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Marc
Estábamos a punto de despegar, y Andrea estaba muy nerviosa, se notaba que era su primer viaje.
-¿Estás rezando? -dije en un tono burlón.
-Sí, a la Santa Virgen de la patata, no te jode, anda, cállate.
-Jajaja, vale vale, relájate , no va a pasar nada.
-¿Y cómo lo sabes?
- Porque, no dejaría que te pasase nada malo, jamás.-Le miré directamente a los ojos color piedra de géminis que llevaba colgada en el cuello, y pude notar su sonrojo. Poco a poco, el avión despegó, y nuestras manos se enlazaron, le acaricié para  calmar su nerviosismo. Poco a poco, y cuando pasaron  las turbulencias, Andrea calló en brazos de Morfeo.
-Marc
-¿Qué?- por un momento había olvidado que mi hermano también venía en el viaje.
-¿ Qué sientes por Andrea?
-¿Cómo dices?
- Sé lo que haces por ella, estaba allí cuando le partiste la cara a Leo, después de la fiesta y le mandaste al hospital con una fractura en la nariz, estuve ahí cuando escuchabas tras la puerta en la reunión de las chicas, y también estaba la noche de la cena familiar después de que se fuera todo el mundo.
Hizo una pausa, tal vez para añadir dramatismo, tal vez para pensar en lo siguiente que iba a decirme.
-Sé que no la quieres con un amor fraternal como la quiero yo.  La pregunta es, ¿Con Qué amor la quieres?
- ¿ Qué dices? Anda, deja de hacer conjeturas y duérmete, que la altura es muy mala.
- No te creo.
-Has oido hablar de la atracción sexual?
-  Eres un capullo. Mira yo solo te aviso, serás el mayor, y  yo no me meteré en peleas constantes, pero le haces algo, y te corto los huevos.
Dicho esto, se dio la vuelta y se echó al dormir.
El avión aterrizó sin ninguna complicación, nos dirigimos hacia el hotel, que estaba al lado del río Rhin.
Llegamos, y la recepcionista nos entregó las llaves de nuestras habitaciones, contiguas las tres.
Al entrar a la mía, y dejar mis maletas en el armario del pasillo, observé el color mostaza de las paredes, el color azul de las cortinas y una cama de matrimonio en el centro de la habitación.
Los armarios estaban cubiertos por espejos y al entrar al baño, abrí los ojos de par en par, había una bañera, tan grande que podía pasar por jacuzzi. De repente, me vinieron  a la mente, todo lo que podría hacer ahí con Andrea.
De repente su voz apareció en la entrada del cuarto de baño:
-Vaya, es igual que la mía, pero en otros colores.
-Hola princesa, ¿has visto la bañera tan fantástica que tenemos?
- Sí, tu mano y tú pasaréis tardes fantásticas ahí dentro.
- Que mala eres.
- Mucho. Ale, disfruta.
-No seas así...- Me acerqué a ella y la rodee con mis brazos.
- Emmm, no gracias.- Dicho esto salió y se volvió a su habitación .
Frustrado, me tumbé en la cama, y comencé a hacer zapping, pero estaba todo en Aleman, normal. Seguí cambiando de canal hasta que encontré uno en inglés, pero era de intereconomía, así que perdí el interés y poco a poco, me venció el sueño. 

Al día siguiente, unos golpecitos en la puerta me despertaron. De mala gana miré el reloj, eran las ocho, me vestí y abrí la puerta y con un gruñido recibí a Sergio.

- ¿Anda, también gruñes? Sabía que eras un perro, pero ¿Tanto? Que chico tan completo.

- Hombre, hola preciosa, no te había visto, como eres tan pequeña.

-No soy pequeña, tengo una estatura normal.

- Claro que sí, enana.

- Uff, mira, díselo tú, que yo no puedo, no lo aguanto.-Rei, me encantaba enfadarla.

- Marc - Sergio me miró- Vamos a dar un paseo por el río en barco.

- Bien, dadme dos minutos, que tengo hambre.
-Desayunamos en el restaurante del hotel.
- Ah, bien, entonces vamos.
Bajamos al restaurante, y nos sentamos en la mesa asignada.
-Este es tu cuarto viaje a por comida.
-¿Y?
-Nada,nada, tu sigue, tus estrías están muy contentas.
-Capullo.- le pegó un mordisco a su curasan, y me lo tiró a la cara.
Se levantó y fue a por otro.
Mientras ella se fue a por el curasan, fui a por un zumo, pero de camino, me tropecé con un camarero.
-Sorry- me dijo.
-Don't worry, it's OK.
Le miré detenidamente, era albino, con los ojos color violeta. Cuando vio que le estaba mirando, se fue.
Volví a la mesa con el zumo y acabamos de desayumar.
Paseando de camino al barco, Andrea iba caminando por la orilla del muro que separaba el río del paseo, como una niña pequeña, cantando y saltando, con el viento ondeando suavemente su pelo, y el olor de su colonia mezclándose con  el del agua del río. Era una estampa preciosa, así que aproveché para hacerle una foto sin que se diera cuenta.
Compramos los billetes, entramos y nos pusimos a esperar a que comenzara el viaje.

Si la vida es una caja de bombones, no vuelo a probar el chocolateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora