Prólogo

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—Genial como siempre, señor Park —se atrevió a mentir con una brillante sonrisa, entregándole un café a su odioso jefe.

Genial en tus malditos sueños, quiso decirle. Pero a la larga había aprendido a adular a ese metro ochenta de petulancia, también conocido como Park Chanyeol. El sujeto era un dolor en el culo, y sin embargo todos lo amaban.

¿Cómo exactamente había llegado a servirle de chico del café a ese idiota disfrazado de ídolo? La respuesta era sencilla, todo era culpa del mismísimo Chanyeol.

—Está algo frío, Baekhyun —se quejó regresando el vaso de cartón.

Baekhyun asintió e hizo una reverencia antes de retirarse a buscar otro odioso café bien caliente, con una muy específica cantidad de leche y azúcar que solo él conocía. Park Chanyeol era todo un quisquilloso, odiaba que la gente supiera un montón de cosas que consideraba totalmente personales e importantes. Desde su gusto en café hasta su talla de camisa, eran detalles no revelados a casi nadie fuera de la empresa, Baekhyun simplemente pensaba que era un idiota.

Salió del estudio de grabación pasando justo al lado de la sala de prácticas de los nuevos trainees de la agencia, podía verlos a través de las paredes de cristal, jóvenes llenos de sueños, como él lo fue alguna vez. En honor a la verdad, era algo así como el fracasado en su círculo de amistades.

Su mejor amigo de sus años de entrenamiento, Kyung Soo, consiguió debutar el mismo año que Chanyeol como actor principal de una serie de misterio y un año después como cantante, apoyaba incondicionalmente a Kyung Soo, se merecía cada cosa que tenía ya que su talento era inigualable. También apoyaba a Jongin como bailarín y coreógrafo en la empresa. Incluso apoyaba a su amigo Luhan, quien era mucho más exitoso escribiendo para una revista de chismes.

Y ahí estaba él, atascado con Chanyeol y sus manías. Después de abandonar su sueño de ser cantante Kyung Soo consiguió que le contrataran en su equipo, donde no la pasaba nada mal, pero todo se fue a la mierda cuando su amigo le comentó muy erróneamente a Park Chanyeol que tan bueno era Baekhyun en su trabajo y Chanyeol, sin un asistente, decidió pedir aquello como un favor para el favorito de la agencia.

—Lo de siempre, Sehun —pidió al chico detrás del mostrador en la cafetería favorita de Chanyeol—. Quiero que se le queme la lengua, por favor.

—Si tanto lo odias deberías renunciar, hyung —comentó mientras tomaba la orden.

—Si odiaras este trabajo ¿renunciarías?

—Sip.

—Bien por ti —replicó con alegría fingida—. Es de esperarse, tienes veinte años, estás en la flor de la juventud, tienes muchas oportunidades.

—¿Qué edad tienes?

—No preguntes, solo sigue llamándome hyung —tomó el café ya listo y se retiró con una sonrisa, no sin antes comprar un panecillo para sí mismo y cargar los gastos a la cuenta de Chanyeol.

Ese hombre probablemente se gastaba una fortuna en maldito café.

Veintiséis, Baekhyun tenía veintiséis amargos años, no tenía una relación desde hacía mucho tiempo atrás, compartía apartamento con Luhan, pasaba sus noches de viernes mirando anime y series extranjeras, y no tenía señales de trabajar alguna vez de la carrera que estudió en la universidad, ni siquiera era algo que le apasionara, simplemente era el deseo de su padre por verlo completar una carrera como contador y así lo hizo.

La música le apasionaba, pero había descartado esa idea al menos cuatro años atrás.

Su teléfono sonó con el tono determinado de Chanyeol interrumpiendo su caminata de vuelta a la empresa, gruñó antes de mirar la pantalla, sabía muy bien a qué venía la llamada de su jefe.

Anti-fan | ChanBaekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora