1

175 57 45
                                    

Al fin se me había dado, después de tanto esfuerzo llegaba la recompensa. Estaba a punto de cumplir uno de mis más profundos sueños: entrar en la reconocida y prestigiosa academia de danzas D Art. Había conseguida la beca luego de intentarlo por tercera vez consecutiva. Pero ahora debía enfrentarme a dos problemas: el primero se trataba de conseguir un lugar para vivir, ya que la escuela se encontraba en una ciudad a varios kilómetros de dónde me hallaba viviendo entonces; el segundo era Sarah, mi pareja. Pasaron tres largos días después de recibir la noticia cuando tomé coraje y decidí comunicársela.

—¡Dios, Ellen! —se quejó con sus ojos llorosos a punto de lagrimear. —Estoy tan feliz por ti, es lo que siempre has deseado, pero, ¡mierda, lo siento! Es que no puedo evitar sentirme mal por lo nuestro —parecía frustrada. No paraba de tocar su largo cabello y tirar de él, temí que fueran a desteñirse las puntas rosadas.

—Estaremos juntas, Sarah, la distancia no romperá nada de esto que tenemos.

—¿Lo prometes? —Se acercó un poco más a mí y tomó mi rostro entre sus frías y delgadas manos.

—Te lo prometo.

—Te amo —susurró cuando ya sus ojos azules despedían unas cuantas lágrimas—. ¿Cuándo te irás?

—En dos semanas.

Cerró sus ojos con fuerza y asintió lentamente. —De acuerdo.

—También te amo, Sarah. Nuestro amor no cambiará.

Puse todas mis fuerzas en no dejar caer ni una sola lágrima aunque el nudo que cruzaba mi garganta estaba desgarrándome, me acerqué a ella de inmediato hasta chocar mis labios con los suyos. Nos besamos lento e intenso, cómo si aquello fuese a firmar la eternidad entre nosotras.

Llevábamos casi cuatro años juntas pero nos conocíamos desde la escuela primaria, nunca fuimos mejores amigas aunque siempre supimos llevarnos bien. Con el tiempo nos fuimos dando cuenta de que compartíamos muchas cosas, nuestras ideas coincidían, nuestros gustos también, hasta que la confusión llegó a mí cuando una mañana como cualquier otra, en nuestro ante-último año de secundaria, en medio de un trabajo grupal la profesora nos mandó a ambas a retirar unos mapas y libros de la biblioteca.

—¡Ellen, por aquí! —exclamó en un murmuro mientras se desviaba del camino. La observé algo extrañada pero no dudé en seguirla.

Corríamos por un largo pasillo, yo sólo veía su cabello rubio golpeando contra su cintura con cada paso que ella daba.

Cuando reaccioné ya nos encontrábamos en una pequeña sala algo oscura, apenas podía verla. Se acercó a mí dejándome arrinconada contra una pared, yo no dejaba de observarla sin entender absolutamente nada. Sarah alzó su mano y retiró mis anteojos, quise decirle que sin ellos casi no veía pero antes de poder hacerlo su otra mano tapó mi boca.

—Eres linda y debo decirte que me excitas bastante —dijo como si nada.

Yo la miré aún más sorprendida, no me esperaba para nada aquello. La mano que tenía antes en mi boca ahora bajaba lentamente, rozando cada parte de mi cuerpo. Quería decirle que pare pero las palabras no lograban salir de mí, aquello que ella hacía me gustaba. Cerré los ojos intentando concentrarme en mí para entrar en calma, pero me fue imposible al sentir su boca contra la mía, devorando mis labios y penetrándome con su lengua. Enloquecí en ese mismo instante... Y de aquello no volví.

Nunca más deseé a otra persona que no sea Sarah, y ahora debía separarme de ella para seguir mi sueño.

°°°

—¿Por qué no hablas con Levi? Él vive allí y tal vez pueda ayudarte, Ellen —expresó mi mamá, dejando el filoso cuchillo a un lado y volteándose para verme.

ConfusiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora