sé. Pero siempre supe que Zulú necesitaba alguien que la escuchara, alguien que sacara esa pequeña que se había ido con sus padres, tal vez alguien como yo. Por eso se alejaron de mi, por acercarme yo a ella.

Zulú cuando llegó poseía una actitud huraña con todos, pero conmigo fue distinto, ella aceptó mi muestra de amistad y cariño, después de tanta insistencia, claro. Además desde que se raspó su pierna hace tiempo atrás, y yo intenté ayudarle, ella y yo comenzamos nuestra amistad con el típico "me caes bien".

Zulú es de las personas que si piensas en algo, no te interrumpe. Así que si quiero romper el silencio, tendré que dar el primero paso. Pero no fue necesario, ya que nos encontramos en el portal del salón y divise el sitio que ayer ocupé. Un chico nuevo estaba en el dichoso lugar.

Zulú me miro perpleja esperando que actuara tajante con el chico nuevo. Pero no lo hice, ya que no soy así. Sin embargo tenia que hacer entender a mi amiga que no era necesario que retire al chico de mi sitio, que podría buscar otro.

--Zulú, ve tu... Yo buscaré otro sitio-- le sonreí y ella asintió.

Me detuve un par de minutos buscando sitio y divisé dos. Los dos peores sitios que podría imaginar: uno al lado de David con los idiotas y el otro en el peor lugar, este estaba en la parte de atrás; para ser exacta es el último asiento. Miré a Zulú disgustada y ella también miro los asientos disponibles, así mismo me compadeció con la mirada.

Me encontraba de pie por un buen tiempo, decidiendo a donde ir. Entonces sentí una mano en mi hombro izquierdo.

Me giré a ver quien fue el o la del improviso contacto --Señorita, tome asiento por favor-- dijo una señora de aproximadamente 50 años, llevaba unos anteojos circulares que dejaba mas notable sus arrugas. Su labial de color rosado pastel, que combinaba con las monturas, se notaba algo corrido. Lleva un traje rosado con detalles negros, como sus botones y bolsillos, una bufanda de color plomo y unos zapatos del mismo color. Un muy mal gusto.

Asentí dudosa y con algo de miedo, puesto que es nueva maestra y no quiero que se lleve una mala impresión de mí. Se encamino a su mesa, mientras yo fingí dirigirme a un sitio.

--Joven-- llamó a Raúl --traiga el asiento de atrás, por favor-- solicitó a mi compañero.

Maltida sea!*

--Jaz, ven ya... No te queda otro sitio-- dijo David tocando el asiento de su derecha y haciendo pequeños toques donde va el trasero --yo no muerdo chica- concluyó giñandome, mientras sus amigos lo apañaban con silbidos y risas escandalosas. El alboroto de los idiotas llamó la atención de la maestra, que miró al lugar y me señalo con la mirada, como culpable.

--¡Señorita es la segunda vez que le digo que tome asiento! -- alzo la voz --o saldrá de mi clase a sentarse en el patio-- señalo la puerta, haciendo que yo tenga un ataque de vergüenza. Sentí como la sangre subía por mis mejillas. Seguro estaba igual de roja como mi cabello.

¡No soy Femenina!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora