capítulo 9

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Bloom había olvidado lo que era tener cosas finas.

Le habían dado vestidos de lujo, buena comida, y todo lo que quería en la torre, pero en realidad nunca había usado esas cosas. Diaspro tomaba todo por sí misma antes de que Bloom tuviera la oportunidad de ver lo que le habían traído. Con el tiempo, Bloom se fue acostumbrando. Ahora que tenía una cama de felpa, criados para pedir lo que quisiera, todo para ella, y todos los vestidos que su corazón podria desear, no tenía idea de qué hacer con todo.

La cama suave, llena de plumas y cubierta de las sedas más suaves, trajo su malestar. Se sentía como si se fuera a caer a través del colchón, que se hundiría más y más profundamente en el interior hasta que ella temía que no sería capaz de salir a la superficie. Las sábanas se sentía muy suaves sobre su piel, haciéndola temblar y picar. Con el tiempo, ella se encontró durmiendo en el suelo con la piedra dura contra su espalda.

Mucho mejor, ella se dijo a sí misma.

Así fue como las criadas la encontraron en la mañana después de su fiesta de bienvenida, acurrucada a los pies de su cama, su cuerpo se encontraba inclinado como si estuviera en su forma de dragón. La habitación era suficiente para dar cabida al dragón bien grande, pero Bloom todavía no lograba reunir suficiente energía para si misma como para transformarse. El viaje a Domino y el reencuentro con su padre la había aniquilado, y por lo que ella temía que permanecería humano durante un poco más de tiempo.

Las criadas no dijeron nada sobre el asunto, intentando evitar hacer preguntas - después de todo ellas sólo la sirven. Abrieron las cortinas, la explosión de la luz solar que incide directamente en Bloom, causando que se despertara. Muy pronto ella se la llevaron a un baño de vapor caliente y se frotó limpiando toda la ceniza y el polvo, su pelo recogido libre de nudos y enredos luego las criadas le frotaron diferentes aceites y friegaron por todo el cuerpo. Se sentía cruda y expuesta, más que de costumbre. Cuando ella se secó con la toalla y se sentó en un tocador, otra criada fue inmediatamente a trabajar en su cara, prácticamente maquillandola. Tenía la piel pálida, lo cual hacía resaltar su maquillaje, sus ojos estaban pintados delicadamente con un tono dorado, sus mejillas ligeramente rosadas y sus labios de un color rojo carmín. Su cabello estaba suelto y con trenzas, de una manera delicada y sutil junto con una una diadema de oro diamantes y zafiros colocada en su cabeza.

Cuando llegó el momento para cambiarse el vestido, Bloom protestó en contra de lo que se había elegido para ella.

-Yo no llevaré esto.-ella agitó el vestido a una gran distancia, deseando que este fuera de su vista.

Ella se negó a poner aquel vestido de noche de color rosa y oro en su cuerpo, todos aquellos volados y aquel puf en su falda le recordó a algo  que Diaspro usaría.

-Entonces, ¿qué va a llevar Alteza?- una dama preguntó con timidez y miedo de enojar a la princesa dragón.

-¿Cuáles son mis opciones?- preguntó Bloom, y la criada la llevó al armario.

Bloom abrió las puertas dobles y examinó su selección. Había docenas de vestidos en una gran variedad de estilos y de colores - sin duda hechos para asegurar que habría algo que le gustaría. Ninguno fue era simple o tan suave como los vestidos de algodón a los que estaba acostumbrada, pero, de nuevo, aquellos vestidos no eran adecuados para una princesa. No para usarlos públicamente, por lo menos. Bloom frunció el ceño, tirando hacia abajo vestidos sabía que nunca usaría, ordenando a las criadas que los regalasen o alguna cosa de ese tipo. Cuando los rechazos fueron presentados, Bloom se quedó con casi una docena de vestidos para elegir. Sin embargo, hubo una que le llamó la atención más que los otros.

Tirando de él hacia abajo para ver mejor, Bloom se dio cuenta inmediatamente de que era único.

El vestido hizo una declaración de gran poder, más probablemente creado con el dragón en mente, algo que la sorprendió dado a la opinión que tenía su familia sobre él. El corpiño se veía como una armadura, cada escala individual de un tono de azul cerúleo y con sus margenes en oro. Era fuerte como el metal, pero se perdía fácilmente en su mano. Las mangas largas fueron diseñados para imitar las escamas, pero el material era puro y mucho más ligero. La falda era la longitud del piso y llena, sin embargo, no lo hizo puf; en vez de eso se desvaneció de cerúleo a un azul cielo brillante, detalles intrincados de oro tejidos a lo largo. El escote cuadrado podía  mostrar su cuello largo y delgado perfectamente, y su postura desprendía un aire de sofisticación y poder. Tan pronto como se lo puso, sus criadas se quedaron sin aliento. Sabían que aquel vestido se hizo sólo para ella.

El Cuento De Un Dragón (Bloom)(Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora