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Dejo caer su espalda nuevamente contra el respaldo de la silla; sintiendo como su cabeza daba vueltas ante la falta del aire promedio, volvió a escupir lo que producía el sabor agrio en su boca.

— ¿Qué? ¿Tan rápido te rendiste? — Miro hacia arriba encontrándose con la imagen del azabache en frente suyo, con las manos sobre su cadera y una sonrisa arrogante.

— Jodete. — Remarco cada letra de esa palabra con odio.

— Oh, querido, esto no es tan malo como crees. — Llevo su mano hasta su barbilla, obligándolo a que lo mirar directamente. Los deseos de ver muerto hecho pedazos sobre el suelo se intensificaron a gran escala. — Solo dejame demostrarlo.

Noto como saco una venta negra y la ponía sobre sus ojos, ¿A qué se supone que jugaba ahora?

Su cuerpo dio un salto cuando sintió como los dedos fríos del azabache empezaron a subir por su pecho, quedándose sobre su garganta apretándola ligeramente. Segundos después sintió algo más subir por su brazos izquierdo, se sentía como algo filoso y frío; la imagen de la navaja que siempre llevaba encima subiendo por su brazos fue lo primero que se paso por su cabeza.

— ¡¿Q-qué se supone que harás!? — No podía evitar el temblor de su voz, estar totalmente expuesto y vendado ante un cuchillo no era algo que podía controlar a voluntad, el hecho de que no supiera lo que haría; lo desconocido le  provocaba pavor.

— Te demostraré que esto podría y puede ser mucho peor. — Se movió de manera brusca hacia un lado cuando sintió como la piel de su brazos era cortada, se sentía como la cortada en un dedo pero eso no quitaba el hecho de que fuera doloroso. — ¿Comprendes ahora? — Noto como la respiración del azabache esta al lado de su oído, susurraba. —  Soy perfectamente capaz de clavarte una navaja o un tenedor en su cuello, para luego ver como te desangras.

La venda de sus ojos fue retiraba con brusquedad, dejando la imagen del ojos carmín con el arma en manos en frente de el, tenia aquella misma miraba de cuando asesino a la mujer en su sala. Las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas mientras agachaba su cabeza, simplemente estaba por rendirse y aceptar que jamas saldría.

Había intentado todo a su alcance, gritar, intentar noquearlo u salir por la ventana, todo estaba cerrado, las paredes habían sido aisladas y por ende nadie escuchaba sus gritos por socorro, cada vez que parecía tener la oportunidad de atacarlo lo atrapaba en el ultimo segundo y lo castigaba con daño físico y abusaba de el, las ventanas estaban cerradas de manera permanente y ni siquiera podía romperlas, ya que como él mismo le había explicado; eran aprueba de balas.

Era como si ya hubiera planeado esto desde hace mucho tiempo, el sufriente para preparase.

Tono como algo cálido tocaba su mejilla, abrió sus ojos y vio que se trataba del miembro del ojos carmín. — No hemos terminado con esto. — Le producía arcadas tener que estar haciendo esto pero, ¿Qué más podría hacer?

Exacto, nada.

Paso de manera forzada su lengua sobre aquel miembro, estaba tibio y aun habían restos de su propia saliva en el, abrió lentamente sus labios dejando que entrara, miro el rostro del azabache y este sonreía con descaro y mostraba su lengua en modo de burla hacia él.

Casi se ahoga con su propia saliva cuando sintió como el miembro del azabache se adentraba hasta el fondo de su garganta, tocando su campanilla y produciéndole arcadas, por supuesto tuvo que aguantarse las ya que él lo había sujetado de la cabeza, evitando que pudiera apartarse. Escucho la risa ronca de él.

Comenzó a mover sus caderas al frente, riéndose y a la vez satisfaciéndose con la imagen del rostro del azul, cuanto había esperado por tenerlo de esta manera, sumiso ante su persona, aunque, esperaba más que fuera que él se lo pidiera a gritos. Si tan solo esa murciélago no fuera aparecido en esa casa y el ojos verdes no hubiera visto nada, tal vez, estaría completamente feliz.

Pero de una u otra forma había obtenido lo que deseaba, la completa disposición del azul, a la fuerza, pero estaba aquí y eso era lo que importaba en estos momentos.

Aumento la velocidad de sus movimientos cuando sintió un escalofrío subir por su piernas hasta sus hombros, se sentía tan bien.

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Tomo aquella taza de café entre sus grandes manos cubiertas por guantes blancos,, mirándola de cerca en busca de algo que le indicara que había pasado, la volvió a dejar en su sitio luego de unos minutos mirándola, nada.

 — ¿Encontraste algo?

  —  Si le dijera que sí, estaría mintiendo. —  Respondió el más bajo mientras, recorría con sus ojos aquella habitación tan acogedora, era una lastima que todo el lugar estuviera cubierto por cinta de seguridad amarilla. 

Cinta policial.

  — ¿Han revisado arriba? —  Miro escaleras arriba, algo le indicaba que subiera. Sin esperar a su compañera empezó a subir por las escaleras, terminando en un pasillo con dos puertas a cada lado, el de huésped y de visitas. Giro el pomo de la puerta derecha y entro con cuidado, no sabia que encontraría aquí por el simple hecho de que nadie había tocado la escena aun, hasta ahora.

Las sabanas de respaldo estaban extendidas de manera pulcra y la alfombra parecía haber sido pulida — Sea quien sea el que hizo esto le gusta la perfección. — Susurro para sí mismo mientras se acercaba al suelo, mirando de cerca cualquier lugar en donde podría haber un huella.

— Hey, detective Nudillos, mire esto. — En cuanto camino hasta la otra habitación y miro lo que sus ojos veían sabia perfectamente de quien se trataba.

— Compañero, estamos tratando con el asesino en serie más buscado. — Su ceño se frunció al oír eso de su superior. — No de mentiré; esto sera una jodida mierda.

Se Lo Que Piensas| +16Donde viven las historias. Descúbrelo ahora