Capítulo 8: Nuages noirs.

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 Gracias Sthefynice por betear este capítulo.

Capítulo 8: Nuages noirs.

— ¿Mi padrino se va a casar?—Harry se sorbió la nariz roja, el murmulló de las telas lo hizo esbozar una mueca, mientras Lily reía.

—Sí, se casará, y tú debes estar presentable para la fiesta, así que quédate quieto. —La mujer pelirroja peleó con el sweater de Harry hasta que éste se rindió, y se dejó vestir. Aún estaba enfermo, pero su resfriado había bajado.

—¿Y con quién se casara? Pensé que los "Sirius" no se casaban—la vocecita protestó.

—Que los Sirius no- —la risa cantarina de Lily hizo fruncir el ceño a Harry. ¿Qué había dicho que fue tan divertido? ¡Era una pregunta seria!—¿Quién te dijo eso? ¿Sirius?

—Sí.—Lily terminó de vestir al pequeño con una leve palmada en los delgados hombros, llevaba ese trajecito de gala y túnica formal que Dorea le había regalado en su cumpleaños y que Lily había jurado nunca utilizaría, estaba hecho a medida: negro, sobrio y con encaje en las mangas blancas.

—Pues los "Sirius" sí se casan. —Finalizó la mujer pelirroja, llevaba un vestido turquesa vaporoso que resaltaba la palidez de su piel. Adrian estaba detrás de ellos, en su cuna y ya vestido con una túnica cuyas mangas se empeñaba en morder.

—¿Entonces?—Harry inquirió, mientras Lily se daba la vuelta para tomar en brazos a Adrian e impedir que el bebé siguiera estimulando sus encías.

— ¿Entonces, qué?—la mujer volvió a reír.

— ¿Con quién se casa mi padrino y por qué tenemos que ir? —Los pucheros de Harry eran tan poco frecuentes como convincentes, Lily le revolvió el cabello, encantada con su hijo mayor.

—Con Regulus Black.

— ¡¿ Con Repugnus?!—gritó.

-AprenderAVivir-

— ¿Con ese pulgoso?—Draco gimió, su pálido rostro compungido.

—Draco...—le reprendió la voz refinada de su abuela Druella.

—De quien hablas es de tu tío Sirius—La voz de Narcissa no era siquiera un reclamo, recostada en el sofá y pálida como una hoja, luciendo como si le quedara poca energía dentro de su frágil cuerpo... era la imagen menos imponente a la que Draco se hubiera enfrentado.

—Pero es un pulgoso, es cierto, ¿cómo osa mi tío Regulus a casarse con semejante espécimen de hombre? —El disgustado niñito se echó sobre el sofá en plena rabieta, Lucius estaba junto a él sin reclamarle una sola palabra. Si era sincero consigo mismo, no le desagradaba que su hijo insultara a Black, era un sarnoso, eso era.

A ambos les desagradaba, a Lucius porque era el único hombre que además de él, había tocado la piel desnuda de Remus, que lo había poseído en noches de pasión; y a Draco porque de manera inconsciente, el enamoramiento platónico que tenía por Regulus Black no le impedía imaginarse a éste con ningún hombre. Era demasiado perfecto, etéreo y hermoso como para ser ocupado por un corriente como Sirius.

—Pues es eso, o tener un hijo bastardo—Bellatrix soltó una risotada mal sana mientras veía por la ventana, entretenida—, todos saben que terminaría así.

—Tú lo sabías. —Druella masculló, reprochándole a su hija el que hubiera visto las señales de un romance clandestino y no lo hubiese compartido en las tardes de chismes. —Yo no esperé semejante cosa. Una fiesta de compromiso tan apresurada, menos de un mes y anuncian una fiesta de compromiso. ¿En cuánto tiempo piensan casarse? Walburga me dijo que esperaban hacerlo antes de que el bebé naciera, qué escándalo.

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