Capítulo Cinco. No saltes

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Sangre.

Tanta Sangre.

Ella no podía entender, pero gritó adolorida, ¿qué es lo que estaba pasando? Quería entender por qué le estaban haciendo esto a ella. Tuvo que morderse la lengua para permanecer en silencio cuando él le dijo que mantuviera la boca cerrada. Le dolía, le dolía mucho y se sentía tan avergonzada de sí misma mientras la tocaba, mientras se movía aplastándola con su peso, gruñó mientras lo hacía...

-¡Oh, Dios! – Se despertó. Sólo había sido una pesadilla, pero se sentía horrible, se sentía como si su mente la quisiera castigar también.

Había tenido suficiente, se levantó de la cama lo más silenciosamente que pudo, por supuesto Mark no podía levantarse... después de la cantidad de fuerza que había usado con ella...

Entró en el cuarto de baño y cerró la puerta detrás de ella antes de atreverse a encender la luz, en el espejo pudo ver como sus labios estaban teñidos de sangre seca producto de ese pequeño corte en la esquina de ellos. Descubrió su estómago para ver el moretón que estaba empezando a aparecer en su piel.

De todas formas, nunca la había tocado sin su permiso, sería violento algunas veces, pero él la había sacado de la pesadilla que tenía por vida cuando estaba en su propia casa.

Pensó en su madre por un tiempo, ella había estado luchando por mucho tiempo, estaba demasiado cansada y cuando pensó en su madre deseó estar junto a ella.

El espejo no mentía. Estaba empezando a mostrar sus raíces rubias, encogió los hombros, sabiendo que sería uno o dos días, arrastró los pies de vuelta a la cama con el hombre que tan amablemente la había golpeado por llegar tarde a casa.

La mañana llegó demasiado pronto para ella. Mark se puso de costado y la miró a la cara mientras ella observaba el techo; la alarma seguía sonando a su lado, pero ninguno de los dos lo tomó en cuenta.

Una mano corrió suavemente por la mejilla enrojecida de la chica y su mirada no se desvió del techo.

-Lo siento – Él dijo – Estaba preocupado, creí que algo te había pasado, tu entiendes, ¿verdad? - Ella se volvió a mirarlo y asintió – Bien.

Había tenido dificultades para levantarse de la cama, no quería hacerlo, pero debía. En vez de ir a la escuela de inmediato, se desvió para ir a la farmacia, luego retomó su camino.

La chica no tenía amigos y no hablaba con nadie en esa escuela; no se fiaba de los profesores; especialmente los de pelo oscuro con narices largas y caras con aire de superioridad, le recordaban a él.

Las clases eran aburridas ese día, ella se guardaba la botella en su mochila durante todo el día; ni siquiera tomó notas de la tarea, sabía que no iría al día siguiente.

Para cuando la escuela había terminado, estaba lloviendo, comenzó a caminar por la calle sin un paraguas, ni siquiera había llevado un suéter ese día, era consciente de cómo la miraba la gente, pero no le importaba, no tenía que sentir.

No podía sentir nada más, lo único que tenía eran los ecos de las sensaciones que había tenido anteriormente. Era obvio que era lo único que le quedaba por hacer. Se limpió la cara con las manos y levantó la vista de sus pies sobre el pavimento, el edificio estaba tan cerca. Metió la mano en su mochila y tomó la botella de las pastillas para dormir en su mano, se aferró a él por el resto del camino. Finalmente sonrió a la espera de su fin.

Cuando se acercó al edificio comenzó a caminar más rápido y más rápido hasta que resbaló: la mochila que había sido colgada en su hombro estaba ahora en el suelo, algunas de sus cosas cayeron en la calle mojada. Ella estaba a punto de dejar las cosas allí y correr hacia el apartamento, pero una voz conocida la llamó.

Síndrome de Estocolmo (Bill Kaulitz FF)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora