D é c i m o

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El olor a cigarrillo y cerveza fue lo primero que ingresó por las fosas nasales de la joven. La música estaba al máximo y retumbaba por doquier. Las luces de colores parapadeaban y los presentes se movían como si no hubiese mañana.

Olivia y Natalie ingresaron al lugar, pero nadie notó su presencia. Era tan inmeso todo, y estaba tan repleto que era estúpido tomar atención a quién ingresaba. Seguramente más de la mitad de las personas allí ni siquiera habían sido realmente invitados.

Luego de unos minutos, en los que no encontraron a nadie conocido empezaron a sentirse un poco incómodas. Estaban "solas" a pesar de que el lugar explotaba de gente. ¿Por qué no había nadie de la Universidad? Era extraño. Incluso se preguntaban si era el lugar correcto.

Pensaron en dar media vuelta y volver a casa. Tal vez verían películas o harían una pijamada. Pero como no se decidieron, se sentaron en las escaleras y se dedicaron a mirar al resto.

A Olivia no le molestaba el sólo observar, pero Natalie estaba aburrida. Decidió entonces pararse y tomar al primer muchacho que se le cruzara y llevarlo al centro a bailar. Eso hizo.

Un joven alto con camisa de leñador y cabello alborotado pasó por su delante, y la castaña no dudó un segundo en tomar su mano y cumplir lo pensado.

La de cabello caramelo sólo sonrió.

Minutos más tarde Natalie se acercó con una bebida en la mano y el muchacho con el que bailaba se fue al fondo del lugar. Ella se sentó al lado de Olivia y le entregó la bebida.

-Te dejé sola, lo siento - habló - es que estaba aburrida, sólo quería bailar un momento. Espero que no te hayas enojado conmigo - hizo puchero y Olivia rió.
-No importa, comprendo - bebió un sorbo e inhaló el olor a a cerveza.

Bebió un poco más y luego apretó los ojos con fuerza. No estaba acostumbrada a beber, pero si pedía agua o gaseosa probablemente la correrían a patadas. Carraspeó levemente y habló.

- Y ... ¿Cómo se llama?- Olivia puso sus manos en su cabeza y apoyó sus codos en su regazo.
-¿Quién?
-El chico de camisa. Debes saber su nombre, se la pasaron hablando todo el rato.
-Si, lo sé - rió y miró tras sus hombros- su nombre es Andrew- volvió a sonreír.

OLIVIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora