Capítulo 9

28 4 0
                                    

Entro en el coche rojo con una sonrisa. Mi amiga me la corresponde.

-Estás preciosa.

-Tú también.  - miro a Ashley. Por lo que puedo observar mientras conduce, lleva un vestido negro bastante bonito, agarrado al cuello con dos tiras elegantes. En ese aspecto era como el mío, pero en vez de las tiras en la espalda, agarrando su cuello. El vestido lo complementada con unos tacones rojos bastante altos, pero que parecían muy cómodos, y un bolso pequeño a juego del mismo color. El peinado parecía que lo habíamos hecho a posta, llevábamos lo mismo: un moño semi recogido y desarreglado, pero ella había optado por llevar a juego los tacones y el bolso con el color rojo pasión de sus labios. La verdad es que estaba guapísima.

La rubia condujo hasta la fiesta y aparcó justo enfrente de la puerta de la casa. Había un ambiente bastante caótico, pero a la vez calmado porque cada grupo iba a lo suyo, en su ambiente. Desde la ventanilla del coche, aún sin haber bajado, pude observar a un lado del jardín un grupo de chicos y chicas rodeados de botellas y tirados en el suelo, otro grupo fumando mientras se despejaban y tomaban un poco el aire, parejas de novios besándose y al fondo, varios chicos totalmente borrachos peleándose.
Esa noche no me despegaría de Ash. Ni conocía a nadie de la fiesta ni iba a estar cómoda rodeada de gente totalmente ebria, así que era la mejor opción.

Salgo del coche agarrando mi pequeño bolso en mi mano izquierda. Podía notar varias miradas clavadas en nosotras, chiflidos.
La música se escuchaba desde fuera. Miré al frente después de subir los pequeños escalones que caracterizaban la entrada de la casa, y pude ver a dos hombres bastante grandes, vestidos de negro. Miro a Ashley, sabiendo que está pensando lo mismo que yo. No creo que hicieran falta guardias de seguridad. Pero el dinero te da alas, claro. Y la fama también.

Entramos en la casa. Puedo notar una gran presión en mis oídos porque la música está demasiado fuerte, pero da igual. Podía ver un desorden continuo mirara donde mirara y eso me divertía en parte. Había bebidas derramadas por todos lados y decenas de cuerpos moviéndose al ritmo de la música en el salón, que hacía de pista de baile.
Noto como dan dos toques en mi hombro y me giro. Es un chico más alto que yo, y me está mirando con una sonrisa. Era bastante guapo. Rubio y ojos azul intenso muy bonitos. Me habla.

-Hola, preciosa.

-Hola - respondo yo con una débil sonrisa, apenas notable. Puedo percibir su olor a alcohol desde su saludo, y por inercia me echo hacia atrás disimuladamente. -

-¿Has venido sola? - niego. Tampoco quería darle información de más. - 

-Con un amigo.

-Entonces... ¿Eso qué significa? ¿No tienes novio? - da un paso hacia delante. Me paro a mirar sus ojos y están rojos. Estaba nerviosa, en ese momento mi mente relaciona mil posibilidades. ¿Borracho? ¿Cansado? ¿Fumado? Yo que sé. Noto sus intenciones y me pongo nerviosa. Apoyo ambos brazos en la barra y me inclino hacia atrás, viendo como él hace lo mismo y se pega poco a poco más a mí. Intento defenderme.

-Déjame . - lo empujo por los hombros pero no funciona. Creo que me dobla el peso corporal. Se echa encima mía y empieza a darme besos por el cuello, mientras yo doy golpes sobre su pecho y grito, pero no funciona porque el volumen de la música está demasiado alto. -
Me siento sucia. Me está tocando un desconocido, borracho. Y no podía luchar. Noto sus besos desesperados, húmedos. Queriendo llegar a otro nivel que yo no iba a darle. Se me aguan los ojos por la impotencia y cierro los ojos con fuerza.
Y el peso que tengo encima desaparece en cuestión de segundos. Puedo escuchar un quejido y abro los ojos sorprendida. Puedo ver a un chico sobre él, dándole golpes para que parara de removerse. En un acto reflejo me bajo de la barra e intento quitar a ese chico de encima de él, sabía que no era consciente de lo que hacía por culpa del alcohol.

-¡Ya está! ¡Tranquilo! No es consciente de lo que hace, ¿vale? - Intento separar al chico que está encima suya del frigorífico, lo tenía acorralado ahí. Estoy agradecida por lo que ha hecho, pero a la vez estoy agobiada porque sé que el chico que está sobre él le dobla la fuerza. No sé ni cómo, pero consigo separarlos. Cuando el chico que está sobrio se gira a mirarme, abro la boca involuntariamente, sorprendida.

-Zayn... - aprieto los labios y miro hacia el suelo, incómoda. -

-¿Pero tú lo has visto? Estaba encima tuya, Alessia. ¿Qué pasa? ¿Es que te gusta que te violen? Estabas pidiendo ayuda con los ojos. Porque vaya, a gritos no te estaba escuchando nadie. - ríe sin ganas - Y te ayudo y te quejas como si estuviera haciendo algo malo.

Puedo notar como tiene ambas manos en un puño, y una pequeña vena sale de su cuello mientras me habla, estaba cabreado. Levanto la vista y lo miro a los ojos momentáneamente.

-Gracias. - la duda me mata y pregunto. Qué casualidad que estuviera cerca mía, viendo que esta casa es enorme y tiene cuatro plantas. - ¿Cómo lo has visto? ¿Acabas de llegar? No se me escuchaba y la cocina es muy pequeña.

-Sólo pasaba por aquí. - se limita a decir, encogiendo los hombros levemente y con un tono de voz neutro. - Pero tranquila, que es la última vez. No me va ayudar a gente que no sabe lo que quiere. Si estás pidiendo ayuda, cuando te la den, estate apoyando a esa persona al 100%. No pidas paz plena cuando te acaban de dar guerra, ¿estamos?

-Ya te he dicho que gracias.

-No lo entiendo. - se ríe encogiendo los hombros y un escalofrío traspasa mi cuerpo. Su sonrisa es preciosa. Pone la lengua entre los dientes cuando se ríe, y a mí me la contagia, sonriendo levemente cuando él lo hace.

-¿Qué no entiendes? - digo ladeando la cabeza -

-No quiero que se te vuelva a acercar.

-Tampoco quería.

-Tampoco iba a darle otra opción. Es un payaso.

Le sonrío y le vuelvo a dar las gracias. Y me percato de que estoy sola, no conozco a nadie aquí. Y él se va a ir.

-La próxima vez me pienso si ayudarte o no, tampoco quiero una bronca después. - dice seco -

-Tampoco te había pedido que me ayudases.

-Sabes que iba a hacerlo.

Antes de que pueda responder, ya ha desaparecido. Y vuelvo a estar sola. Sola, en una fiesta donde no conozco a prácticamente nadie. Y con tan sólo una botella de cerveza a mi lado izquierdo de la barra.
Y la abro y la invito a pasar el tiempo que le queda, conmigo.

-Fiel compañera - digo en tono de brindis, para dejar pasar el ardor por mi garganta, por los minutos siguientes. -

ProtegerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora