C u a r t o

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-Ey, niña, despierta - se oyó un chasquido.

Olivia recorrió con la mirada al joven, tratando de no perderse el más mínimo detalle. Desde su cabello alborotado hasta sus botas marrones. Desde sus profundos ojos verdes hasta sus labios gruesos. Desde su ceño fruncido al darse cuenta de que una señorita de cabellera color caramelo lo observa fijamente, cual séptima maravilla del mundo...

Los ojos de la muchacha se abrieron como platos al percatarse de que la figura del joven se desplazaba hacia su dirección. Y su estomago dio un vuelco al, a los pocos segundos, encontrarlo a su lado bebiendo café.

Se volvió de frente para observar a la rubia y abrió los ojos de par en par, preparándose para volver al pequeño conflicto de los diez dólares.

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