Capítulo 2

43 4 0
                                    

Narra Alessia

Apreté los ojos cerrándolos más de lo que ya los tenía al escuchar mi despertador. Solté un suspiro boca bajo en la cama y alargué el brazo para que parara de sonar.

No estaba de muy buen humor. Eran las nueve de la mañana y en una hora me iría de la ciudad para siempre llevando a una persona a mi lado que no necesito para ser feliz.
¿A quién quiero engañar? Ni la necesito a ella ni a nadie. Me puedo auto satisfacer plenamente como y cuando quiera.

Iba a dejar Madrid para irme a vivir a Londres. Sí, era un cambio brusco, pero preguntadle a mi madre, su trabajo es más raro que ella.

Tras terminar de recoger, limpiar toda la casa y guardar todo el equipaje en el maletero, nos encaminamos hacia el aeropuerto.
Después de estar varias horas esperando, por fin nos montamos en el avión.
Me senté acomodándome en el asiento que me había tocado, al lado de la ventanilla. Me puse la mochila sobre las rodillas sacando mi móvil y los cascos. Colocándomelos para alejarme del mundo, me habló mi madre.

-Lo siento si a veces soy demasiado dura contigo. Busco tu bien, aunque no te lo creas. - dijo mirándome con algo de ternura -

-No tienes que darme explicaciones. Sé como eres, y nadie ni nada te va a cambiar. Siempre has mirado por ti. - digo como si fuera obvio -

-Quiero que tengas una vida mejor en Londres. Va a ser un cambio bueno para todos, ya verás. Quiero que seas feliz.

-Déjate de rollos. No busco dar pena. - digo en un tono muy frío y colocándome los cascos, dando por hecho que no quería seguir la conversación.

Dejé mi cuerpo muerto por unos minutos, escuchando un tema de Ed Sheeran.
Y me quedé dormida.

*****

Señoras, señores, hemos llegado a su destino. Rogamos no se quiten los cinturones hasta que el avión termine de aterrizar. Les da la bienvenida a Londres el piloto. Gracias.

Me desperté tras cuatro horas de viaje, mientras el piloto daba las mismas órdenes en varios idiomas más. Me colgué a la espalda la mochila que tenía entre mis piernas guardando mis cascos y salí del avión con mi madre.

Cuando pudimos recuperar nuestras maletas, salimos fuera del aeropuerto limitándome a observar la nueva ciudad. Lo primero que noté fue el clima. Era mucho más húmedo que el de Madrid, y cientos de personas iban vestidas de traje cargando maletines.
Estaba en mitad de Londres, en septiembre. Menos mal que me podía defender en inglés, aunque tampoco me iba a hacer falta.
No necesito hacerme aquí un grupo de amigos ni hacer vida social para estar bien.

-Vamos. - me dijo mi madre, abriéndome la puerta del coche.

Entré, apoyando la cabeza en la ventanilla y esperando hasta llegar a mi nuevo hogar.
Pasaron unos veinte minutos cuando por fin llegamos a casa. Estaba en un vecindario diferente, era mucho más tranquilo que el centro de Londres y a lo lejos podía observar como la gente andaba a paso rápido, preocupados por trabajo, suponía.

Espero que Londres no me de muchos problemas.

ProtegerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora