–Es momento de que te vayas –le susurró una voz, pérdida en los confines de la oscuridad, exhortándolo a percibir un temor inquebrantable cribarse en los músculos relajados de sus brazos entrelazados–. Me escuchas –preguntó, instigándolo a que abriera los ojos. Él, rezando en su interior, se centró en las facciones largas del rostro que se encontraba a centímetros del suyo–, debes irte cuanto antes –y ante su petición, la perplejidad se hizo presente en su trémula mirada. La expresión trastornada de la persona que se dirigía a él con tanta alarma, hizo que tragara saliva con dificultad. Temblado bajo las cobijas, él pudo ser observado gracias a la indulgencia de la luz azulina que se filtraba por la ventana sin cortinas de su pequeña habitación. Su actitud lo estremeció desde la cabeza hasta la punta de los dedos, ella lo hacía por su bien, pero seguía siendo pavoroso–, vete ya mismo –le exigió la mujer, quitándole las sabanas que lo cubrían y tomándolo de los hombros para que se levantara lo más rápido posible. El muchachito emitió un gritito de dolor cuando sus manos y rodillas golpearon el suelo; aun así, caer en esa posición impidió que se magullara el rostro–, vamos niño, no te quedes allí –lo reprendió mientras lo ayudaba a alzarse de su miserable situación, cosa irónica, ya que por su culpa, el niño sentía dolor en las partes afectadas por el choque.
–Pero no quiero irme, quiero dormir –titubeó cuando estuvo completamente erguido, respirando con dificultad y dejando oír sibilancias de su pecho. Él elevó el mentón y buscó en los ojos azules de esa mujer tan parecida a él, algún tipo de reacción humana; sin embargo, solo halló una gélida indiferencia y una extensa desolación.
Para empeorar su situación, en momentos de temor semejantes a ese, los ataques de asma asechaban su sistema respiración. Además, le preocupaba que salir por la ventana a esas horas de la noche, arruinara su salud ya deteriorada por los malos hábitos de las personas que vivían en esa casa.
–Hazme caso –le pidió empujándolo hacia la pared central, donde reposaba el angosto ventanal por el que con dificultad entraba su cuerpo. Poniendo toda su fuerza en las plantas de sus pies, el niño peleó para que no lo moviera; no obstante, ella era más alta y fornida, sin muchos sacrificios, hizo que se desplazara en contra de su voluntad hasta casi estar apoyado en la pared. La batalla de poderes, concluyó en forma intempestiva y los dos se quedaron callados cuando escucharon los pasos del monstruo resonar en el pasillo que llevaba a la dirección de su cuarto–. ¡Lárgate mocoso! –ordenó la mujer, mientras lo jalaba del brazo con brusquedad, su apretón fue tan fuerte, que estaba asegurado que tendría un moretón a la mañana siguiente–. Vamos –gritó retirando los pestillos y alzando el vidrio que impedía el ingreso del aire.
En medio de la discusión, el terror fulminante reinó sin oponentes entre las cuatro paredes que los encerraban como animales ante un depredador. Aunque la puerta que los mantenía protegidos, siguió cerrada, la ya conocida tonada de cuatro sonidos de un silbido, los perturbó hasta dejarlos sumidos en un sitio muy cercano a los dominios de la locura...
–Tengo miedo –confesó a medida que un líquido caliente se deslizaba por su entrepierna. Fue una humedad tibia, que a los pocos segundos se enfrió–. No quiero irme –repitió reprimiendo los sollozos que solo empeoraban la opresión que comenzaba a sentir en el pecho.
–Te lo imploro –no aguantaría seguir bajo esa faceta de falsa tranquilidad–, vete –la mujer se sentó en cuclillas y acarició sus cabellos para reconfortarlo–, corre lo más veloz que puedas y si se sientes mal, usa el nebulizador –la mujer sacó el curioso objeto del bolsillo de su pantalón y se lo entregó en las manos, para que posteriormente, él lo guardara en el doblez improvisado en su chaqueta de dormir–. Ahora vete –el niño se dispuso a acatar su mandato temiendo lo peor. Con las terminaciones nerviosas sufriendo todo tipo de sensaciones, se escurrió por la ventana, hasta que estuvo en la cornisa de la casa. Para cualquiera habría sido una locura bajar de ese modo, pero el niño ya se había perfeccionado en las habilidades de escapar por la ventana.
El pequeño, confiando en su equilibrio, caminó por ese diminuto espacio hasta que alcanzó unas irregularidades que lo ayudaron a resbalar por la columna del primer piso, el niño sintió su corazón calmarse cuando se vio muy cerca del suelo.
– ¡NO BAJES! –exclamaron con desesperación, desde la ventana; pero ya era demasiado tarde, sus pies descalzos ya habían tocado el césped seco del jardín delantero de su casa.
–Así que esta era la manera en la que escapabas de mí, mocoso cobarde –el niño ni siquiera tuvo tiempo para pedir auxilio o correr, ya que una grandes manos lo tomaron de los cabellos y lo arrastraron por todo el suelo. El niño se lamentó de su desgracia, solo levantó la mirada al firmamento y pidió algún tipo de socorro divino, que nuevamente no llegó.
Una vez dentro de ese infierno en la tierra, sin importarle el daño que pudiera causarle, él lanzó su cuerpo indefenso contra uno de los sillones que reposaban en la estancia. Quejándose por la falta de aire, él escuchó unos pasos apresurados bajar las escaleras, procurando ser pertinentes para impedir la realización de una maldad.
–Por favor, a él no le hagas nada –se ahogó en sus propias suplicas en busca de perdón–, todo fue idea mía –la mujer se atañó cualquier culpabilidad con tal de expiarlo de su venganza.
–Claro que todo fue idea tuya –aseveró avanzando muy despacio, para enfrentarse a la culpable de darle una mala fortuna.
La puerta abierta que daba hacia la calle, le brindó la iluminación suficiente para que captara el espectáculo que se presentaba en un escenario destruido por la brutalidad de un ser, que no podía ser considerado un hombre. Él tenía la alternativa de escapar de los abismos del mundo apocalíptico en el que habitaba, pero era consciente de que si ponía una sola extremidad fuera de esa casa, la tortura para ella sería doblemente encarnizada...
Sumido y encadenado en la más profunda lobreguez, él puso ambas manos sobre sus labios morados por golpes del pasado, con tal de acallar la pesadumbre que desencadenaba todo lo que veían sus inocentes ojos. En un intento por conservar la escasa cordura que lo mantenía atado a la bondad, imaginó los recuerdos que aguardaba como un pilar espiritual, añorando con pesimismo, la época en la que habían sido una verdadera familia feliz...
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Holiii :D
No, no me ha dado un delirio alcohólico para que suba dos cap seguidos, uno ayer y otro hoy (?)
Ayer les dije que subiría dos capítulos esta semana uwu así que el día elegido fue hoy :'v
Verán, inspiración san me visitó hoy, así que debía aprovechar n.n
Hahahahhaha bueno :'v que les puedo decir
Gracias por leer uwu
Por cierto, las sibilancias son los sonidos que hace una persona asmática o con un tipo de enfermedad respiratoria.
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Stay Close to Me
FanfictionEl amor después del silencio combatirá nuestros demonios. El odio nacido antes de comprender tu partida, perseguirá a la razón con ahínco, y eso me obligará a despreciarte. Podré pedirte que permanezcas junto a mí, pero mis lamentos ya no interesará...