:: 18 :: Encrucijado

2 0 0
                                    

Llegas a mi en tiempos de derrota, entre los años que no perdonan, entre suspiros trémulos y sonidos inaudibles; llegas  desde un punto indeterminado, en silencio, en vació, y en ausencia total de sentires inconformes; llegas casi paralizado, sin ideales ni añoranzas a cuales sujetarse.

Me tienes engendrando irrealidades de un futuro que no es nada perceptible ni compatible a todas esas extrañezas en las que recreo reencuentros inciertos, varados en las lagunas de un recuerdo, flotando lejos sin fuerza ni arrepentimiento; me encontraste en el punto donde  solo era un ser que jugaba a existir viviendo los actos sin restricciones ni detenimientos sujetos a mi alrededor.

Nos invadió un sentir tan confortable como pasajero, dándonos razones incalculables para creernos afortunados entre el engaño más cruel y severo. Nos vino una trampa injustificable a manera de burla continua al amor del ensueño solo para vernos caer, rodar entre piedras rumbo al olvido propio como ajeno; así marchitaron la mayor cantidad de mis secretos, volviéndose una sequedad en mis adentros, todo anhelo perplejo, todo recuerdo añejo.

En cambio tú, fiándote de mi no dejaste de seguir avanzando lento y sereno, aproximándote sin retroceder ante territorios desconocidos, inseguros e insanos desde principios de tiempo, te adentraste por oscuros senderos, mirando sin ver los estragos que han dejado todos los intentos, los placeres del mundo, la farsa de cada encuentro, las manías ocultas entre palabras sin peso que vuelan frágiles entre el aire, revolotean, se dispersan y se pierden entre el suave balanceo del viento.

Indudablemente fue el encuentro inesperado o el reflejarme en el espejo de tus pupilas en plena intimidad, podía perder los sentidos, hacer lo que fuera de mi por el simple hecho de verte sonreír, incluso por perderme en la mirada de tus ojos, sentir el tacto de tus manos, de cada dedo, de la textura de tus labios que pronunciaron un sí, de esos que no se piensan, de los que más pesan, de los que se adhieren al pensamiento inopinado.

Ahora se juega el acto mientras la sensibilidad es abstraída y el tiempo no se deja parar, el intento es en vano; mientras nuestros movimientos generan calor corporal. Me tienes, me llevas y el arrastre es definitivo, puedes odiarme y en cambio es infinito el amor compartido entre sabanas decoloradas, hemos unido más sensaciones que la cantidad de palabras entrelazadas de nocturnas conversaciones. Incluso te he dado ese poder de hacerme reír cuando te pienso, cuando te siento tan ausente con el silencio desgarrando mi existir.

Sátira Reflexión (reedición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora