IV. NO TODO ES LO QUE PARECE

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Una habitación oscura, fría y tétrica, iluminada por una luz tenue que provenía de una pequeña lámpara de forma circular en la pared, era el lugar que me recibió al abrir completamente mis oscuros ojos.

Sin dudarlo ni un segundo, levanté rápidamente la mitad de mi cuerpo apoyando el peso sobre mi codo. Fue extraño percatarme de que me encontraba reposando en una fría y extrañamente suave cama blanca.

Un dolor intenso y agudo recorrió mis brazos, era tan fuerte que logró debilitar mi cuerpo completo y soltar un largo quejido de dolor, devolviéndome al lugar de inicio.

Cuando por fin estaba a punto de recuperarme y ponerme en pie, pitidos agudos hicieron acto de presencia del otro lado de la puerta de metal haciendo que se abriera.

-¿Me permite pasar? -Dijo aquel perturbado anciano, con un tono tan amable, que me parecía irreconocible.

-Aléjese -Dije con indiferencia, intentado volver a ponerme de pie entre quejidos.

-Le recomendaría que tome asiento, Señorita Green, necesito hablar unas cosas con usted. -Pronunció tomando asiento en la cama, como si mi advertencia no hubiera sido relevante ante sus viejos oídos. Señaló un espacio al lado de él dando un par de palmadas.

Sin darme cuenta en qué momento, una cara de asco y confusión se reflejó en mi entrecejo, vaya loco.
Sin embargo, sería una atenuación decir que no estaba interesada en lo que tenía que decir, como para llegar al mismo lugar que yo después de haberme casi matado.

Algo confundida e insegura, me abrí paso sentándome lentamente a una muy considerable y alejada distancia del lugar que me había marcado con su palma, sin apartar la mirada de él.

-Creo que usted y yo empezamos mal -Comenzó diciendo. -Con el pie izquierdo, podría decirse. -Rió con su propia mala broma, volteando a verme, como si esperara que tuviera la misma reacción. Pero lo que consiguió solo fue una absurda mirada de confusión, frunciendo aún más el ceño.

Al percatarse de mi acción, lanzó un largo suspiro al aire y prosiguió -Mire, hay muchas preguntas sin respuesta, que de seguro usted-

-¿Donde estoy? -Lo interrumpí.

-Verá, estamos en el desierto de-

-¿Por que le hizo esto a mi brazo? -Pregunté sobresaltada señalando uno de los clavos.

-Una pregunta a la vez, señorita Green.

Tomé aire y traté de hablar con toda la claridad y tranquilidad posible. Cerré los ojos pesadamente acompañado de un suspiro intentando mantener la calma y el coraje a raya -¿Donde estoy? ¿Por qué me trajeron aquí?

-Bueno, esas son dos preguntas pero supongo que llevan a la misma respuesta. -Dijo poniéndose más cómodo en su lugar. -Usted se encuentra ahora mismo en un "campo de concentración especial", en medio del desierto de Nurian. Nadie conoce esta ubicación, así que por más que grite, nadie la escuchará - Una absoluta expresión de pánico consiguió alterarme mientras que para Crage, el hecho de no ser escuchados en ese lugar, fuera algo bueno -Aunque intente enviar un mensaje, no recibirá ninguna señal a su móvil -Y como si por milésima vez en el día logrará descrifrar mis pensamientos antes de que pudiera preguntar algo, prosiguió. -Le fue retirado por motivos de seguridad -Concluyó.

Al escuchar esas últimas palabras, el miedo hizo aún más acto de presencia al recordar a una sola persona.

-¡NANA! ¡MI NANA! ¡Ha de estar muy preocupada por mí, necesito decirle que estoy bien! -Dije sobresaltada tomándolo, sin pensar, de un brazo en señal de súplica, inentando apretarlo pero con muy poca fuerza debido a lo débil que me encontraba en el momento, ignorando el hecho de que mis brazos estaban aún lastimados.

Solía ser humana (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora