A Él, Que Se Fué

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Tu aliento siempre me fortaleció, me animó, me avivó. Ayer debías irte y yo nada puedo decir para que te quedes, pues retenerte sería amarrarte a mí, sabiendo que mientras mi camino va al mar, el tuyo va al desierto.

Sólo me queda por empujarte a irte, con lo incontrolable de mi ser, porque no quiero que te vayas, pero sé que debes, lo sabes, y tampoco quieres dejarme.

Así que hoy te despido con un doloroso "hasta luego, mi amigo", para mañana, cuando el sol indique asomar cada vez más, te pensaré, con melancolía, y te recordaré, con sumo cariño, para que cuando vuelvas, sepas que no he dejado de extrañarte.

La luna ha de verme cada noche cómo te extraño, intenta regalarme una estrella con tu mensaje, pero yo sé, aunque no quisiera, ciento treinta y nueve noches bastaron para que fueras tú quien me olvidara.

Gris Y CelesteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora