Capítulo 3

10.4K 468 6
                                    

Ethan caminó por la cocina. Adelante y atrás y vuelta a empezar. Echó un vistazo a la pared trasera por enésima vez, deseando poder ver a través de ella, preguntándose si todavía estaba dormida. Debería sentirse más calmado. Debería estar bajo control. Pero estaba tensísimo. El olor de ella lo empapaba todo.

Normalmente era dulce y embriagador, pero estando en celo era algo más. Rico, picante, irresistible. Lo estaba volviendo loco. Sentía a su lobo luchando, buscando libertad, exigiéndole que la reclamara. Que la marcara. No era de extrañar que ella se hubiera mantenido alejada de él cuando llegaba su celo.

—Vas a hacer un agujero en el suelo —dijo secamente Harris.

Él se giró de golpe, con las manos apretadas en puños a sus costados. Harris estaba reclinado sobre una silla, relajado, con una ceja levantada como preguntando mientras Ethan luchaba por controlar su lobo. No es que estuviera celoso exactamente.

Sabía ya desde hacía un par de años que si Gabby alguna vez cedía, la compartirían. Pero saber eso no detenía su posesividad. Ella estaba en celo y era su compañera, pero seguía sin ser reclamada. Por poco se arranca la lengua de un mordisco para no marcarla. Tal vez su intensidad menguaría después de que lo hiciera.

—Eso está bastante fuera de lugar.

Joder, cuánta razón. Él no se inmutaba por ninguna mujer, ni por Gabby. Había sido duro, pero incluso de adolescente, ella era feroz e independiente, determinada a no aceptar jamás un compañero. Él se había entrenado a sí mismo para no sentirse demasiado concentrado en ella, porque sabía que era improbable que lo aceptara en su vida como debería ser. Ahora, de todos modos, todos esos duros años de entrenamiento, de negarse a sí mismo, parecían haberse desvanecido.

—Llevo años sabiendo que es mía. Creo que siempre lo he sabido. —Jamás antes se había sentido dividido entre Harris y Gabby, y tampoco ahora. No era raro en el mundo lupino tener dos compañeros. Era algo que sus lados lobunos ansiaban, ser parte de una manada privada dentro de otra más grande. Había reprimido ese deseo durante años pero no estaba seguro de si sería capaz de volver a encerrarlo.

—Ya lo he captado —dijo Harris—. Entonces, ¿por qué te está costando tanto luchar contra eso ahora?

—Siempre supe también que era improbable que ella aceptara a un compañero. Aprendí a vivir con ello.

—¿Y?

—Ella no ha aceptado. Todavía puede no hacerlo y va a ser malditamente difícil volver a ser indiferente sobre el status quo de la cosa.

Aquello finalmente logró una reacción del mago. Sus ojos se entrecerraron.

—Yo no pienso volver a atrás después de esta noche.

Ethan se imaginó que su sonrisa era tan amarga y frustrada como la voz de Harris. Querían lo mismo, pero sin importar lo mucho que deseara a Gabby, no haría nada que la hiriera. No permitiría que la hirieran aunque eso significara ir contra Harris.

—No la puedes forzar a que te acepte. Si lo intentas, te encontrarás luchando contra los dos.

Harris no se ofendió. En vez de eso sonrió.

—Tenía otra cosa en mente. —Sus palabras parecieron romper el encanto bajo el que estaba Ethan y se detuvo a examinar ese increíble pensamiento. Tenía cierto sentido. Los hombres lobos eran creados por magia, así que el emparejarse y el celo debían contener alguna clase de magia, ¿no? Apartó con un movimiento de cabeza esa idea —en ese momento no era algo importante— y se sentó.

Luna Hechizada • ¡A la tercera va a la vencida!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora