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Capítulo 2.

Freddy Collins

Se preguntaran ¿por que a éste  muchacho no le afecta la guerra? Pues verán yo no era un simple muchacho, yo era hijo del importantisimo vicepresidente así que tenía mucha protección, mi padre en gran parte había intervenido en esta absurda guerra, pero el no se sentía orgulloso de mi si no que pensaba que era un bueno para nada, en gran parte tenía razón pero me molestaba que me lo replicara todos los dias que transcurrían, era abrumador y estresante, intentaba no hcerle caso pero era imposible y mi madre no ayudaba mucho.

Esa mañana estaba decidido a decirle a mi padre que me enlistaria en el ejército, pero al estar en la puerta del despacho de mi padre, escuche a un hombre hablar con el.

-No podemos hacer esto es sumamente arriesgado, no hay posibilidades de que los que quieran ser parte sobrevivan- dijo mi padre con un tono nervioso.

-Norman, Norman ella dijo que había muchas posibilidades de que sobrevivan, esta es la oportunidad de patearle el trasero al enemigo, con esto ganaremos la guerra, será pan comido- respondió la voz de un hombre tratando de calmar a mi padre. -Ellos serán los nuevos capitanes América los rusos y los coreanos nos temeran y admiraran nuestro ingenio sólo tienes que aprobar el proyecto.

-Sinceramente no estoy muy...- interrumpi.

-Quiero partisipar- dije abriendo la puerta rápidamente.

-Hijo ¿no deberías estar con tus amigos hablando dé chicas o algo así?- dijo mi padre tratando de que me fuera de allí.

-Sabes, no pienso sólo en eso ¿si?

-Hijo ¿Estas seguro que quieres partisipar es eso?- volvió a preguntar mi padre.

-Si padre quiero hacerlo sería un honor ayudar a mi país.

-Así es como se habla- dijo el otro hombre que por sierto parecía ser un general por lo qué llevaba puesto.

-¿Hay que firmar algo o...?

-No, no, no- respondió el general.

Luego mi padre le dijo algo a su oído, el general asintió y de su bolsillo sacó un estuche con una jeringa pequeña dentro, se acercó a mi pero por instinto retrosedi un poco y el sonrió e tratando de calmarme por que ya se notaba que estaba un tanto nervioso dijo.

-Tranquilo hijo, la jeringa es sólo para relajar tus músculos a partir dé hoy así para el día de los experimentos no sentirás dolor.

-Espere ¿experimentos?- maldita sea no oí que eran experimentos había pensado que era otra cosa pero ya era tarde ese hombre ya había inyectado en mi cuello la jeringa causando que pierda el conocimiento.

Desperté de golpe provocando que me golpee con la cama de arriba pero "¿dónde demonios estoy?" Me pregunté a mi mismo, me levanté de la cama con cuidado de no volver a golpearme con la cama de arriba y caminé por la gran habitacion, sinceramente estaba genial parecía un gran hotel de lujo, pero mi asombro fue interrumpido por una mujer que parecía ser doctora.

-Hola soy la doctora Hernández pero dime Yaz, veo que el líquido no te a dañado los músculo eso es bueno, muy bueno es decir.

-¿En dónde estoy?- fue lo único que se me ocurrió preguntar.

-Pues estas en una dé las bases secretas del Gobierno, aquí te haremos los experimentos.

-Esos experimentos que harán en mi ¿para que son?

-No estoy autorizada para responder esa pregunta y ninguna otra que tenga que ver con los experimentos.

-Está bien.

-Okay entonces ponte cómodo, en unos días vendrán más jóvenes como tu para participar en los experimentos.

-Entonces ¿no soy el único?

-En este momento eres el único, pero el general Richardson se está encargando dé buscar los cuatro jóvenes qué faltan.

-El general Richardosn ¿es el sujeto qué estaba con mi padre el día que me trajeron?.

-Si.

-Una pregunta más ¿cuanto he dormido?

-Sólo un día.

-Wau es imprecionante.

-Yo tengo qué irme, ponte cómodo y si nesesitas ayuda allí afuera hay dos soldados.

-Esta bien muchas gracias.

-En unas horas vendré a ponerte la inyección- dijo y se fue.

Yo sólo me senté en un sofá que había allí y me pregunté "¿viviré?