Terminó de abrocharse su camisa blanca a duras penas. Se miró su brazo izquierdo, aún cubierto de vendas. Todavía le dolía y se estaba curando, pero las malditas pastillas que se había tomado para las molestias no habían hecho efecto aún.
Había pasado un par de días más en el hospital, pero el médico por fin había determinado que podía volver a ser libre. Estaba deseando seguir trabajando, aunque eso supusiera que su primera parada debía ser el despacho del mismísimo Almirante de la Flota para saldar ciertas cuentas pendientes. No había nada mejor que te dieran una buena regañina nada más incorporarte de una lesión. Era su regreso soñado...
Sus ojos se desviaron momentáneamente hacia la mesita que había justo bajo la ventana. Tal y cómo lo había solicitado, le habían llevado el periódico a su habitación durante los días de más que había pasado en aquella habitación tras su despertar. Leerlo no era solo una forma de estar entretenida, sino también de estar informada de todo lo que sucedía en el mundo. Así fue cómo se enteró de lo que había pasado en Arabasta. Garp no le había comentado nada durante sus visitas y Seida había preferido no sacar el tema a colación si el viejo no lo hacía. Luffy estaba en un buen lío. Había acabado con un Shichibukai y había revolucionado las cosas más de la cuenta en la isla. Debido a eso, su recompensa había subido considerablemente. Su cabeza valía ahora cien millones de beris. Se preguntaba si Ace habría conseguido verle y quiso saber de qué habían hablado, aunque, conociendo al pecoso, seguro que había dado las gracias a la tripulación de Luffy por cuidar de su hermano.
Uno de los miembros de su tripulación era el Cazador de Piratas Roronoa Zoro. El peli verde había conseguido su primera recompensa, que ascendía a los sesenta y seis millones de beris, una cifra realmente impresionante teniendo en cuenta que era su primer cartel. No tenía mucha información acerca del chico, no más de lo que contaban en los periódicos, pero, en cierta forma, se alegraba de ver el rostro de alguno de los compañeros de Luffy. No obstante, Roronoa Zoro le daba escalofríos. Parecía un tipo frío y bastante despiadado en la fotografía, todo lo contrario a Luffy.
Observó la foto del cartel de Luffy una vez más, la misma que colgaba de la pared de su habitación. Luffy no había cambiado nada en esos años. Seguía siendo igual de enclenque, seguía teniendo el mismo pelo negro alborotado y, en especial, no había perdido esa sonrisa inocente que tanto le había gustado siempre a Seida.
Sonrió de medio lado y lanzó el periódico con el cartel hacia la papelera. Éste tocó los bordes del cubo, haciendo que se tambaleara, pero, finalmente, recuperó su posición inicial y el papel de periódico se perdió de vista para ella.
—Oh, Teniente, no sabía que todavía seguía aquí —la puerta de la habitación se abrió. La enfermera miró a Seida sorprendida por verla todavía ahí cuando ya le habían dado el alta.
—Sí, ya me iba. Vestirme me ha tomado más tiempo del que pensaba —Seida sonrió mientras señalaba su camisa. No era fácil abrochar tantos botones con un brazo todavía renqueante.
—Podía haberme avisado y yo la habría ayudado. No debería esforzarse tanto.
—No te preocupes —Seida caminó hacia la puerta—. Ha sido un buen ejercicio.
Antes de salir, palmeó cariñosamente el hombro de la enfermera. Después, se adentró en los largos y laberínticos pasillos del cuartel. Era su turno de intentar detener a Luffy, pues otros habían fracasado. Ahora Garp y ella tenían vía libre para hacer lo que quisieran y eso la entusiasmaba tanto que los nervios que sentía por ver a Sengoku se habían disipado casi por completo.
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Capítulo nueve
Cambio de planes
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Justicia [One Piece] EN HIATUS
FanfictionSonrió de medio lado y, tras arrugar el cartel de recompensa, tiró el papel al suelo mientras caminaba por el pasillo del cuartel general. Él había cumplido su sueño de convertirse en pirata, pero, por mucho aprecio que le hubiera tenido durante aqu...