Su palabra
no deja de serme
suave brisa,
dulce sol.
Y su voz,
en mi huracán,
es el centro,
es la paz.No quisiera
se enterara
que con un adiós
tampoco
hubiese calmado
mis penas,
mi soledad.Aún después
de mil días
lo recuerdo
con aprecio,
y pensando:
quizás,
si me hubiera despedido,
no podría jamás,
al menos,
volverle a saludar.Y me despierto
de un deseoso sueño
de la peor manera
en que se puede
romper
un anhelo:
la realidad
de que así
como no diste un adiós
tampoco
me darías un hola.
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Gris Y Celeste
PoetryAquí se hallan algunos fragmentos de mi vida, mi alma. La esencia de lo que está vivo en mí: almacenados en el tiempo, recordados en soledad con melancolía y agrado; y otros textos floreciendo, con unas cuantas cartas, una de ellas perdida. Se lo en...