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La casa estaba vacía prácticamente, y Sergio ya estaba dormido, así que empecé a provocar a Marc.
- Entonces...-Abrí la cajita y le tiré un preservativo de los que tenía él guardados.
-Lo estaba esperando.
Me senté en su regazo, él me envolvió con sus brazos por la cintura. Comenzó a besarme el cuello y a bajar por mi pecho hasta llegar al escote. En ese momento, decidí tomar el mando. Lo empujé hasta que su espalda tocaba el colchón de la cama, y fui trazando una línea de su clavícula, pasando por sus abdominales hasta llegar al elástico de sus bóxers, supo lo que iba a hacer, así que se anticipó a mis movimientos y me dejó bajo él
-Me encanta que me toques, nena, pero hoy, prefiero algo más. Además, no vamos a necesitar esto- tiró el condón fuera de la cama.-Ya que he hecho un descubrimiento muy importante- se refería a las píldoras antibaby.
-Idiota.-Puso cara de falsa sorpresa.
-¿Ah sí? Yo creo que un idiota no te haría lo que yo voy a hacerte esta noche, bombón.
-Mmm, ¿Y qué me vas a hacer?
No me respondió, simplemente me quitó la camiseta y los shorts, dejándome en ropa interior. Él también se quitó la camiseta, dejando al descubierto su torso.
-Date la vuelta - Me ordenó.
Confundida, hice lo que él me pidió. Me apartó el pelo de la espalda, y me comenzó a hacer un masaje. No entendía nada, sus manos estaban recorriendo mi espalda. Ejercía presión en mis escápulas, y fue bajando lentamente hasta la cintura, llegándo al límite del tanga que llevaba puesto en ese momento. Sus manos volvieron a subir, y desabrocharon mi sujetador, retirándolo y tirándolo también fuera de la cama. Su masaje, consistía básicamente en tentarme, pero no satisfacerme, buscando mi respuesta. Ya no pude aguantar más, cuando sus dedos traspasaron el elástico llegando al clítoris, apenas rozándolo y no seguir, me giré de golpe, lo tumbé en la cama y le bajé los pantalones y los bóxers,  dejando al descubierto, su erección. Me abrí de piernas (gracias a gimnasia rítmica y bailes de salón había adquirido gran elasticidad) y lo introduje en mí. Nos moviamos con fuertes y rápidas embestidas, mientras gemía formando un gran estruendo. Marc me llenó, y yo caí exhausta. Acabábamos de hacer un acto completamente salvaje, puro instinto animal, nada de sentimientos.
Unos golpecitos llamaron a la puerta, sacándonos de nuestro trance.
-Marc, ¿puedes salir un momento?-Era la voz de Sergio.
Marc entre abrió la puerta, para que lo viera a él pero no a mí.
-¿Qué quieres?
-Puedes decirle a la chica que te has traído que haga menos ruido, por favor? Ya sabes cómo se pone Andrea cuando gritan mucho.-Intenté contener la risa, es cierto que me había quejado mucho cuando Marc traía chicas ruidosas a casa y yo necesitaba estudiar.
- Vale, yo se lo digo, ahora, pírate.
- Sí- a veces, me preocupa la sumisión de mi primo Sergio. Marc volvió a cerrar la puerta.
-No deberías ser así, tu hermano es adorable, incluso se preocupa por mí por el ruido.
- Sí, pero es demasiado blando, si no lo preparo yo, alguien con no muy buenas intenciones se aprovechará de él.- una sombra le oscureció el rostro.- ¿Vas a quedarte aquí toda la noche?
- Pues tenía pensado irme, pero veo que quieres que me quede.-Intenté añadir humor a la conversación.
-Como quieras, pero he de avisarte, preciosa, a lo mejor tengo más ganas de fiesta a las 5 de la madrugada.
- Uff, demasiado temprano, me voy a mi cuarto. Buenas noches.
- Sueña mucho en mí, bombón.
- Prefiero no tener pesadillas, gracias.
Y con esa extraña despedida, me fui a dormir.

Si la vida es una caja de bombones, no vuelo a probar el chocolateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora