Capítulo 8

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El Panfleto Laurens.

"¿¡Leíste esto?!"

Aquella frase no dejaba de resonar por las calles, las ciudades, el país.

Vaya escándalo que Hamilton mismo armó. Muchas víctimas en la publicación del documento, no se podría explicar todo a la vez.

Los ciudadanos, algunos horrorizados, otros impresionados y otros asqueados, tenían diferentes reacciones ante la publicación, no había quien no lo supiese.

Quiénes se habían encargado de expandir las noticias fueron nada más y nada menos que los enemigos de Alexander, no podían estar más encantados con la estupidez que cometió el hombre.

Publicar todas esas páginas fue el peor error que pudo cometer en toda su vida.

"Alexander Hamilton tuvo un amorío homosexual, ¡y lo escribió justo aquí!"

Él intentaba esconderse, en alguna parte de la calle pues no estaba listo para presentarse ante su esposa. Pero no había escondite alguno. Burlas, críticas y miradas repulsión pura.

"Bueno, nunca será presidente ahora."

"¡Al menos fui honesto con el dinero!"

Se atrevió a gritar, arrepintiéndose al instante al ganar mas miradas y desprecio. Caminó a paso apresurado por las calles, sin detenerse a los repetitivos comentarios.

"¡Nunca será presidente ahora!"

"Es una cosa menos de qué preocuparnos."

"Su pobre esposa. . ."

Se heló ante su mención, le aterraba la idea de confrontarla pronto. No podría. No estaba listo, y tal vez nunca lo estaría.

Pero, para el atardecer, ya estaba en frente de la puerta. Soltó un suspiro, intentando darse valor, y entro al lugar temblando.

Todo estaba oscuro.

Lo primero que notó fueron trozos de papel en el suelo. Se agachó tomo uno, he intentó leer lo que decía. Al reconocer la letra, vio a su alrededor.

Eran los poemas de Philip.

Recogió cada pedazo, intentando que las lágrimas no escaparán de él. Siguió avanzado. Cenizas estaban regadas por el suelo. Eso le extrañó.

Llegó hasta el cuarto que compartía con Eliza. La vio arrodillada en el suelo, dándole la espalda, sollozando, tal vez tenía una vela al frente pues ese lado estaba iluminado. 

Cuando se acercó, vio que eran papeles ardiendo. No lo entendía, ¿por qué quemaba hojas?

Al notar su presencia, dio un pequeño brinco del susto y se levantó, limpiando las lágrimas de su rostro. Alexander no podía evitar sentirse peor al verla así. Eliza se acercó a él con el puño cerrado, y le dio algo.

Al abrir su mano, solo encontró más cenizas. Subió la mirada confundido.

"Tus cartas de cortejo."

Volvió a ver las cenizas. Está vez no contuvo sus lágrimas. Dios, Eliza amaba esas cartas. Él tomó mucho tiempo encontrando las palabras correctas para cada una, puso sus esfuerzos para enamorar a la joven.

Y ahora todo había sido desintegrado, no quedaba nada.

La mirada de Eliza era devastadora. Era una mezcla de dolor, destrozo, tristeza, enojo, cierta culpa, asco y temor. Más que nada, enojo, y Alexander lo entendía. Lo merecía.

La mujer le tiró una sábana y lo empujó fuera de la habitación.

"Dormirás en tu oficina a partir de ahora."

Cerró la puerta detrás de él, y en ese momento sus piernas se rindieron, haciendo que caiga de rodillas al suelo. Mejillas húmedas, rostro enrojecido, no podía lucir más miserable.

"¡Espero que ardas en el infierno, Hamilton!"

El grito de su esposa resonó por la cabeza de Alexander.

Lo había arruinado todo por completo.

Pero, simplemente no podía dejar que los rumores crecieran. Hizo lo que debió, bueno o no, estaba hecho.

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Bueno--

Ya estando a esta altura, he de informarles que el final está cerca.

Bajen el arma por favor :')

Ahno.

Supongo que quedan dos o tres capítulos. No worrys, una vez acabado este libro escribiré otro :^)

Después de un corto receso--

Pero, el libro de One-Shots estaría activo aún.

Anyways! Hope you liked it!

PastTomorrow out!

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