~Capítulo 12~

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Los integrantes del grupo descansan ya en sus celdas cuando Rick y yo finalmente entramos de nuevo al edificio. Ambos caminamos en silencio atravesando la estancia, completamente a oscuras, esquivando latas vacías que descansan en el suelo y esquivando el pegajoso suelo repleto de manchas de sobras de comida. El inmenso cansancio, tanto físico como emocional, seguramente impidiera a todos recoger sus desperdicios tras la cena y los obligara a marcharse a sus respectivas celdas, a descansar, tras mucho tiempo, en una verdadera cama. Nuestras respiraciones se escuchan en el silencio de la sala, y el frío de la noche, aún pegado a mis huesos me obliga a erizar inconscientemente el bello de todo mi cuerpo. Rick avanza hacia su celda, ahora murmurando palabras inteligibles mientras rasca su barba con desesperación. Tras quedarme unos segundos parada ante la celda de Rick y asegurarme de que no se escapa de nuevo, giro sobre misma y me dirijo hacia mi celda sin articular palabra.

-Joder.-Digo en un suspiro mientras me asomo al interior de la celda. La vela que previamente descansaba sobre el lavabo se ha consumido y la sala se encuentra ahora completamente a oscuras. Una tenue respiración me sobresalta, y descubro a Carl profundamente dormido en mi cama. Retiro con cuidado pedazos de caminante que descansan en mi ropa, que no me molesto en cambiar antes de entrar en la celda, coger un paquete de tabaco del interior de mi mochila y salir de nuevo por la puerta.

Mis silenciosos pasos apenas resuenan en a soledad de los pasillos mientras me dirijo a la puerta por la que acabo de pasar hace unos minutos. El vaho sale de mi boca mientras camino lentamente entre el patio de la prisión, que gracias a mi preciosa y productiva excursión ya se encuentra completamente libre de caminantes. La oscuridad de la noche me protege mientras contemplo las estrellas sentada con mi espalda apoyada en la pared exterior del bloque C. La luz de mi cigarrillo es la única que resplandece en la noche cerrada sin luna. La fría humedad del césped se pega a mis pantalones y me abrazo las rodillas para intentar proporcionarme a mi misma algo de calor.

La soledad y el relativo silencio del patio, con el único sonido de los gruñidos de los mordedores haciéndome compañía, me obligan a reflexionar sobre lo que ha pasado hace unos minutos e inconscientemente, comienzo a psicoanalizar el comportamiento de Rick como si de un paciente se tratara. "No deberías haberte entrometido-" escucho en mi cabeza, "-¿no creerás que el hecho de ayudarlo te da derecho a quedarte con ellos verdad? ¿Es que les deseas la muerte?" Se burla mi propia voz. Estoy enloqueciendo, este mundo me cambia lentamente hasta el punto en el que el terror se apodera de mi en mis sueños, haciéndome imposible la tarea de dormir sin sufrir terribles pesadillas. Las voces cada vez son más frecuentes...cada vez son más pesimistas...

-Rick, estaba al borde de una depresión post mortum, si no me hubiese entrometido, seguramente habría dejado al grupo sin líder.-Susurro para mi misma. Las voces de mi interior se agolpan, hablando todas al mismo tiempo, creando una sinfonía de tonos que se superponen y me abruman, de las que no puedo escapar. Éstas cesan de pronto, un sonido a mi derecha me sobresalta y llevo mi mano instintivamente al lugar donde suele descansar mi cinturón repleto de cuchillos. "Mierda, me los he dejado dentro" pienso mientras me incorporo de un salto y arranco una pequeña tubería inservible de la pared. Sostengo el hierro en alto mientras avanzo hacia el lugar de donde proviene el sonido, y siento como el bello de mi nuca se eriza por el frío. Estoy completamente tensa, caminando lentamente dispuesta a matar a los pocos caminantes que todavía queden vivos. Escucho de nuevo el crujir de la hierba y consigo divisar una silueta justo enfrente mía, los nervios se apoderan de mi y levanto el hierro por encima de mi cabeza, soltando un leve gruñido.

-¡¿Pero que coño estás haciendo?!-Una mano atrapa mi arma improvisada de un golpe seco mientras una grave voz sale de su boca.-¡¿Es que pretendes matarme?!

Escucho la voz de Daryl a unos centímetros de mi cara, tan cerca que puedo notar su agitada respiración en mis pestañas y, en la oscuridad de la noche, puedo notar como sus ojos verdes me miran con una expresión de ferocidad. Sus manos se juntan por encima de nuestras cabezas, sujetando el hierro firmemente. Me aparto rápidamente de él, evitando su cercanía en estos momentos en los que está tan enfadado.

-L-lo siento, no sabía que estabas ahí.-Respondo intentando sonar indiferente.Me tiemblan las piernas por el esfuerzo y el corazón me late a un ritmo trepidante. Él me mira con los ojos entrecerrados, apartándose a la vez de mi.

-Sé que no somos precisamente los mejores amigos y que no andamos todo el día haciéndonos trencitas ni colocándonos flores en el pelo, pero intenta no matarme mientras puedas.-Su comentario me sorprende y se me escapa una pequeña carcajada al imaginar la situación, ¿un Daryl con trencitas y florecillas silvestres en el pelo? no me lo perdería por nada del mundo. Él se percata de mi risa y me mira con la cabeza ladeada, como si no entendiera la gracia de comentario.

-No puedo prometerte nada.-Digo con una sonrisa incómoda en la cara. Él se gira, mirándome y se sienta en el césped tal y como yo estaba sentada hace unos minutos. Me giro con intención de marcharme cuando escucho su voz, llamándome desde el suelo.

-Eh, ________ ¿me das uno?-Pregunta señalando el paquete de tabaco que sobresale del bolsillo de mi chaqueta.

-Solo si me dejas hacerte una trenza en el pelo.- Contesto divertida, ver a Daryl de tan buen humor me parece extraño, y me provoca mucha curiosidad de ver cuanto tiempo puede aguantar sin ser un completo idiota.

-Olvídalo.-Dice mientras se da la vuelta, genial, ha superado su récord y ha aguantado más de dos segundos. Me acerco a él mientras se aleja y le agarro del brazo, tendiéndole el paquete. El arquero se gira, rodando los ojos mientras me arrebata el paquete, sacando dos cigarros del cartón, y para mi sorpresa, me ofrece uno. Acepto el cigarro y me siento a su lado, sosteniendo el paquete entre mis dedos mientras juego nerviosa con él. "¿A que coño viene esto?"

-He visto lo que has hecho.-Dice Daryl tras un largo silencio. Mientras articula esas palabras, mantiene la mirada fija en el suelo, visiblemente incómodo con la situación. Yo asiento, y ambos quedamos totalmente en silencio, tomando pequeñas bocanadas de aire que consumen nuestros cigarros.

Disfruto del silencio y de la preciosa vista del cielo estrellado, totalmente perdida en mis pensamientos. La presencia de Daryl, de alguna forma, me incomoda, hay algo...algo de él que no logro entender y me provoca una profunda frustración.

-N-no lo entiendo.-Susurro, olvidándome por completo de la presencia del arquero, que permanece con los ojos cerrados a mi lado.

-Cállate,¿quieres?, intento descansar.-Dice con un gruñido.

-¿Que hacías aquí fuera, Daryl?-Le pregunto ignorando su respuesta. Él abre los ojos lentamente y clava sus pupilas en las mías, mientras levanta la mano lentamente, llevando su dedo índice a sus labios y produciendo un leve sonido, 'shhh'.

-Tu no preguntas y yo no pregunto por que estabas hablando contigo misma, ¿trato?-Dice extendiendo la mano, que le estrecho tras unos segundos de deliberación. Daryl se levanta lentamente del suelo, tendiendo de nuevo la mano enfrente mía.

Pongo los ojos en blanco y rechazo la mano que me tiende para ayudarme a levantarme, levantándome de un salto y sacudiéndome la suciedad del pantalón, me apresuro para llegar a mi celda entre insultos que susurro para mi misma, dejando atrás a Daryl en la oscuridad de la noche.


A knife & a crossbow [Daryl Dixon y Tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora