Capítulo 8°

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Es al día siguiente, lo que cronológicamente viene significando casi una semana más tarde del accidente, cuando Dylan despierta otra vez.

Esta vez, Thomas no está durmiendo, sino observando a través de la ventana los jardines y pensando en todo el tiempo que ha desperdiciado cuando un gruñido que intenta ser su nombre lo sobresalta. Al girarse, los ojos pardos de Dylan lo están mirando.

- Eh - se acerca con delicadeza y se sienta a su lado.- Hola - le saluda.

Dylan no responde en vista de que su voz parece no querer acudir a su boca por lo que pasea la mirada por la habitación.

- Estamos en un hospital - responde a la muda pregunta.

Lo que recibe como respuesta es una mirada sobresaltada.

- Durante el rodaje, tuviste... - el rubio no sabe dónde poner las manos hasta que Dylan mueve la suya para rozarle con la punta de los dedos. Thomas se estremece ante su toque.- Tuviste un accidente y... llevas una semana inconsciente - le cuenta, por fin.

Dylan pasea los ojos por Thomas. Por el brillante pelo rubio y los ojerosos ojos marrones que tanto le gustan, por la mueca de sus labios que no sonríe sino que trata de evitar ceder al llanto y sus manos, sus manos que no paran quietas. Y él solo quiere que lo toque, que lo sostenga. No quiere volver a dormir sin saber cuándo conseguirá despertar.

- Thomas... - es solo un hilo, apenas un espejismo de lo enérgica que es su voz, pero el nombrado siente su estómago encogerse y su corazón palpitar más rápido de lo normal.

- Dylan - le responde, sonríe con suavidad y ve cómo cae dormido de nuevo.

Continuará...

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