¿Estas bien?

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Narra Zulú

Como era de esperarse mi celular esta sin batería por dejarlo prendido y con música toda la noche. O seguro le dio un ataque al corazón, o batería, ya que William envió un mensaje. Aunque dejando de lado la broma, lo mas probable es que sucedió lo primero.

La alarma dejo de sonar y con ella el sueño que tenía. Di un largo bostezo y estire mis brazos y mis piernas. Sentí el amargo sabor de mi saliva y mi rostro lo expresaba muy bien. Con esta sensación en mi cavidad bucal, me sobraban energías para ir corriendo al baño. Este mal sabor me trae un peculiar recuerdo. Mañanas como estas me recuerdan las veces en que mi padre me esperaba en el baño con el cepillo listo para lavar sus dientes y alistaba el mio con toda y su pasta dental colocada, y me esperaba para iniciar juntos. También recuerdo que tarareaba una canción, muy linda y divertida para mi gusto de niña, en ese entonces. 

Me acerque al espejo de mi lavadero y observe mi cabello enmarañado, luego baje la mirada a una linea de color blanco, que hacian su recorrido iniciando desde el lado izquierdo de mi labio en dirección a mi oreja, ciertamente era baba.

—Augggh— me quejé.

Esta clase de mañanas me daban un terrible mal humor, hacia que mi dia sea convirtiera en un reto para mi rutinario estado de humor. Todas mis ganas se reposan sobre una silla de pesimismo y rabia.

Pero la salvación de este dia tiene nombre y apellido: Jazmín Meneses. ¡Esa chica sabe como devolverme el animo en un santiamén!

Narra Jazmín

Abrí mis ojos y clave mi mirada al techo y la mantuve ahi por un largo tiempo. Mi cabeza comenzó a rebobinar acontecimientos, hechos, una que otra causa, experiencias, recuerdos, todo lo que me llevase a sacar por mi propia cuenta, una razon que me explique porque esta situación tiene que estar pasando. Primero mi padre que el primer dia de la escuela me quiso decir algo y no pudo, y ahora mi tía con cáncer. Que pasará después... ¡¿Zulu enamorada?!

—Ay detesto estos pensamientos irónicos y sarcásticos— me quejé refunfuñando y tapando mi rostro con la palma de mis manos.

Tome mi móvil que comenzó a sonar la rutinaria alarma y lo apagué. Curiosamente hoy me levante antes que el despertador, es notorio que la preocupación me mantiene viva y en alerta.

Di un largo y profundo suspiro y luego me levante de la cama a hacer lo que siempre hago.

[···]

—Papá, hay algo que querías decirme el otro día... ¿Que era?— ingresé y cerré la puerta del coche, creando un silencio abrumador entre mi padre y yo.

—Ah! Si... Claro, de eso... Hablaremos... el d-domingo— titubeó.

—Okeey— musité.

Otra vez el silencio se adueñó del momento, haciendo que cayese en un mar de dudas.

Siempre tuve la manía de preguntar cuando no sabia algo, dudaba o se quedaba inconcluso. Pero ahora es distinto, siento que es mejor quedarme con la duda. Una parte de mi, no importa el tamaño que tenga, tiene la certeza de que si pregunto una vez mas, me arrepentire del resultado. El hecho de que mi padre se ponga nervioso al decirme algo, me pone muy tensa. ¿Es tan grave lo que me dirá? ¿Es tan importante que tengo que espera? O ¿es que me esta dando tiempo para que cuando me diga, no lo tome como un hecho catastrofico?

Un sin numero de posibilidades y supuestas respuestas hacen de mi una victima del resultado. Estos momento me hacen recordar una sita de un escritor:

"La esperanza es el peor de los males, pues alarga el tormento del hombre"

¡No soy Femenina!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora