Ethan había encontrado el cielo y maldito fuera si lo dejaba escapar otra vez.
Ella se corrió en sus dedos y lengua, su sabor era rico, dulce y feroz. Igual que Gabby.
Había planeado alargar aquello. Había planeado atormentarla, jugar con ella durante mucho, mucho tiempo antes de que tomara su propio placer. Pero la mirada impaciente de su rostro y sus grititos entrecortados pusieron a prueba su control. Él respiró hondo. Su olor era pura ambrosía. Lujurioso con un toque de delirio. Se puso de rodillas, dispuesto a lanzarse a reclamar sus labios mientras su polla reclamaba su coño. Mía.
Pero antes de que pudiera, Harris le agarró de la barbilla y le obligó a mirar por encima. Ethan sonrió ante lo que veía, lleno de un alegre sentido de justicia. Tenía a su mujer y su hombre justo donde los quería. Justo donde había soñado que estarían un día. Los tres juntos. Ethan se inclinó hacia adelante y Harris le encontró a mitad camino. El beso fue casi salvaje, en ese momento su lado lobo estaba más impaciente que el lado humano por reclamar y por dominar a sus compañeros.
Lo único que podía devolverle el control era el grito sobresaltado de Gabby. No había creído que fuera posible, pero el embriagador olor de la excitación en el aire se intensificó. Rompió el beso y le sonrió.
—No sabía que fueras una voyeur, querida.
Ella se mordió el labio inferior y negó con la cabeza ligeramente antes de contestar.
—Yo tampoco.
Él respiró hondo y cerró los ojos.
—Dioses, nena, hueles como el cielo. A miel y vainilla con un toque de desesperación —la miró, sonriendo—. Y eres mía.
Los ojos de ella brillaron ante la implicación, pero no protestó. Su tácita conformidad apaciguó a su lobo y decidió modificar su plan original. Podía atormentarla sin tocar su cuerpo. Se alejó de la tentación y se quedó de pie al lado de la cama. Fue entonces cuando se fijó en algunos de los otros artículos que Harris había sacado. Levantó el tapón anal y vio los ojos de ella abrirse como platos. Había un poco de temor y un montón de curiosidad.
—¿Alguna vez has usado uno de estos antes? —preguntó, mientras Harris abría el tapón del frasco de lubricante. Una vez más ella se mordió el labio y sacudió la cabeza. Era un gesto de ansiedad, tan poco propio de Gabby, que nunca dejaba entrever nada, que lo encontró entrañable. Normalmente no traicionaría sus pensamientos o emociones, pero estaba dejando caer los muros que había mantenido tan altos entre ellos.
Harris exprimió un poco de lubricante en los dedos y primero rodeó su abertura, luego, lentamente, empujó un dedo dentro de su ano hasta la primera falange. Los labios de Gabby se abrieron con un suspiro y Ethan no pudo resistirlo. Apoyó las manos a ambos lados de su cabeza y se inclinó hacia delante para darle un beso. Fue lento y delicado, con la lengua recorriendo el interior para explorar su boca. Ella dio un grito asustado y él se detuvo el tiempo suficiente para bajar la mirada hacia su cuerpo. Ahora Harris tenía dos dedos en su culo, moviéndose hacia adelante y hacia atrás en un ritmo sosegado y tranquilo mientras la estiraba. Harris asintió con la cabeza a Ethan mientras sostenía el tapón, ya lubricado y en lugar de regresar a ese dulce beso, Ethan se introdujo el pezón en la boca.
Él mantuvo un ojo en Harris mientras la chupaba, mirando cuando primero introdujo la punta del tapón y después la ensanchadora longitud. Ella contuvo el aliento cuando se abrió paso entre el restringido anillo de sus músculos y con un último empuje, Harris tuvo todo el tapón introducido. La respiración de Gabby volvió a la normalidad durante medio segundo antes de que Ethan estirara la mano hacia el regulador y lo encendiera.
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Luna Hechizada • ¡A la tercera va a la vencida!
WerewolfGabby es una soldado de rango alto en la manada lupina de Redhawke y tiene un problema serio. De hecho, son tres: Los compañeros que se niega a reclamar, el lobo Ethan y el brujo Harris, y el celo sexual, que la lleva directamente a la cama de ellos...