Capítulo 13

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Seida estaba sentada en una de las sillas del despacho de Garp. La niña se miraba las manos, ignorando el paso lento del tiempo mientras esperaba a que el vicealmirante volviera a atravesar esa puerta.

Había regresado hacía unas horas de su viaje y Garp le había ordenado que se dirigiera inmediatamente a su despacho. Sengoku había llamado al hombre a su despacho después de enterarse de que el criminal al que habían detenido había sido asesinado durante el trayecto. Ahora debían asumir las consecuencias de sus actos y Seida estaba preparada. Se había mentalizado durante el resto del viaje de que sería castigada duramente. No obstante, no se arrepentía de lo que había hecho. Aquel tipo se lo merecía. Se merecía haber muerto sufriendo.

De repente, la puerta del despacho se abrió. Garp entró, pero Seida permaneció sentada. Se cruzó de brazos y le miró expectante, pero el hombre pareció ignorarla. Se quitó su chaqueta blanca y la colocó sobre un perchero para, después, sentarse tras su escritorio. No le dirigió ni una sola palabra.

—¿Y bien? —preguntó la chica impaciente.

Garp abrió uno de los cajones y sacó unos papeles que comenzó a leer. Seida enarcó una ceja. ¿Desde cuándo Garp se entregaba tanto en su trabajo? Claramente la estaba ignorando y eso no le gustaba en absoluto.

—Supongo que Sengoku querrá hablar conmigo —insistió.

—Nadie querrá hablar contigo, Seida.

Seida elevó ambas cejas, sorprendida por sus palabras. Garp continuaba leyendo aquellos documentos, pero le notaba distinto, muy distante.

—He hablado con Sengoku de lo sucedido —finalmente, Garp se dignó a mirarla, pero, al hacerlo, Seida deseó que no lo hubiera hecho—. Tú no has hecho nada, no estuviste en los camarotes y no sabes ni viste nada al respecto. Fue un marine, un marine que ya ha pagado por ello.

—¿Qué? —¿Cómo que alguien ya había pagado por lo que ella había hecho? Eso no estaba bien. No podía defenderla de esa manera.

—Márchate, Seida —Seida abrió la boca de nuevo, pero Garp se adelantó—. Tengo cosas que hacer. No quiero verte por el momento.

Seida tragó saliva. Ella siempre era la que se encargaba de completar los informes para Garp, pero él acababa de echarla.

Dio media vuelta, sintiendo cómo sus ojos se llenaban de lágrimas. No se arrepentía de lo que había hecho, pero si había algo que le había dolido era la forma en la que Garp le había mirado. Normalmente, el hombre la miraba con sus ojos iluminados por el orgullo, pero ese orgullo había desaparecido. Su rostro parecía cansado y el color en sus ojos se había apagado. Esa alegría que le caracterizaba ya no era para ella. Había perdido su confianza y Seida sintió un pinchazo en el estómago. ¿Cómo la iba a recuperar ahora?

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Capítulo trece

Última oportunidad

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Seida miró para otro lado, evitando ver el rostro de Ace. El pecoso estaba callado y serio. Su rostro parecía haberse oscurecido ligeramente y se cruzó de brazos. Quería decirle muchas cosas, pero sentía que estaba hirviendo por dentro. Estaba furioso, mucho. No obstante, no podía aguantar. Apretó sus puños con fuerza y sintió que las palabras se amontonaban en su boca, hasta que las vomitó.

—¿¡En qué estabas pensando!? ¡Eres una idiota! ¿¡De verdad creías que esa era la solución!?

—¡No me sermonees! —Seida frunció el ceño— ¡No me hables como si no supiera que lo que hice está mal, pero ese tipo se lo merecía!

Justicia [One Piece] EN HIATUSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora