Después de media hora de estar sentada en las escaleras del estacionamiento, intentando poner en orden sus ideas, acomodando prioridades y haciendo suposiciones locas. A la final Bárbara se decidió en ir a recoger a Mateo y enfrentar a Aarón. Tal parecía que el único objetivo de su ex era hacerle la vida imposible, meterle el pie, no dejarla avanzar. Con un terrible nudo en el estómago se montó en su coche y salió directo al destartalado departamento del maldito ese.
Mientras conducía continuó pensando y al llegar al lugar ya tenía clara su decisión; sería mejor que fingiera no saber nada y esperará a que él le confesara todo. Con esa idea, la cual, le pareció mucho más madura y sensata,bajódel auto.
Al salir se detuvo un momento a mirar el edificio donde vivía Aarón. El cual era un enorme rectángulo dividido en pequeñas secciones, mugriento, lleno de grafitis, lo poco que tenía de césped estaba atascado de basura, mal recortado y amarillento. Suspiró, al tiempo que una triste sonrisa se dibujaba en sus labios, solo pensar en todo el dinero de sus padres desperdiciado entre mujerzuelas y maldita de Lorena, le devolvía el dolor en la boca del estómago.
Por suerte vivía en el primer piso y no tenía que subir las delgadas escaleras de metal, las cuales, parecía que se vendrían abajo en cualquier momento. Después de golpear la puerta un par de veces, la inconfundible voz Aarón se dejó escuchar en un grito de: ¡Voy!
— ¡Barbie! —Exclamó sorprendido al momento de abrir la puerta—. Qué gusto verte.
La mujer forzó una sonrisa, a pesar de llevar cerca de un año sin verlo, el maldito ese se conservaba como en hielo. Su cabello café claro, que le combinaba a la perfección con esos enormes ojos, estaba algo alborotado y la brisa lo movía con suavidad, una sonrisa de dientes perfectos se mostraba feliz ante la mujer, usaba una camiseta azul claro que se ajustaba a su bien trabajado cuerpo. La mente de Bárbara no pudo evitar llenarse de infinidad de recuerdos pecaminosos, al ver ese fuerte pecho, el mismo que tantas noches la abrigó entre sus brazos.
—Naomi está algo ocupada. Vengo por Mateo.
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La Última cerveza del desierto
ChickLitBárbara ha comparado su vida con un manicomio en más de una ocasión. En cambio a Diego nada, ni nadie, logra sacarlo de sus cabales. Sin embargo, cuando Bárbara entre a su vida descubrirá que quizá le gusta mucho la locura de su mundo. Un engaño in...