Capítulo 25

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—¡Darita, abajo!

Selys empujó a Darita para obligarla a agachar la cabeza, justo a tiempo para evitar que dos sables volantes le cortaran la cabeza. Ambos sables tenían alas pequeñas a los lados de su empuñadura. Selys apretó los puños con fuerza. Un hombre con aspecto de pájaro estaba sobre el altar, observándoles de brazos cruzados.

El príncipe tomó uno de aquellas sables por el mango y cubrió tanto su brazo como el arma con haki, haciendo que el ala que tenía desapareciera.

—Yo me ocuparé de él —dijo mientras caminaba hacia el usuario de aquella extraña fruta, apuntándole con el sable—. Vosotros proteged a Darita y al pequeño Sei.

—No nos des órdenes —ladró Selima a la vez que acababa con tres hombres de un patada—. No hemos venido hasta aquí por ti.

—Nana, ¿puedes, por favor, sostenerlo un momento? —Darita le pasó el bebé a la anciana, quien había saltado de la espalda de Bum y acababa de golpear la rodilla de un hombre con su bastón de madera.

—Por supuesto, querida —respondió la anciana tomando al bebé en brazos.

—Shinjitsu Shinjitsu —pronunció Darita mientras formaba un cuadrado con sus dedos—¡Painful Truth!

Una burbuja rodeó a cada uno de los hombres que les perseguían y, cuando estalló, estos cayeros sobre sus rodillas y comenzaron a gimotear.

—¡Estoy avengazado! ¡He matado a mucha gente inocente!

—Le quité un caramelo a un niño una vez. ¡No puedo llamarme hombre a mí mismo!

—Oh, ¿has visto lo bien que lo ha hecho tu mamá? —Nana dio un pellizquito cariñoso en la nariz al pequeño Sei, quien emitió una carcajada.

—¿Te ha gustado eso, Sei? —pregunto Selys. El usuario de la Uingu Uingu revoloteaba a su alrededor mientras intentaba atacarle con unas cucillas que tenía en sus botas. El príncipe podía esquivar fácilmente los ataques con el sable gracias, también, a su haki de observación. Selys se agacho y dio un saltito para apuntar a su rival en el pecho—. ¡Pues mira esto, hijo!

Selys volvió a darse impulso de un salto. Su rival intentó defenderse, pero ya era demasiado tarde. Selys había visto que había dejado un lado de su cuerpo desprotegido. El príncipe se inclinó sobre él y, con un brazo, se apoyó en el hombro de su oponenete mientras que con el otro le atravesaba con el sable el cuerpo. El hombre soltó un gruñido mientras un chorro de sangre caía al suelo.

—¡Selys! —gritó Darita.

—No te preocupes —replicó el muchacho mientras limpiaba la hoja de sangre—. He evitado atravesar sus órganos principales. Ha caído, pero no morirá. Si lo hace, las alas que tiene este barco desaparecerán y todos caeremos— Selys pisó el cuerpo del hombre y presionó con su bota sobre la herida, haciendo que éste gritara por el dolor—. Pero no pienses que no te mataré si intentas cualquier cosa —le advirtió.

El hombre parecía haber aceptado su derrota y asintió. Selys giró sobre sus talones, pero antes de que pudiera dar un paso, el tipo le agarró del tobillo.

—Espera —gimió el hombre—. Hay algo que deberías saber... El rey... El rey... Está aquí.

—¿¡Qué!? ¿¡El rey Koga está aquí!? ¿¡Dónde!?

—Arriba... En la habitación del Maestro... Ha estado torturándole... Y nos amenazó con hacernos lo mismo si no le obedecíamos.

—Ya veo... —Selys hizo una mueca—. Aún así, eso no significa que no vaya hacerte nada si intentas algo.

Justicia [One Piece] EN HIATUSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora