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Apoyé en el piso las bolsas que traía en las manos y busqué en mi mochila el juego de llaves para abrir la puerta. Del otro lado, Levi de frente al balcón pintaba en un lienzo; enseguida se dio la vuelta cuando oyó el sonido de la puerta y corrió a mí cuando me vio con las cuatro bolsas encima.

—¿Qué has comprado que pesa tanto? —preguntó mientras las dejaba sobre la isla.

—Mucha comida y unas zapatillas que me han pedido en la academia.

Dejé la mochila sobre la mesa y caminé hacia dónde se hallaba Levi, saqué las cosas de las bolsas y me dediqué a guardarlas en su lugar.

—¿Cómo fue el primer día? —Levi, con sus brazos apoyados sobre la isla y el torso tumbado sobre éstos, me observaba ir y venir.

—Bien... Casi ni hemos bailado, ha sido más una presentación. Nos han explicado y eso.

—Ah. ¿Cómo es el tema? ¿Eliges un tipo de baile y te dedicas a ése o debes estudiar todos sin excepción? —preguntó, mostrándose interesado en saber.

—La academia dicta clases de diez danzas distintas y puedes escoger las que quieras —expliqué—, pero como yo estoy haciendo la especialización en coreógrafa debo cursarlas a  todas y, además, debo cursar una clase que es todo lo teórico más las prácticas en coreografía.

—¿En serio? Creí que querías ser una súper bailarina.

—¡Sí! —guardé los paquetes de snacks en la encimera y me volteé para verlo. —De hecho también puedo dedicarme sólo a bailar si así lo quiero, pero me he dado cuenta que me gusta más el lado creativo de la danza.

—Eso me parece muy bueno —sonrió ampliamente.

—¿Tú que estabas pintando? —señalé con mi cabeza el cuadro, cambiando de tema repentinamente.

Levi tomó dos manzanas verdes de la frutera y me lanzó una en el aire, logré atraparla con habilidad y le di un mordisco cuando él se giraba hacia su obra de arte en curso.

—Un cuadro.

—No me digas, creí que era una puerta —ironicé y rió.

—Estoy vendiendo —explicó. Inmediatamente lo miré emocionada sin creermelo del todo.

—¡Oh, bromeas!

—Nop.

—He visto un par de pinturas en Facebook y eres realmente bueno, muy bueno; pero... ¿En serio ya tienes clientes, Levi?

—Así es —no dejaba de sonreír. Lucía realmente feliz.

—No puedo creerlo... —Continué mirándolo de la misma forma hasta que reaccioné. —¡Eso es genial, Lev! ¡Tú eres genial! —casi que grité de alegría por él.

—Igual debo admitir que he tenido una jodida suerte —alzó sus brazos a ambos lados de su cabeza como si estuviese entregándose luego de asaltar un banco—. Un tipo que se dedica a la compra y venta de cuadros artísticos vio algunos de los míos y me propuso comenzar a comprarme...

Wow.

—Cada mes viene a ver lo que he hecho nuevo y siempre se lleva algunos —continuó—. Y lo mejor es que los pagan bien, más de lo que esperaba.

Wow —repetí—. Me alegra tanto que te esté yendo tan bien, Levi... Te lo mereces.

El timbre nos interrumpió, Levi atendió por el intercomunicador y le avisó a quién estaba afuera del edificio que ya bajaba.

—Los muebles —dijo y se dirigió a la puerta.

Lo seguí y juntos bajamos por el ascensor, le abrimos a los dos muchachos que estaban y los ayudamos a subir las cosas. Firmé el recibo una vez que estuvo todo dentro del apartamento y ellos se marcharon.

ConfusiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora