Capítulo 4.-

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-Bien. –dijo Tyler y se acomodó en el sofá donde ya se encontraba América sentada al estilo indio y retorciéndose las manos en el regazo. El pelinegro imitó su posición, tomó el ukulele que se encontraba entre ellos y se aclaró la garganta.

-No sé si esto funcione ¿Qué opinión podría darte? No sé nada de escalas, ni notas y...

-América. –la interrumpió Tyler con una sonrisa divertida. –Háblame un poco de tus gustos musicales.

-Eso es una pregunta algo personal. –respondió a la defensiva, ya estaba comenzando a dudar de todo ¿era buena idea estar en un sofá con Tyler? ¿Solos en su departamento? ¿Sola con el vecino que hasta hace unos minutos le parecía irritante?

-Entiendo. –él volvió a sonreír y América intentó no rodar los ojos, esa bonita sonrisa la sacaba de sus casillas. –Entonces solo dime una banda y un solista que te gusten.

Ella lo pensó unos segundos, no le llevó mucho tiempo decidirse y para Tyler había sido una maravilla. Verla morderse el labio mientras se perdía en sus pensamientos.

-Una banda sería Queen, sí. –dijo recargando la barbilla en sus nudillos, Tyler la imitó y la animó a seguir. –Luego está Elvis.

Tyler murmuró algo mientras movía unas partituras en el espacio entre ellos pero América no alcanzó a oírlo y lo observó con ojos entrecerrados mientras afinaba su instrumento.

Le quedaban los ukuleles, pero se moría por oírlo tocar el piano que se encontraba instalado en un rincón de la sala, lo imaginó sentado con los ojos cerrados y la voz que había oído instantes atrás. Dulce, pensó.

-Esta canción la escribí cuando estaba en Ohio. –dijo sacándola de esa pequeña fantasía. –La hice para mi madre, pero aún no se la enseño a nadie.

América asintió mientras oía los primeros acordes, era una melodía dulce y su corazón comenzó a latir de una manera extraña cuando Tyler cerró los ojos y se dispuso a cantar. Era increíble, como si se transformara en un ser divino con el solo hecho de cantar, como si una aureola brillante lo rodeara mientras la música salía de él, como un ángel.

Cuando terminó, Tyler observó a América en espera de algún comentario, pero ella se limitaba a mirarlo con la cabeza ladeada, como si apenas estuviera comprendiendo lo que acababa de pasar.

-¿Lo he hecho muy mal? –preguntó inquieto. Ella suspiró largamente y paseó un dedo por el borde del sofá mientras pensaba en algún buen comentario, pero es que no tenía palabras y él observaba cada uno de sus movimientos para entender su reacción.

-Ha sido... increíble. –Tyler parpadeó un par de veces al notar el rubor en las mejillas de la castaña y segundos después sintió sus propias mejillas arder, se sintió como un adolescente. –Nunca había oído algo así, seguro a tu madre le encantará.

-A ella le encantan todas las canciones, es porque es mi madre. –dijo mordiéndose la punta de la lengua.

-Bueno... yo no soy tu madre. –murmuró.

Luego de unos segundos, América lo observó con seriedad, todo lo que había estado intentando evitar se había vuelto realidad, los cumplidos despreocupados, los sonrojos, las risitas y ese bronceado estúpido que no la dejaba pensar.

-¿Este es tu color de piel natural? –preguntó acercándose un poco a Tyler, poniéndole una mano en la rodilla, él retrocedió por instinto y ella frunció el ceño, examinando de cerca.

-¿Qué? –preguntó el pelinegro juntando las cejas y dedicándole una mirada divertida.

-¿Qué? –América retrocedió avergonzada, arrepintiéndose de aquella pregunta que se había escapado sin permiso de sus labios.

-Nunca me he bronceado si eso es lo que piensas.

-Lo siento.

-Está bien.

La castaña sacudió la cabeza y se incorporó, era estúpido y no tenía ningún sentido.

-Tengo que irme. –murmuró pasándose las manos por el cabello, Tyler se levantó confundido.

-¿Por qué?

-Esto no está bien.

Tyler chasqueó la lengua y frunció el ceño, por más que lo intentara, ella se esmeraba en levantar ese muro entre ellos que le impedía el paso.

-¿El qué?

-Esto. –Tyler alzó una ceja y ella bufó, señalando el sofá con un dedo acusador. -¿Qué no te das cuenta?

-Yo...

-¿Qué es lo que quieres de mí? –preguntó la castaña cruzándose de brazos, Tyler titubeó. –Porque sea lo que sea no está bien.

-Sólo quiero conocerte ¿Qué hay de malo en eso?

-¡Todo! –el pelinegro parpadeó sorprendido, las cosas eran más difíciles de lo que creía, América era más difícil de lo que creía.

La castaña se quedó mirando el piso unos segundos y luego rió con amargura, pasándose una mano por la frente con pesadez.

-No estoy para estas cosas, Tyler, mi hermano está enfermo, es mi único interés.

-Entiendo. –Tyler tragó saliva mientras asentía, evitando su mirada.

-¿Podemos solo... ser amigos?

América apretó los dientes luego de decir aquello, ni siquiera estaba segura de si podía llevarlo bien, su única amiga siempre había sido Debby, y mantener una relación así con Tyler le parecía extraño después de todo, pero él estaba ahí tratando de entenderla y le hacía considerar mejor las cosas. 

Cancer [Tyler Joseph Fic] TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora