Capítulo Siete. Problemas complejos.

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¡Ashley en la imagen!

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Bill trató de actuar con normalidad ya que su hermano se sentó junto a él de camino a su departamento; como siempre, le estaba dando una mano en el caso, le tocaba investigar mientras Georg estaba haciendo guardia afuera de una de las casas de los policías retirados.

-Esto es...jodidamente tranquilo - Señaló Tom.

-¿No estoy siempre en silencio? – Dijo mientras se daba la vuelta.

-¡No, eres un maldito hablador! – Dijo Tom, pero no era una queja. – Nunca me ocultas nada, – Tom rio –...al menos no por mucho tiempo.

-Te ríes y estás jodido ¿de acuerdo?

Tom alzó las manos en señal de rendición.

-Está bien, no hay necesidad de violencia. Habla.

-¿Recuerdas de Ashley, la chica de la que te hablé? – Bill aparcó el coche y volvió a mirar a su hermano mientras asentía – Anoche durmió en mi sofá.

-Yo pensaba que eras su vecino – Dijo Tom confundido.

-Lo soy, pero...

Bill se mordió el labio, no estaba seguro de cómo explicar cómo se había sentido cuando despertó en medio de la noche y ella estaba gritando asustada.

– Desperté en medio de la noche con un grito, no era tan fuerte...ella estaba teniendo una pesadilla pero... cuando la desperté, ella acababa de abrir sus ojos y...

-¡Te la follaste! – Dijo Tom

-NO, tú eres-eres ¿estúpido? – Bill se sentía como si le estuviera hablando a un niño, pero tenía que contarlo. – No... ¿sabes lo que se siente al mirar un cadáver que tiene los ojos abiertos y pareciera que te mira pero no es así? – Tom asintió con el ceño fruncido – Eso es lo que sentí cuando me miraba.

Hubo un silencio por un breve momento antes de que cualquiera de los hablara de nuevo.

-¿Por qué estaba allí en primer lugar? – Preguntó Tom totalmente serio ahora.

-Su novio la dejó afuera. – Respondió Bill. – Creo que la golpea, aunque no puedo hacer ni mierda si ella no me cuenta.

-¿Y por qué te importa?

Tom estaba confundido ahora, su hermano nunca se preocupaba de sus casos fuera de la estación y nunca se preocupaba demasiado por nadie más que él o su madre. Tom siempre había sido el que llamaba a los amigos y familiares y el que tiraba del cuello de Bill para conseguir que asistiera a las reuniones familiares.

-No sé, ella...

-No me digas que es diferente, ni tú te la crees ¡y te cagaré si lo dices!

-No, ella no es diferente, supongo que ella está como tratando de mezclarse, – dijo Bill –. Si la conocieras lo entenderías.

-Muy bien, vamos a terminar con esta mierda. – Tom abrió la puerta del coche y salió.

Los hermanos entraron en el edificio y cuando llegaron a la puerta del departamento echaron un pequeño vistazo a los vecinos del rubio.

-Bien, bien... - Ashley salió del apartamento con el pelo recogido en una cola de caballo y una expresión de desgracia en el rostro. Ella se acercó al ascensor y apretó el botón para bajar.

Síndrome de Estocolmo (Bill Kaulitz FF)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora