Ethan seguía sin pensar en condiciones. Ella había huido, enfadada y confusa y había regresado con el olor de Zach en ella. En su cabeza sabía que no se había follado a su Beta. Ella no permitiría que Zach la tocara y él no estaba interesado. Pero el lado lógico y coherente no estaba exactamente en control en aquel momento. Harris la cubrió, y eso lo jodió todavía más.
Entró a zancadas al salón, siguiéndolos, y rugió cuando Harris intentó dar un paso para ponerse delante de ella.
—No. No hagas eso. —A desgana, Harris se apartó, pero Ethan no se acercó más a ella.
Estaba demasiado furioso. No se fiaba de sí mismo. Jamás había estado tan enfadado con ella y eso que había tenido bastantes motivos para estarlo durante aquellos años.
—¿Dónde has ido?
—Corrí un poco alrededor del perímetro. Hablé con Liza y Harper. No es gran cosa, Ethan.
Quería sacudirla, quería gritarle, quería besarla hasta que dejara de resistirse a él.
—Corriendo. De nuevo. Siempre corriendo, Gabby.
Dio unos pasos. Era la única manera de evitar agarrarla, de suplicarle que dejara ya esta tontería y que le aceptara de una vez. Que aceptara a Harris. Que dejara de luchar. Sabía lo mucho que ella odiaba las discordias, entonces, ¿por qué estaba haciendo aquello?
—¿Qué esperas que haga, Ethan? ¿Dejarte el control sin más? —Queridos dioses, ¿todavía estaba con aquel tema?
—Espero que hables conmigo. —Dio un par de pasos para acercarse—. Espero que me digas cómo te sientes. Lo que te da miedo. —Dos pasos más—. Espero que no llegues a casa oliendo a otro hombre. Habla conmigo, por favor, Gabby. —Cerca como para tocar y aquella rabia irracional se desvanecía. Colocó sus manos sobre los hombros de ella.
Finalmente él se dio cuenta, se dio cuenta de verdad, que estaba desnuda, respirando rápida y profundamente, su piel sonrojada por las fuertes emociones de la habitación. Pudo olerlas —una habilidad compartida por todos los lobos—: enfado y celos y actitud protectora y sí, incluso lujuria. La acercó hacia sí, besando la suave piel de debajo de su oreja.
—Háblame, nena —susurró.
Se sorprendió de lo rápido que ella se alejó, moviéndose hacia la ventana y de pie con la gracia ligera de los luchadores que él tan bien conocía. Sutilmente agresiva, lista para golpear. Conocía cada detalle de ella, pero se sorprendió de verlo allí y en aquel momento. Él mantuvo las palmas de sus manos abiertas.
—Jamás he sido un peligro para ti —dijo firmemente.
Los labios de ella se curvaron de una manera que tal vez podría parecer una sonrisa, pero él la conocía demasiado bien.
—¿Me vas a desafiar para tomar mi rango ahora que me has marcado? —La pregunta lo dejó pasmado. Podría desafiarla y seguramente ganaría. Sospechaba que ambos sabían eso. Pero sería una batalla larga y sangrienta. El precio demasiado alto, maldición, para subir solo un rango cuando ninguno de los dos iba a subir más de lo que ya estaban. Él no se arriesgaría a perderla para ganar tan poco. Era demasiado importante para ella. No el rango, si no la posición en la que la colocaba. Se creía que él no sabía de sus proyectos aparte. Las chicas que tomaba bajo sus alas. Las refugiadas que habían sufrido abusos, tanto humanas como lobos y brujas, que a través de Redemption eran enviadas a lugares seguros. No discriminaba, lo importante era la necesidad. Era una de las cosas que adoraba de ella.
—No —respondió—. Nunca he tenido esa intención.
Ella no le creía. Podía verlo claramente en su rostro, en sus ojos. Pero también veía confusión y deseo. Y supo que todavía tenía alguna esperanza. Ella se dio la vuelta.
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Luna Hechizada • ¡A la tercera va a la vencida!
Loup-garouGabby es una soldado de rango alto en la manada lupina de Redhawke y tiene un problema serio. De hecho, son tres: Los compañeros que se niega a reclamar, el lobo Ethan y el brujo Harris, y el celo sexual, que la lleva directamente a la cama de ellos...