→Muerte del Laurencio←
John suspiró una vez más, sólo en su habitación. Tenía mucha hambre, ya no quedaba comida en la casa, pero no quería salir. No podría.Después de su escándalo con Alexander, se mudó con su padre a Carolina del Sur, y las cosas no le podrían ir peor. Cada vez que ponía un pie afuera, o siquiera era visible a través de la ventana, había alguien enojado tirándole insultos y amenazas al aire libre, frente a los niños, con toda la aprobación de los vecinos.
Ni siquiera podía rogarle a su padre que vaya a comprar, ese maldita alcohólico solo gastaba el dinero en su preciada bebida.
Se vistió a mala gana para salir, poniéndose más ropa de la que debería sólo por si a alguien se le ocurría atacarlo. Por lo menos eso le protegería un poco. La vida que llevaba era miserable, pero siempre lo fue y ya se había acostumbrado.
Sin embargo... Se sentía peor está vez.
Alexander lo había hecho vivir un sueño, y nunca podría olvidarlo. Sentirse amado y deseado fue muy nuevo para él, y Hamilton sació toda sed de amor que había almacenado en su ser por tantos años. Le dió todo lo que necesitaba sin nunca pedir por algo a cambio. Y él simplemente lo amó con todas sus fuerzas, dió todo de sí mismo en esa relación para agradecerle cada detalle suyo, a pesar de saber de lo mal que terminaría.
Siempre supo que acabaría así. Nunca se preocupó por sí mismo, en todo caso se preocupaba por Alexander. En cómo terminaría emocionalmente, en qué perdería físicamente. Su amado era frágil, aunque aparentaba lo contrario, y bien lo sabía él.
Suspiró nuevamente. Salió de la casa viendo al suelo, llevándose una pequeña canasta para poder llevar sus compras ahí, y se dirigió al mercado.
Cuando llegó a este, no se vio sorprendido al notar que la mayoría de personas se detenía a observarlo y a susurrar entre ellos. Se lo aguantó, y compró algunas frutas. Pocas, debía racionar bien el dinero que llevaba.
Cuando iba a escoger vegetales, se dió con que estaba siendo rodeado por un grupo de hombres enojados. Vio a su alrededor, desesperado, rogando por alguien que lo ayude de lo que sabía que iba a pasar. Sólo veía a mujeres temerosas, alejando a sus hijos de aquel lugar, y hombres que miraban con aprobación, sin hacer absolutamente nada.
"P... Por favor, no lo hagan, prometo irme de inmediato si me lo permiten."
No lo escucharon. Se acercaron a él, y empezaron una ronda de golpes. Todos al mismo tiempo, en partes aleatorias de su cuerpo. Intentó mantenerse de pie en todo momento, pero una patada certera en su pierna logró que perdiera su equilibrio y cayera. Trató de responder y dar alguno que otro golpe en defensa, pero desde esa posición no había mucho que podía hacer.
En el momento en que decidió dejar de pelear de vuelta, se detuvieron. Se alivió, pero se sentía demasiado débil cómo para levantarse por su cuenta. Uno de ellos gritó algo, y más hombres se acercaron. No lo escuchó, pues estaba enfocado en qué hacer y cómo huir. Sin embargo, antes de que pudiera hacer algo, sus brazos y piernas fueron tomadas por estos, y soltó un alarido debido a la fuerza que ponían en su agarre junto a él dolor por los golpes anteriores eran mucho por soportar.
Comenzó a moverse como sea, a pesar del dolor que esto le ocasionaba, nada bueno podía salir de eso. Lo estaban trasladando a un lado, y no sabía a dónde.
"¡Sueltenme!¡Basta!¡No volveré a este lugar!¡No volveré a salir si es necesario, pero no me hagan nada más, por favor!" Gritaba con desesperación, temía por su vida, no quería morir así.
Se detuvieron en un punto, reconoció varios árboles y supuso el bosque, pues ya habían caminado un buen rato. No lo soltaron, parecía que uno del grupo que los seguía hacía algo, pero no supo qué. Después de un momento, le pasaron una soga por el cuello, y comenzó a temblar.
"¡No!¡No pueden hacer esto!¡Déjenme, esto es injusto!¡No he hecho nada!"
"Moriras por tus pecados." le respondió uno, y le insultó seguidamente.
Se sacudió con más fuerza, pegaba patadas al aire como podía pero las personas que lo sujetaban aumentaron. Vio que alguien se subió a un árbol y paso la soga en una rama gruesa, y bajó seguidamente. Tiró en otro extremo a las manos del grupo, y por fin lo soltaron.
Empezaron a tirar de la soga, y lo alzaron. Sus manos estaban alrededor de la soga, intentando patéticamente quitársela, jalarla o romperla, lo que sea. Veía a todos lados, los árboles, el suelo, las personas. Pronto las lágrimas escurrían por su rostro, mientras se movía como podía. Movía las piernas, y pateaba cualquier rostro cercano a sus piernas.
"¡P... Por favor!¡Paren esto!"
Finalmente estuvo alzado por completo, y sentía su rostro adormecerse ante la falta de oxígeno en su ser. Ya no tenía la fuerza para moverse tanto y solo podía toser, pero sus manos aún intentaban liberarlo débilmente. Su toser se volvía más desesperado, su garganta cada vez se cerraba más y supo que ya no tenía escape alguno.
Entonces se resignó, y esperó, ya sin esperanzas, a que la muerte venga por él por fin.
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HOLA. No me odien plox--
Quería escribir esto, es mi «felices fiestas» a ustedes.
Well, hope you liked it!
PastTomorrow out!
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Say No To This
Cerita Pendek[historia del 2017, hay ciertos estereotipos gay que mi yo joven no entendía que estaba mal] Era una noche fría, mas que nada solitaria para el pobre Alexander. El cansancio y estrés le habían impedido pensar con claridad, y solo se dejo llevar. Vay...