Capítulo 1

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―De acuerdo, de acuerdo, ya voy ―gritó Harris mientras se envolvía la toalla alrededor de las caderas.

Caminó por el centro del pasillo pero no alcanzó la puerta antes de que el timbre de la puerta sonara por cuarta vez.

No podía ser Ethan. Era demasiado temprano para su cita. Además, él solo tenía que entrar o usar su llave si la puerta estaba cerrada, la cual raramente lo estaba.

Harris casi arrancó la maldita puerta de sus bisagras cuando la abrió de golpe. La visión que recibió paró en seco sus siguientes palabras de enfado. Abrió la puerta y retrocedió para dejarla entrar.

Gabby.

Una soldado lobo y un gigantesco dolor en su culo, pero tío, la mujer sabía cómo llenar un vestido corto rojo. La ceñida tela se envolvía alrededor de sus curvas asesinas, sus pechos altos y plenos y un culo que a él le hacía la boca agua. El pelo castaño colgaba por sus hombros, enmarcando una cara más llamativa que bella. Pero eran sus ojos los que le podían cada vez. De un vivo marrón y expresivos.

No la había visto en tres meses y solo podía haber una razón por la que apareciera ahora. Ella le echó una mirada ardiente que confirmó sus sospechas.

―¿En celo otra vez, querida?

El ardor dio paso a una ira viva y afilada.

―¿Te estás quejando? Es la primera vez ―caminó hacia la entrada de la sala de estar, apoyó un hombro contra la pared y le envolvió la cintura con los brazos. El movimiento empujó sus pechos hacia arriba por lo que casi se le derramaron por el borde bajo del escote. Fue un movimiento calculado, jugaba sucio y ambos lo sabían. Su propia hambre empezó a hacerle hervir a fuego lento.

No estaba seguro de quién era el gato o quién era el ratón, pero se le revolvían las tripas con este juego. Deberían ser enemigos. Magos y lobos no eran aliados, amigos o compañeros con derecho a roce.

Bien pensado, nada era como debía ser, hasta su presencia en Redemption, Florida. Él había sido desterrado de adolescente y había hecho su camino allí hacia territorio neutral.

Neutral o no, bordeaba la tierra de los lobos y una buena parte de sus residentes eran miembros de la vecina manada Redhawke. No había sido exactamente bienvenido con los brazos abiertos, pero se había ganado un lugar por sí mismo. A pesar de las dificultades, a pesar de siglos de animosidad entre su raza y la de ellos, Harris contaba a lobos entre sus amigos y amantes. Se había hecho un nombre como hombre honesto, ético y confiable.

Pero esa aceptación solo llegaba hasta un punto, y eso era parte del problema ¿verdad?

Gabby nunca se vincularía con él. Ella no quería dejarle acercarse tanto, pero confiaba en él cuando estaba en celo de una manera en la que nunca confiaría en un lobo. El apareamiento era un instinto que un lobo podría encontrar difícil de resistir con una hembra en celo, pero ella no creía que Harris pudiera crear un vínculo de compañeros debido a que él era de una especie diferente. Como él había estado satisfecho con su arreglo no la había desengañado. La primera vez que ella vino a él, hacía dos años, decidió solo disfrutar de la parte de ella que estaba permitiéndole compartir. Él decidió no presionar. No hacer requerimientos. No se había acercado a tomarla de la manera en que él querría. ¿Por qué? Porque los lobos no se apareaban con los magos.

Pero entonces las cosas empezaron a cambiar. Primero la Paladín de Redhawke ―la tercera en la jefatura― Liza, la única persona del planeta que Harris supiera que era mitad lobo y mitad bruja, se había apareado con su Alfa y Beta. Eso fue hacía un año, e incluso aunque Liza siempre había sido una parte de Redhawke y por eso se la veía más como lobo que bruja, aquello hizo que Harris empezara a pensar. Si ese apareamiento podía ser aceptado, ¿por qué no otros? Cuando él casualmente se lo mencionó a Gabby, ella se había alejado cinco meses. A su regreso, él había olido lo que quedaba de una poción que sabía que las hembras lobas utilizaban algunas veces para retrasar el celo. No había vuelto a mencionarlo otra vez, pero eso lo dejaba enfadado y resentido y se sentía ridículo por ello. ¿Quién se quejaba de sexo casual y sin ataduras con una mujer caliente?

Luna Hechizada • ¡A la tercera va a la vencida!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora