6

34 0 0
                                    

-Marc, eres insufrible, estoy estudiando, déjame en paz.
-Pero, ¿Por qué?
-Por qué no todos hemos acabado el curso, vale que tú seas más mayor y termines antes, pero, ¡déjame vivir!- Lloriqueé.
Este rió.
-Vale, vale, no me pegues. Dicho esto, se dirigió a la puerta de mi habitación, pero antes, se tropezó y tiró mi mochila del mueble en el que estaba, dejando a la vista unas pastillitas.
-¡Mierda!
-Andrea -Marc estaba perplejo y divertido- ¿Esto son...?
- Sí, son pastillas antibaby, ¿Algún problema? -Se las quité de las manos con la cara roja como un tomate.
-Esto es una información nueva para mí.-Y salió de allí dejándome estudiar por fin.
. . .
Estábamos cenando todos como una família feliz, personalmente, todo este paripé me ponía enferma. Estaban mis tíos, mi abuela, mis primos, e incluso mis padres (eso sí que era raro, es como ver a un unicornio).
-Bueno - Mi tía rompió ese silencio incómodo.-¿Qué tal vas en el instituto, Andrea?.
-Bien, pero, hay una plaga en casa que no me deja estudiar.-Lancé a Marc una mirada asesina, cosa que hizo reir a mi tía.
-Andrea, te veo agobiada, ¿quieres una pastillita para el estrés?-Recalcó la palabra pastillita y me guiñó un ojo.
-Tía, ¿Qué tal va el hospital?-Preguntó Sergio.
-Va bien, hoy he hecho un trasplante de corazón.-Mi madre respondió.
-¿Y a tí, tío? ¿Qué tal a tí en comisaría?
-Bien - la voz de mi padre era grave y clara, la gente la definía como intimidante, y él se esforzaba por que así fuese.-Hoy hemos pillado a una Red de droga.
-Niña, tienes unos padres perfectos - Mi abuela me contestó con altanería.
Intenté no reaccionar bruscamente, simplemente sonreí lo más convincente que pude y bebí de mi vaso de agua. Marc se percató de la tensión que había en la mesa, así que salió en mi rescate:
-Andrea, necesito que me ayudes con una cosa.-Me levanté con todas las ganas de salir de ahí.
Llegamos a su habitación, y se seguía escuchando la conversación animada de la familia, era increíble, parecía que cuanto más lejos me tenían, más felices estaban. Marc, cerró la puerta con pestillo.
- Ya me debes 3.
-¿Qué?
-Ya lo sabes.
-Primero, lo de Leo no cuenta, segundo, lo de ahora lo has hecho por que querías.
-Esta bien, incluso quitando esas dos, me debes una.- Y dicho esto, oímos que la cena ya había acabado, así que abrió la puerta y me dejó en su habitación. Me quedé observando, era la típica habitación de chico, con paredes grises, cama azul y muebles caoba. En ellos, pude ver pulseras de cuerda, fotos, una colonia, algunos libros y una caja de madera. Miré las fotos, eran de él principalmente, era muy guapo, así que salía en todas bien, además, como había estudiado fotografía, estaban desde ángulos complicados e increíblemente enfocadas. Seguí mirando fotos, en alguna salía con sus amigos, en otras él solo, una me gustó mucho, ya que se la había hecho un amigo suyo cuando estaba desprevenido y salía riéndose . Sonreí, ya que no era una risa pícara, ni seductora, sino que era una risa sincera. Me encantaba ver esa faceta de Marc.
-Vaya, sigues aquí.
- Sí quieres me voy- le saqué la lengua.
- No, me gusta tenerte cerca.
-Vaya, si no te conociera parecerías incluso romántico.
- Uy, yo puedo ser muy romántico como os gusta a las tías pero es muy cansado.
- Que cosas màs bonitas me dices.- Seguí mirando cosas hasta que abrí la caja, una sonrisa pícara apareció en mi cara. -¿Ya se han ido?
- Sí. Mis padres y nuestra abuela han ido a casa, Sergio se ha ido a dormir, y hasta mañana a las 8 no se despierta- se sentó en el borde de su cama- Y tus padres se han ido, tu madre a operar de urgencia y tu padre a comisaría.
-Ah- dije con poco interés.
- Andrea...¿estás bien?
-Claro, que se hayan ido significa que podemos usar esto- Abrí la cajita y saqué su contenido.
Sonrió.
- Lo estaba esperando.

Si la vida es una caja de bombones, no vuelo a probar el chocolateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora